Cuando la “gente común y corriente” o incluso la mayoría de los “especialistas” -de
academia o de café- hablan de Economía, se refieren, principalmente al crecimiento o
decaimiento económico reflejado en el PIB, a la inflación, al desempleo, incluso al gasto
productivo o improductivo de megaobras con presupuesto desfasado.
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Hoy, al borde de lo que la teoría de los ciclos económicos identifica como recesión y que
se mide por el movimiento del Producto Interno y por la inflación (estanflación, dirían los
analistas), vale la pena reflexionar sobre una de las causas principales. Motivo de razón
suficiente, diría Leibniz, desde el siglo 17. Hablamos de la Economía de la Seguridad.
La Economía de la Seguridad es una rama relativamente reciente (como la Economía
Circular) de la economía que se enfoca en el análisis de los costos y beneficios de la
seguridad en distintos ámbitos, como la seguridad física, la seguridad cibernética, la
seguridad en el transporte, entre otros.
La Economía de la Seguridad
La Economía de la Seguridad se basa en la premisa de que la seguridad no es gratuita y
que su provisión implica un costo que debe ser considerado al momento de tomar
decisiones sobre políticas públicas, inversiones privadas, entre otros aspectos. Tiene un
costo de oportunidad muy alto y puede desorientar cualquier otra intención de actividad
productiva. Venezuela es un claro ejemplo, Nicaragua y Cuba también.
Entre los temas que aborda la Economía de la Seguridad se encuentran la evaluación de
riesgos, la eficiencia de los sistemas de seguridad, la valoración económica de la vida
humana y la propiedad, el análisis de los incentivos para la inversión en seguridad, entre
otros.
La Economía de la Seguridad es una disciplina en constante evolución, ya que la
seguridad es un tema que está en continua transformación y presenta nuevos desafíos.
Recientemente, el presidente de la República aseveró que “México es un país más seguro
que los Estados Unidos” y que “se puede viajar por todo el país con seguridad”. El número
de muertos por violencia y la seguridad cibernética cuestionada al máximo demuestran lo
contrario. Pero además, en nuestro enfoque de hoy, hay un altísimo costo económico que:
a) No resuelve el problema y b) Desvía recursos de inversiones productivas.
Precisemos: La economía de la seguridad es un tema que afecta a muchos países en todo
el mundo. Algunos países pueden tener más problemas en este ámbito debido a factores
como la inestabilidad política, la violencia, el terrorismo, el crimen organizado y la
corrupción, entre otros. Algunos ejemplos de países que enfrentan desafíos significativos
en la Economía de la Seguridad incluyen:
México ha estado luchando contra la violencia y el crimen organizado durante
mucho tiempo. Los carteles de la droga, la corrupción y la violencia asociada han
generado importantes desafíos para la economía y la seguridad del país.
Colombia: Colombia ha experimentado décadas de violencia y conflicto armado, que ha
tenido un impacto significativo en la economía y la seguridad del país. Aunque ha habido
avances en la reducción de la violencia y el fortalecimiento de la seguridad, aún existen
desafíos significativos.
México
Afganistán: Afganistán ha estado en guerra durante décadas, lo que ha tenido un impacto
devastador en la economía y la seguridad del país. El terrorismo, la violencia y el
narcotráfico son algunos de los principales desafíos que enfrenta el país.
Nigeria
Nigeria enfrenta una serie de desafíos en materia de seguridad, incluyendo el
terrorismo, el crimen organizado, la piratería y la violencia intercomunitaria. Estos
problemas han tenido un impacto significativo en la economía del país.
Venezuela
Venezuela enfrenta una serie de desafíos económicos y de seguridad,
incluyendo la inestabilidad política, la violencia y la corrupción. Estos problemas han
tenido un impacto significativo en la economía del país y en la calidad de vida de sus
ciudadanos.
Sólo 8 por ciento de los trabajadores del mundo viven en países con condiciones
favorables en materia de seguridad económica, es decir, hay coherencia entre lo que se
invierte en seguridad y el número de delitos que ocurren, a los que se agregan verdaderas
políticas y acciones de regeneración de los delincuentes, señala un estudio generado por
el Programa sobre seguridad socioeconómica de la OIT.
Por supuesto, México no está incluido en este mini universo y la situación, al igual que el
gasto destinado a su solución, se incrementan día con día y podríamos decir que nuestro
entorno es más bien de una “Deseconomía de la Seguridad”. Y no puede haber “otros
datos”. ¿Cuánto cuesta cercar el Palacio Nacional cada vez que hay un evento en el
zócalo? Seguro que mucho más que una liquidación de funcionario con 14 años de trabajo
en el INE.
