Desde la aparición del internet en los años 90 del siglo pasado, hasta el posicionamiento, ya casi lugar común, de la llamada “Inteligencia Artificial”, ha surgido una corriente alrededor del turismo que pretende que hacer “turismo cibernético”, también llamado “turismo virtual”, es una forma real y sostenible para la industria turística virtual. La propuesta general es conocer sitios sin la presencia real del visitante.
El “turismo inteligente”, también conocido como “turismo tecnológico” o “turismo digital”, es un concepto emergente que busca aprovechar las tecnologías de la información y la comunicación para provocar la experiencia de los viajeros y el conocimiento de los destinos turísticos.
Una de las características principales del “turismo inteligente” es el uso de aplicaciones móviles y plataformas en línea que brindan información, en tiempo real, sobre destinos, atracciones turísticas, actividades y servicios disponibles; el análisis de big data y el Internet de las cosas también ha transformado la forma en que se gestiona la infraestructura turística.
Los destinos inteligentes pueden recopilar y analizar datos para entender los patrones de turismo. Los partidarios del “turismo tecnológico” vislumbran su beneficio económico en el uso de aplicaciones de realidad aumentada para recorridos virtuales, sistemas de pago sin contacto y herramientas de traducción en tiempo real.
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Sin embargo, la corriente que continúa a favor del turismo real, a la que pertenecemos, ha insistido en la búsqueda de un equilibrio entre la adopción de tecnologías avanzadas y la preservación de la autenticidad cultural y natural de los destinos, para garantizar que el “turismo inteligente” sea una fuerza de apoyo positiva y sostenible en la industria turística global, no su sustituto.
El calificativo de “inteligente” como exclusivo de las visitas virtuales, nos haría pensar que el turismo presencial no es -por exclusión- inteligente. La Organización Mundial del Turismo (OMT) tradicionalmente ha considerado que el turismo implica una pernocta, es decir, una estadía temporal en un destino diferente al lugar de residencia habitual. Sin embargo, en la era digital y con la evolución de las tecnologías de la información y la comunicación, ha surgido el concepto de “turismo sin pernocta”, que se refiere a experiencias turísticas que no necesariamente involucran una estancia física en un destino.
Autores como Dimitrios Buhalis y Rob Law, orientados a la tecnología más que al turismo, han impulsado la corriente e incluso han acuñado los términos de “turismo inteligente” (Smart Tourism) y “Turismo Digital” e impulsan la idea de que la tecnología puede sustituir al desplazamiento. Una especie de “Turismo para Flojos”.
En contraposición, Greg Richards, como nosotros, ha planteado críticas y cuestionamientos en relación con la noción de “turismo inteligente” como una categoría dentro del turismo convencional. Esta corriente sostiene que la incorporación excesiva de la tecnología puede desvirtuar la esencia misma de la experiencia turística, enfocándose más en la interacción digital que en la interacción humana y la autenticidad cultural.
No se descarta el valor de la tecnología en la industria, pero se sugiere que su énfasis puede diluir el componente esencial y verdadero de la experiencia turística, basada en la conexión con lugares y personas, lo que determina la creatividad, la cultura y la autenticidad en el turismo, la verdadera y viva experiencia.
Usted puede seleccionar el “turismo virtual” o el tradicional (con las nuevas herramientas tecnológicas, por supuesto), nosotros consideramos, como Anthony Bourdain, que es más gratificante Viajar, Comer y Descubrir.
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