Ícono del sitio Apartado MEX

Nivel y calidad de vida… Entendiendo la diferencia

Nivel y calidad de vida... Entendiendo la diferencia

Nivel y calidad de vida... Entendiendo la diferencia

VAN DE LA MANO, PERO NO SON LO MISMO: En muchos países, México entre ellos, la clase política presume un día sí y otro también que, con sus programas económicos -la mayoría improductivos y con alto costo a largo plazo- se eleva el nivel de vida de la población, es decir: hay más ingreso (per capita, por supuesto), acceso a bienes y servicios (¡benditas remesas!), una renta mensual gratuíta (e inflacionaria) y mil mentiras más.

Este nivel, como ha ocurrido en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Grecia, Argentina y Zimbabwe, se acaba al omitirse -intencional y perversamente- al que debería de ser el hermano gemelo del nivel de vida: La Calidad de Vida.

La calidad de vida es un concepto más amplio que incluye no solo el nivel de vida, sino también otros factores cualitativos que afectan el bienestar y la satisfacción general de las personas, chequemos algunos de sus indicadores y pensemos si los tenemos en esos conceptos amplios y borrosos que tautológicamente nos venden como “bienestar”:

¿Usted goza, además de la dádiva mensual, de salud física y mental, de satisfacción laboral, de un medio ambiente y calidad ambiental sanos, de seguridad para usted, su familia y su núcleo social, de una armoniosa relación social y familiar y, en general, de una amplia libertad personal y derechos humanos? Si su respuesta es negativa -y seguro lo es-, aunque aumente o mantenga su poder adquisitivo, no tiene CALIDAD DE VIDA.

Leer también: Parkinson y el presupuesto base cero… Sueño Imposible

Mientras el nivel de vida se enfoca en los aspectos materiales y económicos, la calidad de vida abarca un espectro más amplio de factores que contribuyen al bienestar general.

Este fenómeno, ignorado por oportunistas y demagogos, es descrito por autores como Richard Easterlin, que en su obra, de fácil lectura y comprensión, pero ausente de las esferas políticas de barra brava, “Income and Happiness: Towards a Unified Theory” (“Ingresos y Felicidad: hacia una Teoría Unificada”), plantea la denominada “Paradoja de Easterlin”, que señala que un aumento en los ingresos no siempre se traduce en mayor felicidad o bienestar.

Destaca la importancia de factores no económicos en la calidad de vida.

¿Tenemos calidad de vida en México?: Tomemos una familia promedio (sin desconocer que un 40% de la población vive en la pobreza o pobreza extrema) con ingresos mensuales de 20,000 pesos. Aunque esta familia tiene un nivel de vida aceptable en términos de ingresos y acceso a servicios básicos, su calidad de vida está afectada por factores como la inseguridad, la contaminación y la calidad variable de los servicios de salud y educación. Un buen nivel de vida no siempre garantiza una alta calidad de vida.

HAY CÓDIGOS DE REFERENCIA: Para tranquilizar a los que piensan que no hay países con nivel y calidad de vida, les informamos que no son conceptos excluyentes, son complementarios y, si no existen, es por trasfondos perversos o, simplemente, por la incapacidad gubernamental para generarlos.

El gobierno es el máximo generalista para cumplir esta tarea. Países como Noruega, Suiza y Australia no solo tienen economías fuertes y altos niveles de ingresos, sino que también ofrecen a todos sus ciudadanos un entorno de vida saludable, seguro y satisfactorio, lo que se refleja en los diversos índices de calidad de vida.

Te recomendamos: Totalitarismo o Democracia… ¿De tin marín?

En otra arista de este cuadro, hay países que, a pesar de tener un buen nivel de vida, enfrentan problemas, atávicos o religiosos, que afectan la calidad de vida de sus ciudadanos. Qatar y Arabia Saudita tienen altos niveles de vida medidos por indicadores económicos como el PIB y el Ingreso per Cápita, pero sus problemas significativos en derechos humanos y libertades civiles afectan negativamente la calidad de vida de su población.

Predominan restricciones en la libertad de expresión, trato a los trabajadores migrantes, y derechos de las mujeres, que son cruciales para una alta calidad de vida.

En el tercer lado de nuestro cuadro ubicaríamos a países como Costa Rica, o Vietnam, que, a pesar de tener un nivel de vida relativamente bajo medido por indicadores económicos, logran proporcionar una alta calidad de vida a sus ciudadanos a través de factores como la cohesión social, la satisfacción personal, la salud y el bienestar general.

