Varios lo saben, muchos más no, pero trabajé con Silvia Tanús muchos, muchos años, fue mi maestra en política.
Es una mujer dura, exigente, muy meticulosa, ordenada, enojona y muy, muy exigente, por si no lo había dejado claro. ¡Si lo sabré yo!
Tenía 20 años cuándo la conocí y 22 o 23 años cuando empecé a trabajar con ella.
Un día me llamó a su oficina, me pidió sentarme y con un gran cariño, con un amor casi maternal, me dijo: “Hija, tienes de dos, eres la cabrona, o eres la pendeja, ¿cuál quieres ser?”
Ella así demuestra su cariño, a chingadazos y a mí me quiere de a madre… o sea, como una madre.
Pues, ¿adivinen qué decidí? ¡Obviamente ser la cabrona! Y acabé convertida en ‘una chiva loca’ que nadie controla. Así que, cualquier reclamo, ‘pasen a la siguiente ventanilla’.
Hace ya muchos años también que me fui, pero evidentemente le guardo un enorme cariño, a ella y a su familia.
Recientemente le dije que es una ‘suertudota’ porque trabajé con ella, me respondió que yo era la de la suerte. Sigo pensando y sostengo que la de la suerte, es ella.
Debido al largo tiempo que trabajamos juntas, puedo jactarme de conocerla un poquito… Un poquitito nada más.
Les puedo decir con conocimiento de causa, que las campañas operadas para golpearla, básicamente le dan risa. Igual que a mí me dieron risa.
Desde el jueves pasado, luego de que Isabel Merlo solicitara licencia al Congreso, leí cada cosa… Igual que todos.
Seguro pensaron que a tuitazos iban a tirar a Silvia Tanús y a quitarle lo que le correspondía por derecho. ¡’Parfavaaaaaar’!
A quién le dedicó tanta energía, saliva y whatsapps, “operando que no llegara al Congreso”, le puedo decir que no sabe nada de operación.
Los cosas buenas se hacen bien y las cosas malas, mejor. Y no, no lo hiciero nada bien.
Tampoco tuve la necesidad de hablar con ella para poder darme cuenta qué versiones salían de mentes que, desde la desinformación, pretendían pasar por muy enteradas.
Nada más les faltó enredarla en la bandera y jurar que se iba a lanzar desde Palacio Municipal.
Puedo asegurarles que la Señora ama tanto la vida, que la vi dejar de fumar de un día para otro, así, de tajo. Porque si algo le sobra, es determinación. Ama demasiado la vida como para lanzarse al vacío o perderla por tonterías de terceros.
No escribo de ella por cautela, por respeto y por cariño, porque lo primero que van a decir es que me dicta y le van a echar la culpa de todo. Sí, así como dicen que me dicta el Yunque. Así como dicen que me dicta el gobernador. Sí, así como dicen que me dicta medio mundo.
Lo cierto es que hoy me tomo la licencia, porque hay que reconocer que dentro de las filas del PRI no hay un actor o actora, que pueda llenar sus zapatos, por lo menos no en el ánimo de la dirigencia de su partido.
Porque bien podrían incorporar a Víctor Manuel Giorgana, él también conoce muy bien la operación del Ayuntamiento, pero, por supuesto que su presidente de partido -y no me refiero al estatal-, no lo va a respaldar.
No será nada sencillo pagar el costo de la curva de aprendizaje, porque quienes componen la terna del dirigente nacional del PRI para suceder a Silvia Tanús, no conocen de las obligaciones y responsabilidades de la posición y mucho menos, cuentan con la experiencia para desempeñar el cargo.
Soy partidaria del relevo generacional, sí, pero hay lugares y momentos para aprender. No es momento de dar espacios de gran responsabilidad a personas sin experiencia. Porque los que acabamos pagando los platos rotos, somos los ciudadanos.
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