HIGIENE MENTAL: Sin salirnos del ámbito económico, y del poder que representa, y para iniciar agosto con un poco de higiene mental, hoy dejaremos a un lado temas como Venezuela, la inflación (¿ya fue usted al súper esta semana?) o el Tren Maya y abordaremos un tema vigente, un tanto trivial, pero interesante en su contenido y que merece, además el análisis del quien (realiza) y del cuánto (cuesta). Hay Juegos Olímpicos, sí, pero ¿cuánto cuesta realizarlos y vale la pena? Como en todo esquema económico, la respuesta es ambigua, a veces sí, a veces no.
Los Juegos Olímpicos son uno de los eventos deportivos más grandes y prestigiosos del mundo, atrayendo la atención de millones de personas y generando una considerable expectación global ¿Cuántas horas/TV lleva usted esta semana?. Sin embargo, más allá de las hazañas deportivas, la organización de unos Juegos Olímpicos tiene implicaciones económicas profundas y multifacéticas que afectan tanto a la ciudad anfitriona como al país en general.
Históricamente, encontramos desde triunfos en todo sentido (Los Angeles 1984) hasta terribles fracasos (Atenas 2004) o expectativas destruidas por fenómenos externos (Tokio 2020/2021).
Aunque algunos Juegos Olímpicos han logrado recuperar o incluso superar los costos iniciales a través de ingresos y beneficios a largo plazo, muchos otros han dejado deudas significativas y legados complejos. La clave está en una planificación cuidadosa y en la capacidad de maximizar los beneficios a largo plazo para la ciudad y el país anfitrión.
LOS BUENOS, LOS MALOS Y LOS OTROS:
Como en todos los sectores o ámbitos económicos, los países que han logrado utilidades directas e indirectas por la organización de unos juegos olímpicos (el COI, como la FIFA, nunca pierde) son los que tuvieron una gestión organizada, profesional, especializada y con estrategias de desarrollo a largo plazo, los casos de fracaso, como Atenas 2004, salpicados de improvisación y corrupción, llevaron a pérdidas irrecuperables e incluso generaron crisis económicas a nivel nacional.
Veamos cuatro casos concretos:
Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984:
Son un ejemplo exitoso de gestión, donde se logró un superávit significativo debido a la reutilización de instalaciones existentes y un enfoque en la rentabilidad.
Juegos Olímpicos de Atenas 2004:
Fueron un ejemplo negativo, con un legado de instalaciones infrautilizadas y una carga de deuda considerable que afectó a la economía griega durante años.
Juegos Olímpicos de Londres 2012:
Se consideran un caso de éxito relativo, con un enfoque en el legado a largo plazo y la regeneración urbana, pero sin recuperación económica directa.
Juegos Olímpicos de Tokio 2021:
Tokio se había preparado para dejar un legado urbano positivo, similar al de Londres 2012, con inversiones en infraestructura que seguirán beneficiando a la ciudad en el futuro. Sin embargo, la carga de la deuda y el mantenimiento de estas instalaciones podrían representar desafíos a largo plazo.
Originalmente programados para 2020 pero pospuestos debido a la pandemia de COVID-19, presentaron fenómenos únicos y significativos que afectaron tanto los costos como los ingresos previstos. La pérdida por venta de boletos casi alcanzó los mil millones de dólares, cifra semejante a la del diferimiento de los Derechos de Transmisión y la venta de souveniers y playeras representativas.
MÉXICO 68:
Y como México ya tuvo sus propios juegos olímpicos, empañados por la crisis política y social de 1968, buscamos los datos económicos del evento en el baúl de la historia. Como en Londres, años después, no hubo retorno inmediato de la inversión, pero el legado, aunque deteriorado y mal conservado (¿ha ido últimamente a la Alberca Olímpica o al Palacio de los Deportes, hoy Palacio de las Goteras?).
Datos oficiales señalan que el costo total de los Juegos Olímpicos de México 1968 fue de aproximadamente 150 millones de dólares de la época. Algunas fuentes sugieren que podría haber llegado a 200 millones de dólares si se incluyen todos los gastos relacionados, como infraestructura y mejoras urbanas.
Se construyeron o mejoraron varias instalaciones deportivas, incluyendo el Estadio Olímpico Universitario, el Palacio de los Deportes, y la Alberca Olímpica Francisco Márquez. También se desarrolló la Villa Olímpica en el sur de la Ciudad de México para alojar a los atletas y el personal técnico. Actualmente es una Unidad Habitacional con servicios deficientes.
México aprovechó los Juegos para realizar mejoras significativas en la infraestructura urbana, como la construcción de nuevas avenidas, la expansión del sistema de transporte, que no persistió, y mejoras en las comunicaciones, que se perdieron en la última década.
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Al igual que en la mayoría de los Juegos Olímpicos anteriores a los años 80, los ingresos directos por derechos de transmisión y patrocinios fueron relativamente modestos en comparación con los estándares actuales.
El modelo de negocio de los Juegos Olímpicos, con grandes acuerdos de derechos de transmisión y patrocinios globales, no estaba tan desarrollado como en la actualidad. La venta de entradas fue una fuente de ingresos, pero no se tienen cifras precisas disponibles.
En términos de legado, México utilizó los Juegos para modernizar su infraestructura y proyectar una imagen de progreso en la escena internacional. Muchas de las instalaciones construidas para los Juegos han continuado en uso para eventos deportivos y culturales.
A partir de estos juegos (con la excepción de Berlin 1936) empezó a destacar el contexto político, incluyendo la masacre de Tlatelolco, que afectó la percepción pública del evento dentro y fuera del país.
Son los juegos, entonces un modelo económico de triunfos y fracasos y en cada país se impacta de acuerdo al esquema de planificación que se siguió. Para decirlo en términos actuales, Atenas fue un modelo Venezuela (eliminados en la preclasificación) y Los Ángeles un modelo Dinamarca (medalla de oro en economía).
Fuente: Excelencia Total
DE FONDO:
Diez millones de familias pobres en México subsisten gracias a las remesas que 40 millones de mexicanos, que no encontraron empleo en México, envían mensualmente a sus familias. Tan solo en junio, México captó 6.213 millones de dólares en remesas, un avance mensual de 14,4 % y una subida interanual de 26,2 %. Lástima que el 40% sean de dudosa procedencia a más dudoso destino.
DE FORMA:
También en junio, la tasa de desocupación llegó a 2.8%, sin incluir a los desempleados que, de plano, ya no buscan trabajo, ni a los beneficiarios de programas sociales que ni estudian, ni trabajan, pero sí votan. Hay 863,862 mexicanos más sin empleo y, simultáneamente, hay un incremento sustancial en la delincuencia.
DEFORME:
Ana Gabriela Guevara pasea en Paris mientras los atletas mexicanos compiten sin apoyo de la CODEME.