El segundo round de Donald Trump y su movimiento MAGA ya está aquí. El pasado 20 de enero, tomó protesta como presidente de los Estados Unidos por segunda ocasión. En este nuevo mandato, Trump parece más decidido que nunca a imponer su agenda política y moldear a Estados Unidos según su visión.
La ceremonia de toma de protesta estuvo marcada por un clima gélido y la presencia de numerosas personalidades de distintos ámbitos, incluidos los expresidentes George W. Bush, Barack Obama y Bill Clinton, así como magnates como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos, entre otros.
El evento generó grandes expectativas a nivel mundial, no solo por el mensaje que ofrecería el presidente, sino también por las primeras acciones de su administración. Como en todo gobierno, habrá luces y sombras, así como simpatizantes y detractores. Entre los temas más destacados se encuentra el migratorio, que preocupa especialmente a México. Trump decretó una emergencia en la frontera sur, medida que ha encendido las alarmas en nuestro país ante el inminente aumento de deportaciones de connacionales desde Estados Unidos.
Deberías leer: Ecos y nuevo camino para el panismo.
Otro aspecto relevante es el papel firme y severo que Trump ha señalado que Estados Unidos adoptará en el ámbito internacional. Sin embargo, también ha manifestado su intención de actuar como pacificador y mediador para evitar conflictos armados. Cabe destacar que en su primer mandato fue el único presidente reciente que no inició ninguna guerra, algo que contrasta con sus antecesores y su sucesor inmediato.
Un tercer punto que probablemente será una de las banderas principales de su gobierno es la batalla cultural contra el progresismo y la ideología “woke”. Trump ha prometido combatir estas corrientes, particularmente en lo relacionado con las teorías de género. Según su perspectiva, contradicen el modelo tradicional de familia y el binomio natural hombre-mujer. Para ello, buscará eliminar estos contenidos de las instituciones públicas, las escuelas y el entretenimiento, protegiendo especialmente a los niños pequeños de lo que considera influencias ideológicas perjudiciales.
Sin duda, los próximos cuatro años estarán llenos de tensiones y desafíos, pero también podrían abrir nuevas oportunidades. Desde este lado de la frontera, México y su presidenta deberán tomar decisiones estratégicas sobre cómo manejar la relación con la administración Trump.
Esto podría representar una oportunidad para que nuestro país encuentre nuevas áreas de desarrollo y colaboración. No obstante, existe el riesgo de que el gobierno de izquierda que lidera México opte por una confrontación directa con Trump. El norteamericano ha dejado claro su rechazo hacia los gobiernos de corte socialista. En este escenario, los más perjudicados seremos, lamentablemente, los ciudadanos mexicanos de a pie.
Te recomendamos: