La Semana Santa acaba de pasar y fueron días de reflexión, descanso y convivencia en familia. Al concluir la semana mayor con el domingo de resurrección es importante que nosotros también veamos una nueva oportunidad. La oportunidad de mejorar y corregir actitudes individuales y sociales que nos laceran como humanidad.
El tener momentos y celebraciones meramente de carácter espiritual y religioso permite a la gente reconectarse con lo verdaderamente importante. Como sus seres queridos y su relación con Dios para los creyentes.
Más allá de eso, la Semana Santa son días que unen desde las raíces más profundas a las y los mexicanos. Desde nuestra cultura en la que esta bien incrustada y forma parte central la religiosidad (en especial católica) de las personas.
Otro aspecto que resaltar de lo que conlleva la perpetuación de las tradiciones, es que beneficia a todos los poblanos y mexicanos. Entendiendo que también es una época en la que crece el turismo, la economía local alcanza niveles óptimos de venta. Así como se dan en los restaurantes, hoteles, atracciones turísticas, tiendas de diferentes giros, etc. Además que, permite a personas de fuera, que puedan conocer los aspectos más bellos e importantes de nuestros estados y municipios.
Por ello, el turismo y las demás actividades comerciales se benefician de las celebraciones religiosas. Ejemplo de esto es en nuestra Puebla, donde se estima que hubo una derrama económica de aproximadamente 7 mmdp. Sin duda, permitirá al comercio local crecer de cara a las demás celebraciones que acontecen en el año.
Esto es importante porque me parece de suma urgencia defender e incluso promocionar el turismo religioso. Esto no solo por los beneficios materiales que generar estas celebraciones, sino porque son momentos que permiten que la persona se desarrolle en varios ámbitos que no les es posible tan fácilmente en las semanas cotidianas. Además de que, la religiosidad, y más aún, la catolicidad, es un elemento inherente, cohesionador y permanente en toda la sociedad mexicana, desde la fundación de lo que hoy es México como nación.
Me parece que una de las mayores y mejores reflexiones de todo lo mencionado aquí es recordar y volver a disfrutar plenamente de las cosas más importantes de la vida, que no siempre son las más caras u ostentosas, sino que es, por ejemplo, el poder pasar un día de abril en una comida familiar recordando anécdotas y añorando que el próximo año se repita, algo que solía pasarme a mí en estas fechas y sigo recordando con mucho cariño.