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¡Corrupción en Oferta!… 2×1 en Escándalos y Desconfianza

¡Corrupción en Oferta!... 2x1 en Escándalos y Desconfianza

¡Corrupción en Oferta!... 2x1 en Escándalos y Desconfianza

“Como las malas enfermedades, la corrupción es a menudo predecible, prevenible y curable” David Nussbaum (Transparencia Internacional).

CORRUPCIÓN: “El que no tranza, no avanza”; “La corrupción somos todos”, son solo dos ejemplos del humor (negro) mexicano que alude a la incongruencia y provoca el cambio emocional que va del enojo a la risa ante situaciones que, de tan cotidianas, se hace difícil pensar que puedan ser erradicadas. En este caso se habla, claro está, de la corrupción.

El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional evalúa anualmente a 180 países y territorios en función de la percepción de la corrupción en el sector público.

Este índice asigna una puntuación a cada país, basada en datos de 13 fuentes externas, incluyendo al Banco Mundial y el Foro Económico Mundial, entre otras.

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Con metodologías muy refinadas, el índice se sustenta en múltiples encuestas de opinión que captan las percepciones sobre la corrupción en los gobiernos mundiales.

El resultado no podía ser mas desalentador, en una escala del uno al 10, en dónde 10 es el puntaje máximo y cero el mínimo, tres cuartas partes de los países tienen un puntaje inferior a cinco y hay una estrecha correlación entre el grado de pobreza de cada país y su nivel de corrupción, ¿o no es así, Venezuela?

En el 2020 señalamos nuestra decepción por el nada honroso lugar número 124 y la bajísima calificación de 3.1 –la misma que obtuvieron países como Ghana y Cuba- que México obtuvo en el grado de corrupción que se percibe entre los funcionarios y los políticos pese al avance que se logra, conceptualmente, en la definición de leyes y normas anticorrupción (de lengua nos comemos muchos platos).

Parece que las modas de transparencia, derechos humanos, declaraciones patrimoniales publicadas, la creación de múltiples procuradurías, y muchas otras medidas, no están funcionando como debieran, de acuerdo a la percepción ciudadana.

Quizá por eso el gobierno está aniquilando al Instituto nacional de Acceso a la Información con la clara idea de que “ojos que no ven, corazón que no siente”.

PERCEPCIÓN:

Pues bien, en el índice 2023 – en el inminente mes de enero tendremos el correspondiente a 2024-, ¡lo logramos!, caímos al lugar número 126 y nuestra ya reprobada calificación mantuvo el reprobatorio 3.1.

El IPC plantea situaciones relacionadas con el abuso del poder público para el beneficio particular. Incluye temas como el soborno de funcionarios, pagos irregulares para la obtención de fondos públicos, malversación de fondos públicos y la corrupción electoral, administrativa y política.

Sin cambios de fondo contra el resultado del año pasado, la sociedad mexicana percibe un alto grado de corrupción en los partidos políticos, en el aparato legislativo, en los cuerpos policíacos y en el sistema judicial, en ese orden.

¿Será por eso que los recientes brotes de inconformidad social rechazan a estos cuatro sectores como garantes de la solución de sus problemas o será que la conciencia de la poca o nula eficiencia de estos cuerpos da lugar a los brotes de inconformidad? En cualquiera de los casos, los actores y el resultado son los mismos.

Especialistas nacionales e internacionales, y reconocidas universidades van más a fondo, diversos estudios señalan que el costo de la corrupción en México asciende a poco más del 10% del PIB per capita.

Es decir, cargamos con una carga “no fiscal” equivalente al 10% de lo que producimos; en números duros, cada mexicano paga mil dólares anuales en actos de corrupción, es decir, la cloaca pública obtiene 140 mil millones de dólares para mantener su merecidísimo lugar 126.

Por cierto, el primer lugar, el país menos corrupto es Dinamarca, con más de 9.3 puntos, sobre 10, de calificación, ah, pero no tienen “un Sistema de Salud” como el nuestro.

