Por fin llegó el último día de comer como loquitos, porque varias y varios andaban muy ‘destrampaditos’.
Espero que paguen sus deudas, porque “las deudas de la Rosca de Reyes son deudas de honor” y los tamales son simplemente imperdonables en este día de la Candelaria.
Pero entremos en materia, sabemos bien que entre los tamales, como entre los políticos, siempre preferimos a alguno.
Hablemos de tamales:
El tamal de mole. Por supuesto que para los poblanos, el tamal de mole es el rey, es el que más le gusta a todos, es dulce pero también salado, casi siempre lleva pollo y es la carne que menos daño hace. Es el que más fácil comemos todos, para acabar pronto.
El tamal de rajas. No es del gusto de cualquiera, primero porque sabemos que es altamente probable que las rajas piquen. Luego, el queso, a veces sale muy salado y no es del agrado de mucha gente. Además es seco. Si no queda de otra, pues te lo comes, pero la realidad es que pocos lo buscan.
El tamal de dulce. Puede engañarnos, a veces lleva crema y a veces pasas, con crema le gusta a más gente, con pasas no. El problema es que solo podemos saberlo hasta desenvolverlo y aún cuándo le quites las pasas, el sabor permanece.
El tamal de salsa verde. A una buena cantidad de gente le gusta, algunos lo prefieren más con cerdo, otros con pollo, hay quienes hasta les cae bien con queso, pero, en términos generales, el de salsa verde le va bien a la mayoría.
El tamal jarocho. Si bien no es poblano, se ha ganado un lugar entre nosotros y hay que reconocerlo, es sabroso. Es más húmedo y menos poroso, pero el sabor que le da la hojita santa con esa salsita roja, agrada a más de uno.
Si pudiéramos trasladar las características de los tamales a los aspirantes a la gubernatura de Puebla, ¿quién sería cuál?
¿Alejandro Armenta qué tamal creen que sería?
¿Y Eduardo Rivera?
¿Nacho Mier?
¿Julio Huerta?
¿Humberto Aguilar Coronado?
Ahí se los dejo de tarea, escríbanme y díganme.
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