Te podría interesar: La economía de la verdad… Y la mentira de las encuestas

La calidad de vida no depende exclusivamente de los ingresos económicos, sino de una variedad de factores que contribuyen al bienestar general de las personas.

En el lado más triste de nuestro cuadrado se encuentran países como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Lesoto, Zaire y muchos del continente africano, que no tienen ni nivel de vida (poder adquisitivo) ni calidad de vida (bienestar, seguridad, armonía social).

¿Y MÉXICO?: Según el Banco Mundial, el PIB per cápita de México en 2023 fue de aproximadamente $10,000 USD, inferior en un 12% al del 2018, lo que coloca al país en una posición de ingresos medios a nivel global, esto significa que, en términos de Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita, el mexicano promedio (el que sufre pobreza no) tiene un nivel de ingresos moderado comparado con economías desarrolladas, y lo que es peor, el nivel de vida de “alto nivel” se concentra en segmentos como la delincuencia, la política o neo empresarios oportunistas surgidos en los últimos 30 años.

En cuánto a la calidad de vida, tampoco podemos echar las campanas al vuelo, de acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), México ocupó el lugar 74 de 189 países, con una puntuación de 0.779, sobre una máxima de 1.000.

En el Índice de Progreso Social 2023, México se encuentra en la posición 54 de 168 países, enfrentando desafíos crecientes en seguridad personal y derechos personales.

Leer: Caravana con sombrero ajeno

Aunque México tiene áreas con alta calidad de vida, como ciertos barrios en la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y otras capitales estatales, muchos mexicanos enfrentan problemas relacionados con la inseguridad, la corrupción y la desigualdad.

Estos factores afectan negativamente la calidad de vida, a pesar de los avances, relativos, en educación y programas sociales.

Deformados por la corrupción, ni el llamado “modelo neoliberal” ni la aún indefinida “cuarta transformación”, han logrado, para la mayoría de la población, un buen nivel de vida, los promedios de ingresos y acceso a bienes y servicios expresan polarización y una inequitativa distribución de la riqueza (¿ya fue usted esta semana al súper?, ¿encontró lo que buscaba al precio anterior?).

Por su parte, y lo más importante, la calidad de vida se deteriora día con día, la inseguridad y la corrupción siguen siendo problemas lacerantes y crecientes.

La calidad de vida varía significativamente entre las áreas urbanas y rurales, así como entre diferentes estratos socioeconómicos.

El camino actual inició como el de Venezuela, ¿queremos terminarlo igual? ¿Es más importante la Copa América que la coherencia de nuestro tejido social?. Es triste, pero parece que la respuesta es… ¡Sí!

DE FONDO:

Conciliando nivel y calidad de vida, la corriente de pensamiento económico representada por Thomas Piketty, Gabriel Zucman e Isabella Weber, denominada “economía progresista” combina elementos del keynesianismo tradicional, que aboga por la intervención del estado en la economía para estabilizar el ciclo económico y promover el pleno empleo, con un énfasis moderno en la equidad y la justicia social.

Inspirándose en estas propuestas, modelo de gobierno en Alemania y los países nórdicos, México podría enfocarse en fortalecer sus instituciones judiciales y de control, asegurando que sean independientes y efectivas en la lucha contra la corrupción.

Esto incluye mejorar la transparencia en el gasto público y fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas. En conjunto, si esto ocurriera, tendríamos mejor calidad de vida… y quizá democracia.

DE FORMA:

Este esquema, presentado recientemente en la “Declaración de Berlín”, propone una lógica reforma del sistema de bienestar social para hacerlo más sostenible y centrado en la incentivación del trabajo y la reducción de la dependencia del estado.

La reforma del estado de bienestar para hacerlo más sostenible y centrado en la incentivación del trabajo ha sido otro enfoque adoptado en varios países.

Países escandinavos, conocidos por sus generosos sistemas de bienestar, han implementado reformas para asegurar la sostenibilidad a largo plazo y fomentar la participación laboral. El dar, sin producir, solo lleva a la muerte del origen y el destino de los recursos y a una polarización social que ya empezamos a sufrir.

DEFORME:

Termina el mito del “superpeso”. Nunca hubo tal. Había “dólares baratos” porque, gracias a las remesas y a las exportaciones automotrices había un exceso de dólares que no se demandaban porque, simplemente, no había inversión.

Hoy el dólar se encarece porque se demanda, no para invertir, sino para sacarlo del país ante el panorama del peor mal de la economía mundial: la incertidumbre.

TE PUEDE INTERESAR:

Salir de la versión móvil