COSTO DE LA VIDA: Érase que se era una buena señora que tenía un hijo de 15 años que medía 1.60 metros (de altura, obviamente), un año después, su hijo “dio el estirón” y alcanzó la altura de 1.75 metros, el muchacho había crecido la nada despreciable cantidad de 9.4%. Un año después, nuestro personaje medía 1.78, solamente creció el 1.7%, pero no dejó de crecer, hasta alcanzar la basquetbolera altura de 1.85 metros. Es decir, contra la altura inicial, tuvo un crecimiento 15.62%. Creció menos cada año. Pero creció.
El cuento viene a colación porque refleja una de las mentiras político-económicas más cacareadas en nuestro medio: “La inflación está disminuyendo”. No, para nada, los precios siguen subiendo día con día. ¿Ya fue usted al súper esta semana? El costo de la vida se refleja en precios cada vez más altos
Lo que ocurre es que, sobre una base de precios más amplia, el porcentaje de aumento es menor, pero en NÚMEROS REALES, el precio es superior. Un litro de aceite que subió de 78 a 150 pesos, aumentó -del 2021 al 2022- el 92.3%. Hoy -2023- ese litro de aceite subió “solamente” un 60%, es decir, cuesta (ejemplo real) 240 pesos el litro, 90 pesos más que el año pasado -y conste que este aún no termina-, un aumento real superior a los 72 pesos que tuvo en el período anterior. Ah, pero los encargados de (deformar) la economía nos dicen que “disminuyó la inflación”. Lo grave es que mucha gente lo cree.
MENTIRAS: La “política”, está llena de estas mentiras, que disfrazan precios, costos y gastos y soslayan y solapan endeudamientos, desviaciones y aplicaciones o maquillan obras y logros, no comprobables, por cierto. Y lo grave es que mucha gente lo cree.
Jason Stanley, filósofo y profesor de filosofía en la Universidad de Yale. Ha escrito libros como: “Cómo Funciona el Fascismo” y “Cómo Funciona la Propaganda”, en los cuales detalla cómo se utilizan la desinformación y la retórica engañosa en la política para manipular y movilizar a las masas. Stanley analiza las estrategias retóricas utilizadas por políticos y grupos extremistas para ganar apoyo a pesar de expresar afirmaciones falsas. De entre ellas, destacan:
- Promesas incumplidas: Que incluyen promesas relacionadas con la creación de empleo, la mejora de la atención médica o la reducción de impuestos, los precios de los combustibles y canastas básicas, etc.
- Negación de hechos científicos: Algunos políticos niegan hechos científicos establecidos, como el cambio climático o la eficacia de las vacunas, con fines políticos o ideológicos, a pesar de la abrumadora evidencia en contrario. Luego buscan otro puesto para seguir mintiendo.
- Exageraciones económicas: Con una verborrea impactante y gramaticalmente brutal, a menudo exageran los logros económicos de sus administraciones o culpan a sus predecesores por problemas económicos, simplificando en exceso las complejas realidades económicas.
- Manipulación de estadísticas: Los políticos suelen utilizar estadísticas de manera engañosa para respaldar sus argumentos. Esto puede incluir la selección de datos específicos que respalden su posición mientras ignoran otros datos relevantes. “Disminuyó la inflación”, “somos un país seguro”, “la violencia está disminuyendo”, “tenemos el mejor aeropuerto del mundo”. La gente les cree, o se compra su credibilidad, ya podría cotizar en bolsa.
- Promoción de teorías de conspiración: Desde la época hitleriana o, más recientemente, la de Bush Jr. en la “Guerra del Golfo” se han promovido teorías de conspiración sin fundamento, para ganar apoyo o distraer la atención de problemas reales. Estas teorías a menudo se basan en afirmaciones infundadas o desacreditadas.
