Sin romanticismo cursi, mayo es como un jardín turístico: diverso, vibrante, lleno de vida y de oportunidades. No es un mes de masas, pero sí de momentos y experiencias memorables. En mayo, México no solo se ve bonito: se vive bonito. Y el turismo, como la primavera, florece a su manera.
Mayo no solo trae flores: también trae y atrae viajeros, fiestas, calor y una renovada energía que activa a cientos de destinos turísticos en todo México. Lejos del bullicio de la Semana Santa y antes del desborde del verano, este mes tiene un ritmo distinto: es el mes en que el turismo se disfruta sin prisas, sin filas y con más sonrisas.
Uno de los secretos mejor guardados del calendario turístico mexicano es precisamente mayo. Con temperaturas agradables, precios accesibles y menos aglomeraciones, es el momento ideal para explorar desde una playa tranquila hasta un pueblo mágico donde las bugambilias se disputan el protagonismo con las ferias patronales.
Mayo es el mes de las celebraciones populares por excelencia. El 1 de mayo se conmemora el Día del Trabajo, que muchos aprovechan para una escapada exprés. Luego llega el 5 de mayo, fecha en que Puebla se convierte en vitrina de historia, gastronomía y orgullo nacional. La recreación de la Batalla de Puebla, los festivales callejeros y la exquisita fiesta culinaria atraen a miles de turistas nacionales y extranjeros con apetito por el mole, las chalupas, los dulces de Santa clara y la cultura.
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Pero hay mucho más, el Día de las Madres, el 10 de mayo, moviliza el corazón —y también el bolsillo— de millones de mexicanos. Muchas familias celebran viajando o regalando una experiencia; un viaje a un balneario, un fin de semana en San Miguel de Allende o una visita a algún centro ecoturístico. La derrama de esta fecha en el sector turístico supera los 6 mil millones de pesos, según estimaciones de CANIRAC y SECTUR.
Mayo también es temporada alta para los festivales florales, gastronómicos y artísticos. Desde la Feria de las Flores en Huauchinango hasta los festivales del mezcal en Oaxaca o las ferias del vino en Baja California, el país florece literalmente en actividades que mezclan cultura, naturaleza y sabor. Y lo mejor, sin la saturación de julio.
Los Pueblos Mágicos -177 a la fecha- se llenan de color y música, especialmente los fines de semana. La ocupación hotelera en algunos alcanza entre el 70 y 80% durante los puentes y ferias locales. Además, gracias al clima, se incrementa el turismo de aventura: tirolesas, campamentos, cañonismo y paseos a caballo en destinos como la Sierra Gorda o el Cañón del Sumidero.
En las playas, mayo es una delicia: menos turistas, pero mucho sol. Destinos como Zihuatanejo, Mazunte o Holbox se convierten en refugios para quienes buscan una experiencia más íntima y ecológica. Es también temporada de avistamiento de mantarrayas, de anidación de tortugas y de espectaculares atardeceres sin multitudes.
También es un buen mes para el turismo de romance. Las bodas y lunas de miel se disparan, aprovechando la primavera, los precios razonables y la belleza natural de muchos destinos. Hoteles boutique y haciendas coloniales reportan alta demanda en estados como Yucatán, Morelos, Oaxaca y Querétaro.
Y no olvidemos el turismo de convenciones y eventos académicos, que regresa con fuerza en mayo. Con el ciclo escolar en marcha y los calendarios institucionales activos, este mes suele registrar congresos, foros, ferias educativas y exposiciones que movilizan a decenas de miles de personas, generando derrama económica en ciudades como Guadalajara, León, CDMX y Monterrey.
Un consejo final, mayo es para divertirse y comer… sin itinerario, sin prisa y sin culpa. Que no se escape…
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