Este fin de semana llegó a Netflix Estado Eléctrico (The Electric State), la ambiciosa apuesta de ciencia ficción dirigida por los hermanos Anthony y Joe Russo, conocidos por su trabajo en éxitos del Universo Cinematográfico de Marvel como Vengadores: Infinity War y Endgame.
Con un presupuesto reportado de 320 millones de dólares —lo que la convierte en una de las películas más caras de la historia de la plataforma—, la cinta reúne a un elenco estelar liderado por Millie Bobby Brown y Chris Pratt, y adapta de manera libre la novela gráfica homónima de Simon Stålenhag. Sin embargo, a pesar de su deslumbrante empaque visual, la pregunta que queda tras sus 128 minutos de duración es si el espectáculo logra justificar su existencia.
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¿De qué trata Estado Eléctrico?
La trama nos sitúa en una versión alternativa de los años 90, un mundo retrofuturista devastado tras una guerra entre humanos y robots. Michelle (Millie Bobby Brown), una adolescente huérfana, emprende un viaje a través de un suroeste estadounidense desolado para encontrar a su hermano menor, Christopher, a quien creía muerto.
La acompaña Cosmo, un robot dulce y enigmático enviado por su hermano, y Keats (Chris Pratt), un contrabandista cínico con un compañero robótico parlanchín, Herman. En este paisaje distópico, los robots —antes mascotas y sirvientes de la humanidad— viven exiliados tras un fallido levantamiento, mientras Michelle desentraña pistas sobre el paradero de su hermano y el destino de una sociedad fracturada. La narrativa mezcla acción, comedia y un toque de melancolía, buscando evocar el espíritu de las aventuras familiares de Spielberg, pero con un giro tecnológico y apocalíptico.
Desde el punto de vista técnico, Estado Eléctrico es un triunfo. Los efectos visuales son impresionantes, con diseños de robots que oscilan entre lo adorable y lo inquietante, y un mundo que captura la estética nostálgica y deteriorada de la novela gráfica de Stålenhag. La banda sonora de Alan Silvestri añade un tono épico que eleva las secuencias de acción, y la fotografía de Stephen F. Windon construye un contraste efectivo entre la vastedad del desierto y la decadencia tecnológica. El reparto, que incluye voces de lujo como Giancarlo Esposito, Stanley Tucci y Woody Harrelson, aporta carisma, aunque sus personajes rara vez trascienden los arquetipos.
Esta película es una buddy movie más
Sin embargo, donde la película tropieza es en su guion, firmado por Christopher Markus y Stephen McFeely. La adaptación se aleja significativamente del tono introspectivo y melancólico del material original, optando por una buddy movie repleta de chistes y referencias pop que no siempre encajan. La historia avanza a trompicones, encadenando situaciones sin darles el tiempo necesario para respirar o profundizar en los temas que plantea: la relación entre humanos y máquinas, el consumismo o la pérdida. Los diálogos, cargados de exposición torpe, y un tercer acto apresurado diluyen el impacto emocional que podría haber tenido la odisea de Michelle.
¿Es recomendable? Depende de lo que busques. Si esperas una película ligera para disfrutar en casa con palomitas, Estado Eléctrico cumple como entretenimiento pasajero: sus robots excéntricos y sus momentos de acción son divertidos, y Millie Bobby Brown sostiene la pantalla con su intensidad habitual.
Pero si buscas una obra que honre la profundidad de la novela gráfica o que ofrezca algo más allá de un espectáculo visual, te dejará con un sabor agridulce.
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