En 2021, el impacto económico de la violencia en México, lo que se dejó de consumir, de
producir o de invertir, se estimó en 4.9 billones de pesos (243 mil millones de dólares),
equivalente al 20.8% del PIB de México, y a tres veces la deuda de PEMEX. Las
disminuciones en delitos como homicidio, secuestro y robo apuntalaron el impacto
económico negativo de la violencia.
En contraste, el gasto del gobierno para garantizar la seguridad -hay que recordar que el
gobierno es el que tiene el monopolio de la violencia y la obligación de contenerla- alcanzó
los 633.1 mil millones de pesos, 31 mil millones de dólares que de ninguna manera
mejoraron la seguridad de los ciudadanos. El gasto en contención de la violencia
comprende los gastos del gobierno en seguridad pública, las fuerzas armadas y el sistema
judicial. Otros 364 millones de pesos se gastaron en “seguridad cibernética” que no evitó
Por otro lado, el Índice Global de Paz, elaborado por el Institute for Economics and Peace,
evalúa el nivel de paz y seguridad de 163 países, señala en su última edición, publicada
en 2020, que Islandia, Nueva Zelanda, Portugal, Austria y Dinamarca, son los países con
mejores puntuaciones. Se gasta poco y la seguridad es mucha, también son los de
menores índices de corrupción.
En tanto, el Índice Global de Ciberseguridad de 2020, elaborado por la Unión Internacional
de Telecomunicaciones (UIT), ubicó a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia y
Noruega como los países con las mejores puntuaciones en ciberseguridad.
Como podemos observar, México no está entre los mejores países en materia de
seguridad, y millonarios recursos se pierden cada año, con resultados descendentes.
Nuestro país ha enfrentado importantes desafíos en materia de seguridad en las últimas
décadas, lo que ha afectado su calificación en Economía de la Seguridad y en otros
indicadores relacionados con el tema. Aunque se pretenda, no se puede tapar el sol con
un dedo.
Entre los factores que han contribuido a la situación de (in)seguridad en México se
encuentran el narcotráfico y el crimen organizado, la violencia relacionada con el tráfico
de drogas y la presencia de grupos delictivos violentos, la corrupción en instituciones de
seguridad, la falta de recursos y capacitación en fuerzas de seguridad, entre otros.
Además, la inseguridad ha tenido un impacto significativo en la economía del país, al
afectar la inversión, el turismo, la competitividad y el desarrollo económico en general. Un
impacto negativo de 20 puntos por año en el PIB es difícil de comprender, y de sostener.
Ahí tendríamos, por ejemplo, la solución al problema del agua en 16 Estados ya en
situación de urgencia.
Cierto que, como en otros temas, México ha implementado diversas medidas y políticas
para mejorar la seguridad en el país, incluyendo reformas legales y en el sistema de
justicia, inversiones en infraestructura (el viernes hablábamos de cárceles privadas) y
capacitación de fuerzas de seguridad, entre otros esfuerzos. Sin embargo, la situación de
seguridad en el país sigue siendo un desafío importante y se requiere un enfoque integral
y sostenido para lograr mejoras significativas en el corto y largo plazo.
De fondo
En relación al problema de seguridad, la solución contra el aumento de delitos
ha sido aumentar el número de prisiones y, peor aún, aumentar el número de delitos para
tener ocupadas esas prisiones. Negocios lucrativos para unos, pero socialmente
negativos para todos.
De forma
Bajó la tasa de desempleo a su mínimo nivel histórico, 2.72% de la Población
Económicamente Activa. Esto no refleja que, en febrero, se perdieron 400 mil plazas
formales y las “cubrieron” con 391 mil informales. Tampoco dice esa relativa cifra que
disminuyó la Población Económicamente Activa, porque 200 mil mexicanos se dieron por
vencidos y dejaron de buscar empleo. En puerta aumento de la informalidad, que ya
rebasa al 57% de la PEA y, tristemente, la delincuencia y la inseguridad.
Deforme
Un “albergue” con rejas y candados sirvió de horno crematorio a 42 migrantes
-hasta ahora- que no supieron o no quisieron expresar su inconformidad social en sus
países de origen. El punto aquí es que si se les había prometido trabajo, permisos de
estancia y “bienestar”, ¿por qué estaban enjaulados?