Un video de carne que parece latir recorre las redes, dejando a miles boquiabiertos. La carne se mueve, contrayéndose como si estuviera viva, y aunque parece sacado de una película de terror, la explicación es pura ciencia. Este fenómeno, común en mercados tradicionales y viral en plataformas como X, revela los secretos del cuerpo animal incluso después de la muerte. Desde mariscos que “bailan” hasta filetes que tiemblan, la biología detrás de estos movimientos cautiva y educa.
La carne se mueve por razones que combinan nervios, química y estímulos externos. Aunque el animal ya no vive, sus músculos y nervios pueden reaccionar durante horas. Este espectáculo, que genera tanto asombro como desconcierto, nos recuerda cuán compleja es la vida, incluso en sus últimos ecos.
¿Por qué laten los filetes?
La carne se mueve porque los músculos no “apagan” de inmediato tras la muerte. En vida, las fibras musculares se contraen gracias a señales nerviosas, impulsadas por neurotransmisores como la acetilcolina. Cuando un animal muere, el cerebro deja de funcionar, pero los nervios periféricos siguen activos. Un corte, un toque o incluso sal pueden disparar impulsos que hacen que la carne se mueva.
El calcio también juega un papel clave. En las células musculares, el calcio activa las proteínas actina y miosina, responsables de la contracción. Tras la muerte, las membranas celulares se degradan, liberando calcio sin control. Esto provoca espasmos visibles, especialmente en carne fresca. La carne se mueve mientras estas reacciones persisten.
Otra pieza del rompecabezas es el ATP, la molécula energética de los músculos. Las células producen ATP anaeróbicamente por un tiempo tras el sacrificio, alimentando contracciones. Según estudios, este proceso puede durar hasta seis horas en mamíferos y más en mariscos, donde la carne se mueve con mayor frecuencia.
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¿Sabías que la carne de ciertos animales se mueve más que de otros?
No toda la carne se mueve igual. Los mariscos, como pulpos y calamares, son los campeones de este fenómeno. Su sistema nervioso descentralizado, con neuronas en los tentáculos, sigue activo mucho después de la muerte. Un estudio de 2018 en Scientific Reports mostró que los pulpos pueden responder a estímulos hasta 12 horas post mortem. Por eso, la carne se mueve al rociarla con sal o soya.
Peces, anfibios y reptiles también muestran movimientos notorios. Las ranas, usadas en experimentos históricos, se contraen con descargas eléctricas. En mamíferos, como vacas o pollos, la carne se mueve menos, pero un filete fresco puede temblar si se corta pronto tras el sacrificio. La frescura es clave: en mercados asiáticos y latinoamericanos, esto señala calidad.
Redes sociales amplifican el impacto. Videos de carne que se mueve acumulan millones de vistas en redes, con usuarios entre fascinados y horrorizados. “¡Parece viva!”, escribió un internauta. Aunque culturalmente aceptado en algunos lugares, en otros genera rechazo. En Occidente, donde la carne llega procesada, el fenómeno es raro y sorprende.
La carne se mueve hasta que el ATP y el calcio se agotan. El rigor mortis, que aparece entre 6 y 24 horas tras la muerte, detiene todo. Cocinar o refrigerar la carne también elimina estos movimientos, desactivando las proteínas musculares.
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