Tras las festividades decembrinas, donde la alegría se entrelaza con la melancolía para algunos afectados por la persistente crisis económica, la ciencia busca nuevos caminos para mejorar la atención terapéutica.
Investigadores del Centro de Computación Científica de la Universidad de Basilea exploran la eficacia de la Inteligencia Artificial (IA) en este ámbito.
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Empleando redes neuronales artificiales entrenadas en la identificación de seis emociones fundamentales, un equipo de científicos analizó más de 30 mil fotos faciales.
Estas herramientas de IA, luego, evaluaron las expresiones de 23 pacientes con patología límite de la personalidad a lo largo de 950 horas de sesiones de terapia, revelando resultados prometedores.
Las comparaciones estadísticas entre el análisis de terapeutas humanos y el sistema de IA mostraron una sorprendente concordancia.
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La IA no solo evaluó las expresiones faciales con la misma fiabilidad que un terapeuta, sino que también destacó por su capacidad para detectar microexpresiones fugaces en milisegundos, como breves sonrisas o expresiones de disgusto, aspecto que podría pasar desapercibido para profesionales humanos.
Estas microexpresiones, cruciales para comprender la complejidad emocional, poseen el potencial de ser pasadas por alto por terapeutas convencionales.
La IA, con su capacidad para medir estas emociones efímeras con mayor sensibilidad, se presenta como una herramienta valiosa en el ámbito terapéutico.
Un hallazgo relevante fue la relación entre la expresión facial de compromiso emocional, manifestada por una sonrisa al inicio de la sesión, y la frecuencia de cancelación de la psicoterapia.
Aquellos pacientes que demostraron este compromiso emocional mostraron una menor tendencia a cancelar sus sesiones, sugiriendo que la expresión “social” podría ser un indicador prometedor del éxito terapéutico en casos de patología límite de la personalidad.