Ícono del sitio Apartado MEX

La soberbia de la 4T

La soberbia de la 4T

La soberbia de la 4T

Gritan, se burlan, pelean, insultan, descalifican. Caminan por la vida pregonando una falsa autoridad moral, creyéndose superiores -política e ideológicamente- que sus adversarios, a los cuales, ven como enemigos. Se sienten paladines de la democracia y dueños de la verdad absoluta; nadie tiene la razón, excepto ellos. Incapaces de aceptar una crítica, mucho menos capaces de hacer una autocrítica; imposible que acepten un error, una equivocación.

Predican desde un pedestal que ellos mismos construyeron, con un discurso que ellos mismos construyeron, para sentirse los “elegidos del pueblo”, los “custodios de la voluntad popular”, y bajo ese sofisma, hacen y deshacen a su antojo, autoconvenciéndose de que tienen la razón. Así actúa Morena y la 4T.

Esta soberbia desmedida, que para nada es nueva ni sorprende, lejos de disminuir con el nuevo gobierno, se ha incrementado. Es decir, si algunos creían (o creíamos) que al término del sexenio de López Obrador, que fue el causante de dicha polarización, las cosas podrían matizarse, estaban (estábamos) equivocados, era una falsa esperanza.

El anuncio hecho por Claudia Sheinbaum de “gobernar para todas y todos”, quedó sólo en eso. No se puede gobernar para todos, cuando se descalifica e ignora a la oposición, que representa cerca del 40% de los votantes. En los hechos, Sheinbaum está siguiendo los mismos pasos de su antecesor: dividir, confrontar, polarizar.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP

Sus actos están dirigidos a fortalecer los intereses de su partido, de su marca, NO para fortalecer a la democracia ni a las instituciones. Tenía la oportunidad de hacer un borrón y cuenta nueva, de hacer un llamado a la unidad, pero prefirió seguir dividiendo. Y como eso es lo que manda la cabeza, el resto del cuerpo, actúa igual.

No hay sensatez en Morena, tampoco prudencia. No hay alguien que sea capaz de tender puentes de diálogo con la oposición, para tratar de llegar a acuerdos; mucho menos alguien que alce la voz para inconformarse por todos los atropellos que están haciendo. Se trata de vencer, de imponerse, de ganar todas, de no ceder nada. Eso NO es una democracia.

Una muestra de esa soberbia desmedida, se dio precisamente esta semana, en el marco del tan espinoso tema de la #ReformaJudicial. Por un lado, el Ministro Juan Luis González Alcántara, encargado del estudio para determinar la validez o no de la Reforma de Morena, elaboró un proyecto para tratar de destrabar el conflicto de Estado que ya se generó.

La tarea del Ministro no era fácil: si se apegaba estrictamente a criterios jurídicos, tendría que haber declarado la invalidez de la reforma, por todas las violaciones al procedimiento legislativo y los vicios de fondo que contiene.

Sin embargo, esto no hubiera hecho más que agravar la crisis, ¿qué hubiera pasado? ¿Morena habría acatado la resolución? ¿El INE hubiera cancelado el proceso electivo de jueces para el próximo año? Por supuesto que no. Por contrario, si declaraba la validez total de la reforma, sería declinar de facto al papel de contrapeso que debe tener el Poder Judicial, como poder revisor garante del equilibrio constitucional.

DEBERÍAS LEER: La demagogia de la Reforma (per)judicial

Ante esto, Alcántara optó por una salida salomónica. Con mucha categoría, “avaló” en su proyecto las principales pretensiones de Morena: la elección de Ministros de la SCJN e integrantes del TEPJF por voto popular, así como la creación del Tribunal de Disciplina Judicial, pero NO con las facultades amplísimas y con resoluciones inatacables que quería Morena. Lo que NO avaló fue, la destitución masiva de magistrados y jueces federales, así como su consecuente elección directa.

Es decir, le encontró una salida política a un tema jurídicamente complejo y políticamente envenenado. ¿Para qué sirve la política si no para resolver conflictos? Parecía una buena salida; en una democracia, nadie gana todo y nadie pierde todo, sin embargo, la soberbia de Morena es más grande que su oficio político.

Para la 4T, no basta con hacerse del control de la SCJN (porque eso va a pasar), lo que quieren es imponer a todos los jueces del país, quieren el control absoluto, sin contrapesos.

La segunda muestra de soberbia desmedida, se dio cuando, en acto de dignidad y congruencia, las y los 8 ministros que NO forman parte del régimen, decidieron NO participar en el proceso electivo y en consecuencia, presentaron su renuncia (con efectos al próximo año) ante el Senado de la República.

De inmediato salió la propia presidenta a descalificar el acto. Dijo que lo hacían por “conservar sus privilegios”, ya que, en términos de la reforma APROBADA POR MORENA, las y los Ministros que presentaran su renuncia antes del 31 de agosto de 2025, podrían gozar de la prestación económica vitalicia, proporcional al tiempo de su desempeño en la Corte.

La presidenta “se indignó” porque dijo que “se quieren ir con un montón de dinero”, pero curiosamente, no dijo nada de las prestaciones que reciben Arturo Zaldivar y Olga Sánchez Cordero, que son las mismas que las de sus ex compañeros; pero como ellos son de la 4T, parece que NO es tan malo.

L@s ministr@s disidentes no hicieron más que aceptar un beneficio que la propia reforma DE MORENA incluía. No obstante esto, además de la descalificación de la presidenta, salió también el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, a decir que: “podrían no aceptar la renuncia de los ministros”, es decir, el mensaje es: “te obligo a irte, pero te vas cuando yo diga, y sin las prestaciones que te corresponden, aunque así lo diga la ley que yo mismo aprobé”. Algo totalmente inaudito, injusto y abusivo.

¿A dónde vamos a llegar con todo esto? ¿Qué país nos espera si, la mayoría no sólo se impone, sino APLASTA a su oposición y elimina a los contrapesos institucionales? Vivimos en un país gobernado por el capricho, el rencor y la soberbia y eso no es una buena combinación. Pobre México…

TE PUEDE INTERESAR:

Salir de la versión móvil