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El impago de la deuda y sus consecuencias

Estados Unidos se acerca peligrosamente al impago de sus compromisos

Estados Unidos se acerca peligrosamente al impago de sus compromisos

En 1982, cuando, según el presidente (populista) José López Portillo, deberíamos de estar “administrando la riqueza” que nos darían las reservas petroleras y el alto precio del energético, pésimas decisiones de política económica y el afán de estatizar todo, hasta la banca, provocaron lo que, en términos técnicos se denomina impago, o default, para los sajones.
En ese momento, México enfrentaba una grave crisis económica y financiera, que se agravó con la caída del precio del petróleo y el aumento de las tasas de interés internacionales. El impago de la deuda externa tuvo un impacto significativo en la economía del país y en su relación con los mercados internacionales.
Muchos de los que en ese entonces no habían nacido, y los acomodaticios de hoy que ya lo habían hecho, pero no aprenden lecciones de la experiencia, ignoran las similitudes que hay ahora con las causas que provocaron un atraso de más de 10 años en la economía mexicana, crisis que se superó con las reformas estructurales que trajo consigo la nueva etapa del liberalismo.
No podemos olvidar la devaluación del peso, la inflación, la caída del producto interno bruto (PIB) y el aumento del desempleo. Esta crisis se extendió durante la década de 1980 y tuvo un impacto significativo en la calidad de vida de la población mexicana. Esto provocó el llamado “efecto tequila”, que tuvo un impacto significativo en la economía mexicana y en la de otros países latinoamericanos, y llevó a una serie de reformas económicas y financieras en México para abordar los problemas subyacentes que habían llevado a la crisis.
La crisis económica y el ajuste consecuente, tuvieron un impacto desproporcionado en los sectores más vulnerables de la población mexicana, como los trabajadores informales, los campesinos y los pueblos indígenas. Esto contribuyó a una mayor desigualdad social en el país, que se iba superando poco a poco con el resurgimiento de una clase media trabajadora y aportadora de la mayor parte de los recursos fiscales. Las reservas monetarias, que se agotaron en 1982 por su uso inadecuado, llegaron a superar los 178 mil millones de dólares para 2018. El sistema económico funcionaba, la corrupción lo limitaba.
Otros países como Grecia, Argentina, Venezuela, Puerto Rico y Brasil, han enfrentado situaciones similares con consecuencias devastadoras. Argentina, en 2 ocasiones.
Hoy, ahora mismo, las alarmas mundiales encienden sus focos rojos ante la posibilidad de que la economía más grande del mundo -todavía-, la de Estados Unidos, se declare en incapacidad de cubrir sus obligaciones crediticias al no aprobar el Congreso, por obra y gracia de los representantes republicanos, una ampliación al llamado “Techo de la deuda”, mismo que ha crecido de 6 billones de dólares en el año 2000, a 31.4 billones en este año.
En términos de deuda per capita, cada norteamericano debía, en el inicio del sigo XXI, 16 mil dólares, hoy deben, al momento de nacer, 20,000 billetes verdes.
Claro que Estados Unidos puede pagar su deuda, en dólares, simplemente imprimiéndolos, pero una reforma constitucional les impide rebasar el techo de su deuda sin autorización del Congreso. El presidente Biden ha solicitado 2.8 billones más, lo que condicionan los republicanos a cambio de una reducción de 4.8 billones en el gasto público y en los principales programas sociales.
Setenta y cuatro veces, en la historia, el Congreso ha incrementado el techo de la deuda. Solo en 2011 se llevó al límite la negociación y esto espantó tanto a los mercados que tuvieron una perdida de casi 3 billones de dólares, Ahora la situación es más complicada y ya los mercados empiezan a sufrir y los metales a subir sus precios.
La deuda externa de los Estados Unidos ha aumentado por una combinación de factores económicos y políticos, entre los que destacan sus déficits presupuestarios constantes durante décadas. O sea que el gobierno ha estado gastando más de lo que ingresa. Para financiar este déficit, ha tenido que pedir prestado dinero a nivel nacional e internacional, lo que ha contribuido al aumento de la deuda externa.

