Es de todos sabido que leer las buenas noticias difícilmente y por desgracia, impactan igual que las malas, por eso los medios tienen dificultades en otorgar grandes espacios y recursos a captar las cosas buenas que suceden este maravilloso país donde nos tocó en suerte vivir.
Por lo anterior, quiero en este espacio agradecer a los amigos de medios de comunicación que desinteresadamente me han abierto sus micrófonos, cámaras y páginas para hablar del libro que publiqué: Ayer y hoy, de mi libreta, un poemario de más de 160 páginas dónde reflejo 25 años de sentimientos propios y que, sin duda alguna, lo escribí con una sola intención: Hacer de este mundo un lugar un poquito mejor. Varios son los motores que nos impulsan a escribir, pero de entre muchísimas cosas, me quedo con lo dicho por León Tosltói: “Si me dijeran que dentro de unos veinte años los que ahora son niños leerán mis escritos, y que esa lectura les hará reír, llorar y amar la vida, dedicaría todo mi tiempo y todos mis esfuerzos, a esa tarea”.
Cuando algún buen samaritano compra mi libro, lo que adquiere es la posibilidad de entender el mundo desde el punto de alguien más, lo cual sirve para formarse visión propia de la vida. Adquieren la posibilidad de unos minutos con paz y tranquilidad, adentrándose en el fascinante mundo de las letras, sencillas pero directas, prácticas pero emocionales.
Dicho todo lo anterior, expongo por qué hablar de un libro que publiqué hace varios meses:
- Me preocupa de sobre manera la enorme ignorancia de las reglas gramaticales y de las reglas ortográficas en las actuales generaciones. Me resultó increíble que un alumno me haya cuestionado sus bajas calificaciones al entregar un trabajo universitario plagado de todo: ¡totalmente inentendible su ensayo!
- Nuestra actividad profesional (trabajo, chamba), debe ser únicamente una faceta de nuestra vida. Por tanto, la escritura de nuestras ideas y pensamientos puede y debiera ocupar otro espacio de nuestros días, sin menoscabo de las demás actividades. ¡Eso nos hará más felices!
- El que sabe leer sabe escribir, el que sabe escribir sabe expresarse en público. Esto es: los invito a LEER un poco todo los días y no precisamente notas de chismes. ¿Alguna vez han leído algún comunicado empresarial con faltas de ortografía y redacción?
- Trascendencia: ¿Qué voy a dejar en este mundo terrenal cuando físicamente falte? Como dijo José Martí: “Saber leer es saber andar. Saber escribir es saber ascender”.
Aplaudo de pie y durante más de un minuto a todo aquel que ha escrito un libro suyo, salido del fondo de sus experiencias y su corazón. Concluyo con la invitación a que se animen, que le pierdan el miedo a la hoja en blanco, al lápiz sin usar. ¿Cómo hacerlo? Oscar Wilde nos tiene la respuesta: “No existen más que dos reglas para escribir: Tener algo que decir y, decirlo”.
Gabo Guillermo
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