Autores notables -más allá del “libro Vaquero”, por supuesto- como la alemana Hannah Arendt han escrito extensamente sobre temas políticos y sociales en el siglo anterior y el presente. En su libro “La condición humana” y otros trabajos, Arendt exploró la naturaleza de la política, la autoridad, el poder y la verdad en la esfera pública. Sus ideas sobre la importancia de la verdad y la responsabilidad política siguen siendo relevantes para comprender por qué la mentira en la política puede ser perjudicial. Hitler es la más fehaciente prueba.
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CONTRAVEVENO: Resalta su interés por descifrar el apoyo a políticos que expresan mentiras comprobables, fenómeno complejo y multifacético que involucra factores emocionales, cognitivos, sociales y políticos. Para abordar este problema, es importante promover la educación cívica, el pensamiento crítico y la responsabilidad de los medios de comunicación, así como fomentar un diálogo político más civilizado y basado en hechos verificables. Por eso, el que miente, se opone rotundamente, en el discurso y en la acción, a que estos temas permeen en la sociedad y busca generar una base de incultura manipulable y rencorosa. ¿Le suena conocido?
Para no sonar pesimistas, hay que señalar que no todos los políticos recurren a estas tácticas, y la gravedad de las mentiras puede variar considerablemente. Sin embargo, estas son algunas de las formas más comunes en que la desinformación y las mentiras pueden infiltrarse en la política cotidiana. La responsabilidad recae en los ciudadanos y los medios de comunicación para ser críticos y buscar información precisa y verificable. Mandela, Walesa, Bachelet, Pepe Mújica, Angela Merkel, Olof Palme, son de esos garbanzos de a libra a los que habría que estudiar… y seguir.
DE FONDO: La corrupción, las mentiras y la falta de interés o el sojuzgamiento cotidiano, han llevado a las masas al fenómeno de la desafección cívica que no es más que falta de interés, confianza o compromiso en relación a asuntos públicos y políticos. Puede manifestarse a través de la apatía hacia elecciones, la falta de participación en actividades comunitarias o el escepticismo hacia las instituciones gubernamentales. La percepción de que el sistema no responde a las necesidades de la ciudadanía suele contribuir a la desafección cívica. Fomentar la educación cívica y promover una mayor transparencia y participación ciudadana pueden ayudar a abordar este problema.
La falta de participación ciudadana dificulta la implementación de políticas públicas efectivas y la asignación adecuada de recursos. ¿Le suena conocido, otra vez? La falta de confianza en las instituciones también afecta a la inversión, genera la percepción de inestabilidad política, lo que a su vez se refleja en la confianza de los mercados (¿ya vieron el cierre de septiembre de la Bolsa Mexicana de Valores?) y en la actividad económica en general.
Quizá necesitamos menos redes sociales y más compromiso con el análisis de los números reales.
DE FORMA: Retomando el tema inicial, el más reciente informe de Bloomberg señala, en pocas palabras, que en América Latina, más que en otras partes del mundo, el COSTO DE LA VIDA sigue aumentando, aunque los dirigentes digan que “la inflación baja”. Después de Argentina, que ya superó un 100% el incremento de precios este año, los países más preocupados por la inflación (además del crimen y la corrupción) son Chile (33%), Colombia y México (31%), Perú (26%) y Brasil (21%). Nuestro muchacho del ejemplo sigue creciendo, pues.
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DEFORME: Difícil para analistas, sociólogos, politólogos, economistas, siquiatras y gente con el más mínimo sentido común, que las encuestas señalen que el mayor temor de los mexicanos es la inseguridad (casi el 80% de la población), que perciban y padezcan un deterioro económico personal, familiar y nacional (74.5%) y que, al mismo tiempo, ¡le den una aceptación del 60%! al causante de esos dos flagelos y de muchos otros. ¿Le echaremos la culpa al mestizaje que rechaza sus orígenes ganadores/perdedores y, por default rechaza todo y acepta nada (o solo limosnas, llamadas pomposamente “programas sociales)? ¡Qué bajo hemos caído! en su columna “Poder Económico”