Este jueves en rueda de prensa, Mundo Tlatehui asestó el que parece el golpe final, a las aspiraciones de Eduardo Rivera… digo, de Felipe Velázquez. Como si fuera una maniobra en Mortal Kombat, llevó a cabo un ‘Fatality blanquiazul’ al sumarse a Mario Riestra y Genoveva Huerta en el proceso de elección de la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional.
Edmundo, es nada más y nada menos el líder moral del municipio más panista del estado. Es el único que logró soportar el resultado de la mala campaña que llevó a cabo Eduardo Rivera en la elección pasada. No solo cargó con esa piedra de molino al cuello, además sentó las bases para que Lupita Cuautle ganara la elección a la Presidencia Municipal de San Andrés Cholula.
El ‘Fatality blanquiazul” se suma a dos golpes tremendos que recibió esta semana el equipo de Eduardo Rivera para el que Felipe Velázquez pareciera prestar nombre y prestigio.
Augusta Díaz de Rivera, Marcos Castro y el PAN que ellos dirigen, recibieron una multa por irregularidades nada más y nada menos por 58 millones de pesos.
Hagan de cuenta el simil de Adán Domínguez, pero en el PAN.
¿Es que Felipe Velázquez y los integrantes de su planilla riverista piensan que el panismo poblano puede perdonarles esos “errorcitos”?
Yo creo que no, pero seguramente ellos sí.
Y a pesar de que esta semana han hecho el mayor esfuerzo por tratar de convencer a la militancia blanquiazul de que Felipe Velázquez no es parte del Yunque, hay un error que el candidato cometió desde agosto y que ahora hace tambalear su intento de campaña de desvinculación.
En aquél hermoso y veraniego mes, el dos veces secretario de Eduardo Rivera informó a varios cuadros panistas la que para él era una gran noticia. Había recibido el visto bueno del excandidato a la gubernatura para buscar la presidencia de su partido.
Esto, a pesar de que Rivera le informó que no era su candidato, pero tenía luz verde para avanzar con sus aspiraciones.
¿Si Felipe Velázquez no formara parte del Yunque o no intentera serlo, le habría pedido permiso al líder moral de ese grupo?
No sé qué estén pensando Ustedes, pero yo creo que no.
De esto hablé en mi monólogo del 20 de agosto: La mano de Eduardo Rivera para la interna del PAN.
“El cuarto (aspirante), se trata de alguien a quien Eduaro Rivera no había considerado pero acabó dándole permiso. Sí, aunque no lo crean, nuestro personaje fue a pedirle permiso, ¿su nombre? Felipe Velázquez”.
El problema ahora no es que haya pedido permiso, el problema es que habló de su solicitud con varias personas panistas.
¿Cómo destruyes esa narrativa ahora en campaña?
¿Cómo te desvinculas de lo más nocivo y rancio del panismo poblano cuando sobran pruebas de que eres parte de ese grupo?
¿Eso es un “auto Fatality blanquiazul”?
Por si fuera poco, Felipe en entrevistas habló esta semana de Susana Riestra y su diputación. Pero ¿cómo se atrevió a poner en duda la carrera política de la diputada local? Si va a meterse en la cancha de la violencia política de género, se le olvidó un nombre… Liliana Ortíz, ¿no? Es lo malo de hablar por hablar, si no, pregúntenle a Adán Domínguez.
Por cierto, por congruencia, esta declaración debería ser reprobada por parte de las mujeres de la planilla de Felipe. ¡Antes que panistas son mujeres!
¡Ah, se me olvidaba! Me falta hablarles del segundo golpe que recibió Eduardo Rivera disfrazado de Felipe Velázquez. Por si se lo estaban preguntando, fue que el CEN del PAN echó para atrás el intento de Augusta Díaz de Rivera de incorporar a nuevos consejeros de la nada, para contrarrestar el tsunami que se les viene encima.
¡Esperen que ahí no para la cosa! La planilla de Velázquez convocó a medios para denunciar que hay irregularidades en el proceso que organiza Augusta Díaz de Rivera… eso se llama fuego amigo, ¿no? Luego, ya en la rueda de prensa, la ex diputada Lupita Leal señaló cómo una virtud de Velázquez no haber hecho candidata plurinominal a su esposa, que sí fue candidata del Riverismo y que tiene una trayectoria que avala que se la hayan concedido, y es tan válida como la de Susana Riestra.
La súbita reacción parece más bien una reacción. Lo de Mundo Tlatehui sí que les dolió.
Como sea: jueves, fatality, blanquiazul, Mundo Tlatehui… ¡Uffffff!
Déjenme si estoy llorando…
Hoy es un día triste para mí, hoy se cumplen 8 años de la partida de mi adorada Selene Ríos.
La tercera semana de noviembre de 2016 estuve varios días con ella en la Ciudad de México.
Platicamos muchas horas durante varios días en los que no podía conciliar el sueño. Nada contrarrestaba el dolor que le provocaba el cáncer que se había extendido por su debilitado cuerpo.
Hablamos como lo hicimos por años, hasta el amenecer, cuando nos rompíamos los sesos tratando de arreglar imaginariamente el mundo y riendo hasta las lágrimas diciendo tonterías.
Selene era alérgica a los opiaceos y no había sedación que disminuyera la tortura de su enfermedad.
Una noche me recosté con ella en aquella cama de terapia intermedia en la que estaba postrada.
Durante varias horas le di masaje en la espalda y hablamos.
Con la voz débil producto de la intubación a la que la sometieron durante sus días en coma y haciendo un gran esfuerzo, tuvimos una charla de esas a las que no muchos le hubieran encontrado sentido.
En algún momento de esa larga madrugada le dije que ella y yo ibamos a ser como Alicia y el Sombrero en Alicia en el País de las Maravillas. Porque luego de su partida nos ibamos a encontrar “en los jardines de la memoria y en el palacio de los sueños”.
Ella respondió:
Itirri, ¿sabes dónde están los jardínes de la memoria y el palacio de los sueños? ¡En la luna, porque yo soy la diosa de la luna! —eso significa Selene, diosa de la luna—, ahí es donde tú y yo nos vamos a encontrar.
Unos días después, un martes 6 de diciembre a medio día, acompañé a su hermana Irlanda y a Arturo Rueda a Valle de Los Ángeles en medio de la confusión que me generó una bomba de ansiolíticos y la incapacidad de manejar mis emociones. Fui testigo de cómo dos hombres introdujeron su cuerpo terrenal en un horno para cremarla y fue la última vez que la vi.
¡Ay, querida Rayas! ¿Quién iba a pensar que te burlaste del Doc y de mí porque lloramos en el cine en Chilpancingo y terminaste siendo destinataria de esta canción? ¡Y aunque odiabas ese tipo de música, te jodes!
Déjenme si estoy llorando, me hace falta mi mejor amiga…
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