SOBORNO:

Es importante destacar que, dentro de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa la última posición en términos de percepción de la corrupción. Asimismo, en el grupo de las 20 economías más grandes del mundo (G20), México se encuentra en el penúltimo lugar, solo por delante de Rusia.

Y en materia de soborno en relación al comercio internacional (usted pasa, yo no veo) ocupamos el lugar número 27 sobre 30 y aunque en este índice las empresas chinas e indias son las más susceptibles a recibir “gratificaciones” por “aligerar trámites”, lo que podemos vislumbrar es una de las razones por las que el contrabando proveniente de estas economías asiáticas está acabando con sectores completos de la nuestra.

Por último, se calcula en 140 mil millones de dólares el costo de la corrupción en México y se percibe al sector público como al más susceptible de estas prácticas tan nefastas como comunes. Sí y no, un acto de corrupción, consta de al menos dos participantes, una que otorga (la parte suministradora) y un interesado (la parte solicitante).

Transparencia Internacional resalta la proliferación de un tercer actor ligado a ambas partes, el intermediario, “coyote” o “conecte”, dispuesto a “colaborar” para beneficiarse de las formas de riqueza adquiridas ilícita o injustamente. Participan, entonces, el que mata la vaca, el que le agarra la pata y el que lleva a ambos al establo.

La paradoja sobre todo este tema es que 76% de los mexicanos percibe que la corrupción es, después de la inseguridad, el aspecto más dañino para la sociedad y para la economía, pero, curiosamente, esa misma proporción es la que representa (dicen que en su nombre) a la población en el Congreso de la Unión.

Una de dos, o la población está conforme con la corrupción, o ésta es la que llevó a la sobrerrepresentación y no nos hemos dado por enterados.

Mala nota, en verdad, esta de Transparencia Internacional.

Y mala noticia para México. No bastan los códigos, las leyes y las normas, hay que aplicarlas, pero parece ser que esta disociación entre lo que se dice y lo que se hace forma parte, cada vez más, de la esencia filosófica del mexicano y, peor aun, de su identidad. Corrupción, mentira y cinismo, el peor coctel que una sociedad puede degustar, puaaaafffff.

DE FONDO:

Cifras del Banco de México señalan que las tasas de interés que se cobran por los saldos en las tarjetas de crédito son de alrededor del 40%, aunque hay instituciones que cobran hasta el 60%.

Lo que no parece correcto que por nuestros ahorros “forzosos” (Afores), nos paguen tan solo 3.5% promedio. Si cobran de acuerdo al “riesgo” (eso dicen), debieran de pagar de igual forma, porque el riesgo del ahorro individual es nulo para el banco e infinito para el ahorrador. Se cumple el principio de la “teoría de los juegos”, pero en perjuicio del jugador que corre el mayor riesgo.

Absurdo y grosero ¿y nuestros representantes populares? Ah, muy ocupados destruyendo al poder judicial junto con nuestro poder adquisitivo.

DE FORMA:

Subieron los precios 0.46% en octubre y la inflación anualizada llegó al 4.69%, la oficial, conste, la del súper ya rebasó, en pleno Halloween, el 30%. Dice BANXICO que por culpa del jitomate y del tomate verde, cosas de la metodología que ya hemos criticado y comentado. Con todo, la inflación anualizada está desfasada un 56% contra el objetivo del banco de México, con todo y su punto porcentual para arriba o para abajo (33% de margen que se toman los sesudísimos analistas).

DEFORME:

Difícil en verdad que se cumpla la proyección y más difícil aún que se implemente un índice acorde con la realidad y no uno de ponderaciones subjetivas. A ningún ama de casa le han subido los precios el 4% en este año y como muestra, los precios que más se han incrementado son los de los servicios que presta el sector público (¿ya cargó usted gasolina esta semana?). Los precios al productor se han incrementado más del 7.5% y los de los recursos para formar capital (los que generan productividad) han subido más del 15%. El 4.69% es una referencia estadística para el discurso, la realidad opera en contrario sensu. Y apenas inicia el sexenio…

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