México, nuestra patria, siempre ha necesitado de sus jóvenes para cambiar la historia. Su ingenio, alegría y rebeldía dan vida a la nación. Sin embargo, nadie puede lograrlo solo; es necesario trabajar en equipo bajo un mismo ideal.
Hoy, la participación política y social de la juventud se enfrenta a crecientes desafíos debido a la falta de compromiso e interés en el bien común. El hiperindividualismo que predomina en estos tiempos ha debilitado el sentido de comunidad. Por ello, cuando una organización de jóvenes dedicados a la política y al servicio público sobrevive más de cinco años, es una gran victoria.
Nos enfrentamos a una escasez de liderazgos jóvenes y de espacios de formación para mujeres y hombres patriotas, comprometidos con la construcción de una patria ordenada y generosa. En mi caso, tuve la oportunidad de crecer y desarrollar mi liderazgo en una institución que no solo ha superado esos cinco años, sino que ha perdurado por 38 años al servicio de México, formando generaciones de políticos humanistas a lo largo y ancho del país: Acción Juvenil.
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Acción Juvenil es la organización política juvenil más grande de América Latina y representa a las filas jóvenes del PAN. Sin embargo, su esencia va más allá de lo que ocurre en otros partidos como el PRI o MORENA. Acción Juvenil siempre ha contado con un espíritu propio que genera identidad, idealismo y un sentido de familia que trasciende la sangre y la distancia.
Bajo la bandera del humanismo político, Acción Juvenil ha sido semillero de diputados, senadores, gobernadores, alcaldes e incluso un presidente de la República. Por ello, quiero dedicar estas líneas a esta gran institución que me ha formado y que siempre llevaré en el corazón.
Esta reflexión no solo surge como una felicitación por su aniversario, sino también en el contexto de los próximos procesos de renovación en la institución. A nivel nacional, Acción Juvenil ha atravesado uno de los momentos más grises de su historia, con una dirigencia que no ha estado a la altura de las expectativas, dejando un amargo sinsabor en quienes esperaban un liderazgo sólido. Este desempeño es preocupante, pues en las últimas elecciones federales el PAN, de manera individual, se ubicó como la tercera fuerza en la preferencia del voto joven, por debajo de Morena y Movimiento Ciudadano. Además, la formación y capacitación de nuevos cuadros ha disminuido drásticamente, lo que ha resultado en un desempeño mediocre frente a las necesidades urgentes del país.
A pesar de todo, la esencia de Acción Juvenil radica en la esperanza, su mayor virtud. Una esperanza que nos permite seguir luchando, incluso cuando muchos ya se han rendido. La esperanza que hemos construido como generación, como amigos y como familia. Guardamos la esperanza de que algún día llegaremos a los espacios donde la responsabilidad y el deber nos llamen a construir un mejor México para todos. La esperanza de seguir sirviendo a nuestra patria desde nuestra vocación. En un momento en el que este régimen parece infranqueable, la esperanza sigue siendo el enemigo al que más teme, porque es la chispa del cambio. Es la semilla que dejamos en cada corazón dispuesto a transformar su futuro.
Gracias, Acción Juvenil, por ser el espacio donde muchos jóvenes hemos encontrado el camino para servir. Por los amigos y la familia que hemos formado en el trayecto, gracias. Gracias por darnos el orgullo de decir que somos hechos en Acción Juvenil. Y, sobre todo, gracias por ser una de las pocas instituciones que, en medio de esta realidad adversa, han dado, dan y seguirán dando a la patria esperanza presente.
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