Los últimos archivos sobre el asesinato de John F. Kennedy, liberados hace pocos días por los Archivos Nacionales de Estados Unidos, están causando revuelo entre historiadores y amantes de las conspiraciones.
Estos 80,000 documentos, con un nuevo lote de 10 desclasificados el 18 de marzo, muestran un mundo de la Guerra Fría al borde del abismo, donde la influencia de Fidel Castro se extendía mucho más allá de las costas cubanas. “La sombra de Castro se alarga”, y estos archivos lo demuestran, sugiriendo una red de intrigas que pone en duda la idea de que Lee Harvey Oswald actuó solo en 1963.
Un documento que llama la atención es del 17 de marzo de 1964. Orlando Piedra, un ex policía cubano viviendo en Nueva Orleans, le contó al FBI que Castro, frustrado con el liderazgo de Panamá, supuestamente planeaba matar a su presidente para desatar el caos, esto consta en el archivo 157-10004-10095. Piedra dijo que su fuente era confiable y hasta envió una advertencia al jefe de la Guardia Nacional panameña. Es escalofriante pensar que, menos de cinco meses después de la muerte de Kennedy, los complots cubanos seguían resonando en el hemisferio. ¿Pudo este desorden haber alimentado las tensiones que terminaron en Dallas? Los archivos no lo dicen claro, pero “la sombra de Castro se alarga” y te hace pensar.
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Exiliados participaban en complots durante la administración de Kennedy
Otro archivo, de octubre de 1959, revela un informe del FBI sobre Carlos Hilario González, quien planeaba matar a Esteban Ventura Novo, un leal a Batista, en Miami como se asentó en el documento 124-10284-10172. La fuente era Ana Rosa Guerra, una agente encubierta para Bernard Barker, de la CIA, en Cuba. Ella señaló a Alberto Bayo, un alto mando de la Fuerza Aérea cubana y comunista confirmado, como pieza clave. Este complot, a solo cuatro años del asesinato de JFK, muestra cuán metidos estaban los exiliados y espías cubanos en los círculos de inteligencia estadounidense. Aquí también “la sombra de Castro se alarga”, y las conexiones de Bayo con el comunismo hacen cuestionar si Castro tuvo algo que ver con lo que pasó en Texas.
Luego está un informe de la CIA de 1961 sobre Manolo Ray, líder del Movimiento Revolucionario del Pueblo, quien se oponía a invadir Cuba y apostaba por la resistencia interna contra Castro, en el documento 124-10291-10236. Ray decía que el 80% de los cubanos estaban contra Castro, con su grupo infiltrado en sindicatos, inteligencia y el gobierno. Sorprende ver tanto rechazo, aunque la CIA lo marcó como “no evaluado”. Aún así, “la sombra de Castro se alarga”, mostrando una Cuba al borde del caos interno—y uno se pregunta si esto pudo atraer a figuras como Oswald o apuntar a conspiraciones más grandes.
La guerra de la resistencia cubana estuvo financiada por la CIA
Por último, un memo de la CIA de 1959 habla de José Rasco Bermúdez y Reinaldo Blanco Navarro, líderes anticomunistas planeando incursiones y envíos de armas contra el régimen de Castro, que podrás revisar aquí 124-90041-10023. Organizaban sabotajes, asesinatos y fugas de prisiones, con recursos escondidos por toda Cuba. Esta guerra clandestina, apoyada y vigilada por la CIA, deja claro cuán involucrados estaban los estadounidenses en los asuntos cubanos. “La sombra de Castro se alarga”, y estos planes hacen que uno piense: ¿fue esta mezcla explosiva de exiliados y espionaje el caldo de cultivo para el asesinato de Kennedy?
Estos archivos no prueban que Cuba estuvo detrás de la muerte de JFK, pero revuelven las aguas. La idea de que Oswald actuó solo tambalea luego de conocerse la influencia de Castro desde Miami hasta Panamá. Además con la inteligencia estadounidense metida hasta el cuello en el lío. Mientras los historiadores revisan estas páginas, una cosa queda clara: “la sombra de Castro se alarga”, y la verdad sobre el 22 de noviembre de 1963 podría estar aún escondida entre estos documentos recién liberados.
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