Lo anterior es parte de lo que “argumenta” Morena y sus aliados para justificar el fondo y la forma de lo que hicieron para tener el control del Poder Judicial. El fondo: modificar la constitución. La forma: con presiones y cochupos.
Para todos fue evidente lo repugnante de la operación montada para alcanzar los votos que necesitaban (incluso para ellos mismos), pero decían que, “así se los mandató el pueblo”, y con esa falacia trataron de convencer a todo mundo (incluso a ellos mismos) de que “se valía hacer de todo para logarlo”, una especie muy burda del clásico: “el fin justifica los medios” (pero versión 4T).
Digo que es una falacia porque, en un país donde casi la mitad de la población NO vota, y de los que votan, más de la mitad, no sabe por quién voto, no puede considerarse un país plenamente democrático, o mejor dicho, no puede considerarse una sociedad que ejerza plenamente su ciudadanía. La gente, en su inmensa mayoría, está desligada de los asuntos públicos, ya sea, por desinterés o por ignorancia. De eso hablaremos en otra ocasión.
Es falaz también porque, no conozco a ningún candidato de Morena que EXPLÍCITAMENTE haya hecho campaña promoviendo la Reforma Judicial. ¿Recuerdan algún flyer, algún espectacular, algún spot, de algún candidato(a) a diputador o senador de Morena, proponiendo la elección de jueces por voto popular? ¿Por qué no lo proponían abiertamente? ¿Le ocultaron eso a la gente?
Deberías leer: Morena y su otra mayoría calificada.
Claro que alguien podría argumentar que esa propuesta iba incluida en la plataforma electoral que registra el partido (los partidos) ante el INE, y pregunto nuevamente: ¿Cuántos, de los “36 millones de ciudadanos” que votaron por Claudia Sheinbaum, tuvieron acceso a esa plataforma? Cada quien que se responda de acuerdo a su honestidad intelectual…
Pero supongamos por un momento que, de todos los que votaron por la 4T, todos leyeron esa plataforma y por lo tanto, todos estaban convencidos de la propuesta “planteada”. Pero, ¿qué pasa entonces con los que NO votaron por la 4T? Es decir, si consideramos que todos los que votaron por Morena, votaron a favor de la Reforma Judicial, entonces (ergo) todos los que NO votaron por Morena, votaron en contra de la Reforma Judicial. ¿O no?
Luego entonces, esos legisladores que hicieron campaña en contra de Morena y que, una vez llegando al Senado, se cambiaron de bancada para votar a favor de la Reforma, ¿no acaso traicionaron a sus electores? Ya sé que algunos podrán argumentar también que, cambiarse de bancada es un acto “normal” que ocurre en todos los parlamentos del mundo (“hasta Churchill lo hizo”), sí, pero no a las dos semanas de iniciar funciones…
¿Dónde queda aquello de que “el pueblo manda”? ¿No acaso, a esos legisladores (aunque no hayan obtenido mayoría) el pueblo los mandató para votar en contra? ¿Qué se hace entonces con esa traición? ¿Queda así como si nada?
¿Ante quien recurre un ciudadano molesto e inconforme porque su Senador los traicionó? ¿Ante el INE? ¿Para que emita una “enérgica amonestación”? ¿Ante el Tribunal Electoral? ¿Para que revierta la votación y los obligue a votar en contra? ¿Se puede? ¿Se atrevería el Tribunal?
Estas preguntas, más allá de lo hipotéticas y hasta filosóficas que pudieran ser, nos llevan a reflexionar que lamentablemente en nuestro país, el ciudadano que vota por una opción política y es defraudado en su mandato conferido, queda en auténtico estado de indefensión ante la felonía de su “representante”.
En nuestro país, urge una Procuraduría Federal del Elector, que vele por los derechos adquiridos del votante y sancione a quien incumplió sus promesas (o previamente a quien presente publicidad falsa o engañosa), llegando al punto de resarcir el daño causado. Eso sí sería verdaderamente darle poder al ciudadano. Pero lamentablemente, no estamos preparados para esta conversación…
