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¿En realidad es el modelo que queremos?

¿En realidad es el modelo que queremos?

¿En realidad es el modelo que queremos?

CAUSAS Y EFECTOS: La rampante corrupción durante el gobierno del presidente Peña Nieto, con la llamada “Estafa Maestra” como buque insignia, 17 mil millones de pesos al tiradero de la historia, hicieron posible la llegada de una promesa de cambio que anunciaba barrer “de arriba hacia abajo” el desgastado sistema, bautizado de mil formas, y llegó la 4T.

Seis años después encontramos que no solo no se barrió, ahora debemos casi 6 billones de pesos adicionales, se ha perdido poder adquisitivo (¿ya fue usted al súper esta semana?) y se han colapsado instituciones como Segalmex, Insabi, CONACYT, Fonatur, etc. El daño económico es casi 100 veces mayor que el de la “Estafa Maestra”.

Tenemos un sinfín de promesas, ocurrencias y puntadas de valor económico irrecuperable, superior al billón de pesos:

Venta/Rifa y desaparición del avión presidencial:

Considerado un lujo innecesario y un ejemplo de los excesos de gobiernos anteriores. El avión “se rifó”, se guardó y se supone (información reservada) que se vendió al gobierno de Tayikistán (fácilmente ubicable en Google Maps), que debió de pagar (suponemos) solamente 92 millones de dólares de los 218 millones de dólares que costó el avión y que se prometió recuperar en aras de una austeridad republicana que, al parecer, solo existe para los ciudadanos cándidos.
Construcción del Tren Maya: A pesar de los avances, el proyecto ha enfrentado numerosos retrasos y problemas legales, ambientales y de consulta con comunidades indígenas.

Aeropuerto Felipe Ángeles en Santa Lucía:

Aunque el aeropuerto se ha inaugurado y se refuerza como destino carguero, no ha cumplido con las expectativas y promesas en términos de funcionalidad y capacidad.

Refinería Dos Bocas:

Este proyecto ha tenido sobrecostos y retrasos significativos, y aún no ha empezado a operar, a pesar de que se “inauguró el 2 de julio de 2022.

Desabasto de medicamentos:

Se rometió resolver el desabasto de medicamentos en el sector salud, especialmente para niños con cáncer, pero el problema persiste y se agrava, día con día.

Seguridad Pública:

A pesar de la creación de la Guardia Nacional, los índices de violencia y homicidios no han disminuido, el sexenio por terminar ha roto todos los records de crímenes y violencia. La versión oficial señala que “solo han aumentado los homicidios, no la violencia” (sic).

Crecimiento económico:

Se prometió un crecimiento económico anual del 4%, pero el crecimiento ha sido mucho menor, incluso negativo en algunos años. A pesar del aumento cuantitativo del salario mínimo, hoy se necesita 20% más que en 2018, de ese ingreso, para adquirir una canasta básica. Se nos ha mentido con las cifras de la inflación.

Combate a la corrupción:

Aunque se pregona lo contrario, la corrupción sigue siendo un problema significativo en todos los niveles de gobierno.
Sistema de salud como en Dinamarca o Canadá: Se prometió un sistema de salud de primer nivel, pero el sistema se acerca más al de Haiti que al del país nórdico.

Descentralización de las dependencias federales:

Se prometió trasladar a las secretarías y dependencias federales a otros estados para descentralizar el gobierno, y se anunciaron los destinos de las dependencias, ¿Alguien ha visto al señor Torruco despachando en Quintana Roo?. Esta medida simplemente no se ha implementado.

Creación de 2 millones de empleos anuales:

No se ha alcanzado la cifra prometida de 2 millones por año. Los empleos que se crean son de menor poder adquisitivo que los que desaparecen y la masa trabajadora en la informalidad ha crecido exponencialmente.
Reducción de precios de gasolinas y electricidad: Los precios de las gasolinas y la electricidad no han disminuido y en algunos casos han aumentado.

Programas de infraestructura en comunidades indígenas:

Aunque se han anunciado varios programas, muchos de ellos han tenido problemas de implementación y no han alcanzado los objetivos prometidos.

