En una acción conjunta, Estados Unidos y Reino Unido llevaron a cabo ataques contra 60 blancos pertenecientes a las milicias hutíes en Yemen.

Los bombardeos, realizados con aviones y misiles crucero, apuntaron a radares, depósitos y centros de lanzamiento de misiles y drones utilizados por los hutíes, responsables de al menos 27 ataques a barcos mercantes desde el inicio de la guerra en octubre.

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Esta es la primera intervención directa de Estados Unidos contra los hutíes desde octubre de 2016.

La ofensiva representa una nueva escalada en el conflicto que amenaza con extenderse más allá de Gaza.

Hasta ahora, la administración de Joe Biden había buscado evitar la expansión del conflicto de Gaza y respondió de manera limitada a los ataques contra sus Fuerzas Armadas en Irak y Siria por milicias pro iraníes.

La decisión de atacar en el Estrecho de Bab El-Mandeb, vital para el tráfico marítimo global, indica la preocupación de Washington por la seguridad en la región.

El presidente Biden advirtió sobre posibles medidas adicionales para proteger a su pueblo y garantizar el libre flujo del comercio internacional.

Los bombardeos se producen horas después de que los hutíes lanzaran un misil balístico contra un barco mercante en aguas internacionales. Este uso de misiles balísticos, con mayor poder destructivo, es una novedad en el conflicto y ha sido condenado por varias naciones.

El subsecretario de Defensa británico, James Heappey, defendió los ataques como acciones en defensa propia para proteger sus navíos de guerra y asegurar la libre circulación de barcos comerciales.

Sin embargo, diputados laboristas criticaron la operación, solicitando una comparecencia parlamentaria.

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Francia respaldó implícitamente la acción, subrayando su apoyo a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

Estados Unidos, Reino Unido y otros ocho aliados afirmaron que el objetivo era desescalar tensiones y restaurar la estabilidad en el Mar Rojo.

Italia se abstuvo de participar, buscando una política tranquilizadora en la región.

Irán condenó los bombardeos, advirtiendo sobre la inseguridad y la inestabilidad resultantes.

Arabia Saudita pidió moderación, mientras que un asesor iraquí alertó sobre la expansión del conflicto.

En respuesta, los hutíes convocaron manifestaciones y Rusia calificó los ataques como un desprecio al derecho internacional.

El conflicto provocó un leve aumento en los precios del petróleo, con el barril de Brent alcanzando los 77,41 dólares y el West Texas Intermediate (WTI) llegando a los 72,02 dólares.

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