Adicionalmente, los Estados Unidos han estado involucrados en numerosos conflictos militares desde la Segunda Guerra Mundial. Los gastos militares asociados con estas guerras han sido enormes y han contribuido significativamente al aumento de la deuda externa.
Y, la gota que derrama el vaso ellos mismos la han llevado a niveles críticos, la tasa de
interés que Estados Unidos paga por su deuda externa puede afectar significativamente la
cantidad de dinero que deben. Cuando las tasas de interés son bajas, el costo de pedir
prestado dinero es menor y los Estados Unidos pueden pedir prestado más dinero a menor
costo. Cuando las tasas de interés son altas, el costo de pedir prestado dinero es mayor,
lo que ha dificultado que los Estados Unidos paguen su deuda externa.
Un impago de deuda de los Estados Unidos, imposible, según Biden, provocaría una
recesión mundial superior a la de 1929-34. Y su solución, de darse, de todos modos
afectaría al resto de las economías del orbe. Sobre todo las que tienen reservas y deudas
en dólares. El dólar podría perder su papel de moneda de cuenta mundial y cedérselo al
Euro o al Yuan, lo que generaría una masa incontrolable de dólares hacia los Estados
Unidos, con su hiperinflación correspondiente.
El tema, económico se ha politizado, como casi todo hoy. El día “X”, cuando el tesoro ya
no cuente con un centavo para pagar, está cerca. La semana pasada erogaron 120 mil
millones de dólares de los 300 mil que les quedaban. Para esta semana se deben de pagar
otros 80 mil millones.
Hacemos la observación porque las casas de apuestas señalan 70% de posibilidades de
impago, y no es un tema menor, incluso para México, por las remesas y por el 80% de
comercio exterior que tenemos con nuestros odiados vecinos. Un impago implicaría, de
inmediato, la pérdida de 3 millones de empleos y el cese de pagos a pensiones, becas y al
sector salud, un panorama social impensable, pero posible. Janet Yellen lleva desde
comienzos de mes avisando abiertamente que el impago se producirá el día 1 de junio, en
caso de no alcanzar un acuerdo, ese sería el fatídico día “X”.
DE FONDO: Al tiempo que aumentan las reservas del BANCO DE MEXICO, los mercados
sufren una de sus más fuertes caídas y el dólar se bambolea. Los capitales golondrinos
aplican su principio de “aversión al riesgo” y salen a su país de origen abandonando el
mercado de valores por un seguro mercado de metales. Cuando las tasas estaban bajas
valía la pena buscar un mayor rendimiento, pero con el impago norteamericano al acecho
y con un un creciente riesgo país, por falta de políticas públicas coherentes, la inversión
cae dramáticamente. Aunque no se produzca el impago, el Euro y el Yuan son favorecidos
por las políticas de los conservadores republicanos.
DE FORMA: Para los que se oponen radicalmente a las políticas públicas que impliquen
inversión privada, sobre todo si es extranjera y, más aún, si exacerba el nacionalismo a
ultranza, les informamos que en China, COMUNISTA, se abre una empresa EXTRANJERA,
cada 26 minutos, en todos los sectores, inclusive el energético. Esta “suave” transición de
economía de estado a economía privada le ha permitido crecer a tasas superiores al 10%
en la última década, con todo y pandemia, y le permitirán alcanzar a la economía
norteamericana, si las tendencias se mantienen, para el año 2025, además, es su principal
acreedor, estos orientales neoliberales siguen las reglas del mercado y prestan… para que
les sigan comprando.
DEFORME: El Banco de México nos vende la idea de que, durante el mes de abril, la
inflación, reflejada en el aumento de precios, disminuyó a 6.25%. El acero, el cobre, el
bronce, el vidrio y la mayoría de las materias primas, han experimentado alzas hasta de un
140% en un año. Más hogareños, lo mismo ha pasado con el aceite, el huevo, el pan, las
tortillas, el frijol y (casi) todo lo que contiene una verdadera canasta básica. INEGI, más
cauto, informa que revisará esos componentes. La verdad es que los precios no bajan.
Estados Unidos, nuestro principal proveedor, enfrenta alzas mensuales hasta de un 0.39%
en sus precios al productor y al consumidor. Y en México nos dicen, sin probarlo, que “han
bajado los precios”. Eso afirma, en las mañaneras, el que ahora ¿paga? 25% más por sus
“vuelos comerciales”.

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