Manejo de la deuda pública. Se prometió disminuirla significativamente. En números absolutos -los que importan- se inició con una deuda, acumulada, en más de 100 años, del orden de 10 billones de pesos, hoy es de 15.57 billones, un incremento real, sin soporte productivo, de más del 50%, con su costo correspondiente.

Retorno de los militares a los cuarteles. Las fuerzas armadas continúan desempeñando un papel significativo en tareas de seguridad pública. Sin embargo, la violencia y el narcotráfico siguen siendo graves problemas en México. Adicional e inexplicablemente, se ha incrementado su participación en tareas como la construcción del aeropuerto, del Tren Maya y de diversas obras civiles.

¿QUÉ OCURRIÓ?:

A los ojos de una población que se siente engañada, esto sería más que suficiente para expresar, de la forma más democrática posible, su rechazo al modelo que no cumple, en modo alguno, las promesas de un bienestar que, como palabra hueca, solo sirve como insignia vacía en tarjetas, programas y membretes institucionales. Venezuela, en la miseria, creo una “Secretaría de la Felicidad” (se decreta que sean felices o…), aquí “o vivímos en bienestar, pese a todo, o…”

La percepción de los proyectos incumplidos y el descontento resultante son factores que, muchos pensaron, resultarían determinantes de los resultados electorales. Sin embargo no fue así.

A pesar del deterioro socioeconómico y de la venezolización del país, con una perspectiva catastrófica en cuanto a la estabilidad económica, y asumiendo que no hubo “mano negra” en el resultado de las elecciones, 35 millones de mexicanos decidieron, gracias a los “programas sociales” de dinero en mano, contante y sonante, que el modelo debe de continuar.

¿Por qué ocurrió esto?

La explicación es simple, el partido en el poder suele tener control sobre los recursos del estado, lo que les permite utilizar estos recursos para ganar apoyo electoral. Este esquema, poco democrático, incluye programas de asistencia social, distribución de alimentos y otros beneficios directos a la población que, aunque no resuelvan los problemas de fondo, generan lealtad a corto plazo. ¿Quizá caímos en este supuesto?

Si las recientes elecciones fueron claras y seguir el modelo descrito es el reflejo de la voz de la gente, sería deseable reconstruir la economía y el entramado social y cambiar las ideas o las ocurrencias por acciones productivas, programadas y transparentes, que le den a la gente un futuro mejor. Hasta ahora, no parece ser así.

DE FONDO:

Cuando el poder se conserva a través de elecciones que no son libres ni justas. La manipulación de los resultados, la intimidación a los votantes, la inhabilitación o eliminación de candidatos de la oposición y el control de los organismos electorales son factores que pueden influir en los resultados a favor del partido en el poder. Cuando sobreviene la crisis, muchas personas dependen directamente de las ayudas del gobierno para sobrevivir. Este tipo de dependencia se traduce en un voto de lealtad hacia el partido que les garantiza esas ayudas, aunque las condiciones generales del país no mejoren.

DE FORMA:

Lo que en realidad ocurre es que, al caer la captación fiscal, aumentar la deuda y su costo y al perderse recursos considerables en actos de corrupción o proyectos improductivos, los programas sociales desaparecen y sobreviene un estado de miseria que, empíricamente, se puede comprobar en países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Zaire, Zimbabwe, Grecia, etc.

Todos arrasados por el mismo modelo económico que, por medio del “síndrome de Estocolmo”, permite que los partidos en el poder mantengan el apoyo suficiente para ganar elecciones, incluso cuando no cumplen con sus promesas de campaña.

DEFORME:

A una semana de las elecciones, leemos: “El superpeso tropieza y pierde 8% de su valor, tiene la peor semana desde la pandemia”; “La bolsa muestra su desconfianza ante el panorama político, pierde 7.3%”; “Producción petrolera sigue su racha descendente”; “Crecimiento de la Economía se enfría, la inflación se calienta”. Sin duda, y sin análisis de fondo, estamos “requetebién”.

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