¿No han visto como que a Nacho Mier y Fernando Manzanilla les andan saliendo nuevos amigos por todos lados? Denominaremos a estos nuevos tiempos, los del “neomierismo” y el “neomanzanillismo”.
Y ¿a qué se debe? Pues sencillo, a que “todo el mundo estaba esperando el mejor momento para demostrar que siempre quiso a Nacho Mier y a Fernando Manzanilla”.
Pero, claro, “todos estaban amenazadísimos” desde Casa Aguayo. Obvio no, pero sí le temían al gobernador Barbosa, sin duda.
Y claro, cuando uno tiene la cola larga, debe procurar “amarrarse la trompa” y no para comer menos, sino para evitar decir tonterías.
Pero no nada más están los que por supervivencia no podían, o no querían, “abrirse” a favor del diputado federal y de su coordinador de “campaña – no campaña”, también están los que hablaban pestes de ellos porque “la circunstancia lo requería” y ahora los llenan de halagos y de comentarios complacientes.
Primero, no los bajaban de perdedores y les adjudicaban los peores adjetivos en las redes sociales y en las sobremesas.
En el mejor de los casos, esos “valientes críticos” ya habrán limpiado sus ‘time lines’ y si no, se están tardando. Recuerden que Google tiene memoria.
Pero, adivinen qué, las personas también tenemos memoria, ¡aunque Usted, no lo crea!
Estos nuevos tiempos, los de los poblanos que se asumen parte del “neomierismo” y el “neomanzanillismo”, son tiempos complicados. Muchos serán recibidos, pero pocos correspondidos y es que, en serio ¿creen que Nacho y Fernando se pegaron en la cabeza? ¿O que tienen mala memoria? ¿Creen que se harán ciegos, sordos y olvidadizos? ¡Por favor!
Ya puedo escuchar a los miembros del “neomierismo” y del “neomanzanillismo”:
“¡Siempre supe que le ganarían a Barbosa!”
“¡No había manera de que el difunto los frenara!”
“¡Esto iba a pasar con él o sin él!”
“¡Tarde o temprano nuestros caminos iban a traernos a este punto!”
¡Imaginen los diálogos salameros de todos aquellos que quieren ser bien vistos por el posible candidato a la gubernatura de morena y su muy probable coordinador de campaña!
Un día, hace no mucho tiempo, alguien me preguntó ¿”por qué no quiero a Nacho”? Porque he señalado en mi columna errores que, a mi parecer, ha cometido su equipo.
No sabía que para querer a alguien hay que decirle todos los días que es el más guapo, o el más inteligente, o el más cabrón, o que es perfecta o perfecto. No sabía que odiar a alguien implicaba criticarlo. Tampoco sabía que solo hay de dos sopas: querer u odiar a Nacho Mier. Pero, bueno, ya me enteré.
Siendo honesta, cuando odio a alguien, básicamente lo ignoro, porque no merece mi atención en absoluto.
Los Mier y yo, yo y los Mier, sabemos del cariño que nos une desde hace muchísimos años. Pero eso es algo que no tengo por qué andar contándole a todo el mundo y menos “presumiéndolo”. Es más, que me presuman ellos a mí, no cualquiera tiene el placer de conocerme, ¡suertudotes!
Quien me conoce bien, sabe el gesto que acabo de hacer al escribir esto.
Definitivamente no me van a ver como una “lamebotas” más, seguiré siendo la misma persona a la que, por lo menos dos miembros de la familia Mier, conocen un poquito.
Por lo que toca a Fernando Manzanilla, solo una vez hemos hablado y de frente le dije lo que pienso de él. Le dije lo que una gran amiga de los dos opinaba, el cariño que le tuvo en vida y lo que eso me producía.
Puedo reconocer las bondades y virtudes de la gente y criticar su proceder político y profesional, pero no hay manera de que me vean escribiendo odas y versos en su honor.
Así que si creen que voy a empezar a decir que Nacho Mier y Fernando Manzanilla son los más guapos, los más inteligentes y los más cabrones, como otros, cámbienle de página, hay varias dónde encontrarán plumas de ese estilo.