¿Con cuánta ligereza se revictimiza a las personas por el simple hecho de ir quedando bien por la vida con alguna actora o actor político?
¿Qué sienten al saber que la labor de informar ha sido desplazada por el interés personal de quien comunica? O de quien le dicta.
En muchas ocasiones me han dicho que soy la pluma del Yunque.
Es la hora en que no conozco a alguien que porte un ‘cucurucho’ y una túnica y me haya dicho, que pertenece a esa organización. Es más, sería la pluma más tonta del Yunque porque no me han dado un peso hasta el momento.
Dicen que tengo un problema personal con el presidente nacional del PRI y no, no lo tengo. Es más, el señor ni me topa, a menos que ‘alguien’ que tenga comunicación directa con él haga el favor de mandarle mis columnas… Como ya lo ha hecho antes. Pero sí, sí tengo una aversión por los corruptos, no la puedo negar, ‘sorry not sorry’.
Han dicho que me dictan de Casa Aguayo. El día que quieran pongo sobre la mesa que me indiquen mi celular debloqueado y los reto a que me digan quién demonios me dicta.
Llegamos a un punto en la vida en el que pareciera que todos nos movemos por instrucción. Y aunque no lo crean quedamos algunos, pocos, que lo hacemos por convicción.
No cabe duda, el león cree que todos son de su condición.
Dudo que quiénes hoy revictimizan orquestadamente a una mujer que fue atacada por otra mujer, de acuerdo con las autoridades electorales, lo hagan por convicción. Lo hacen más bien por instrucción.
También supongo que lo que viene de compensación, viene bien, porque correr el riesgo de una denuncia, gratuitamente, me parece el acto de un verdadero ‘kamikaze’.
Pero, ¿realmente eso es lo que queremos leer? ¿Lo que alguien más manda dictar?
¿Realmente nos interesa ver mensajes cargados de vulgaridad, obsenidades y faltas de respeto?
¿El debate que queremos en redes sociales es el de personas que se limitan a usar groserías para denostar a quiénes les parecen incómodos o con quiénes no congenian?
¿Alguien se habrá detenido a pensar qué demonios quieren consumir los lectores? Porque seríamos demasiado soberbios si creyéramos que la gente ama lo que publicamos y más cuando esas columnas son dictadas.
Hemos permitido -y me incluyo como una columnista más, no porque alguien ‘me tire línea’-, que las agendas económicas y personales se conviertan en opinión, cuándo quién opinia debería intentar esforzarse por ser objetiva y objetivo.
Decía mi querida Selene Ríos que Google tiene memoria y tenía razón, todo lo que decimos y publicamos hoy, alguien nos lo recordará mañana.
Comparto esta reflexión en un día en el que la esperanza abandonó este cuerpo pecador, mañana será mejor, pero hoy, necesitaba escribir esto.
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