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El arte del engaño

El arte del engaño... de Julio Scherer

El arte del engaño... de Julio Scherer

En cualquier caso, el arte del engaño resulta ser el mejor don de muchos y eso no habla solo de su pobreza de espíritu, sino también de su escasa capacidad operativa… es bastante lamentable.
Esta es la historia de una inyección, no solo de miel, sino también de veneno. Pero sigan leyendo, porque eventualmente las historias de las inyecciones de miel y de veneno se entrelazarán.
Como diría el gran filósofo Babo, al que recordarán por ‘rolonononones’ —a los que yo no les puse nombre y si les molestan, pues… ¡Sorry!— como Shorty Party, La Pelotona, Culón Culito o El Arte del Engaño:

“Y ya te habías tardado en inyectarme tu veneno
He caído de tu cielo y no he chocado con el suelo
Pero solo quiero y pido, seguir estando vivo
Para verte darte cuenta del error que has cometido”

Fragmento de “El Arte del Engaño” de Cártel de Santa

Esta canción describe un poco la relación entre Andrés Manuel López Obrador y Julio Scherer. Pese a la gran cercanía y el gran cariño que López le profesó siempre a Scherer, él decidió valerse de inyecciones de veneno para su beneficio.
Optó por engañar e intentar manipular al presidente cuando contaba con toda su confianza y eso se llama traición.
Más allá de los actos de corrupción y de tener en su haber un patrimonio por el que la FGR lo está investigando, Scherer intentó engañar a su jefe en múltiples ocasiones y “operar” para lograr que sus aspirantes se convirtieran en candidatos y posteriormente, en gobernantes. Lo intentó en Sinaloa, en Guerrero, en Tijuana y en muchos, muchos lugares más y eso no se hace… ¡no, no no!
Uno de esos engaños estuvo a punto de cambiar la vida de Puebla.
Cuenta la historia, que no leyenda —porque esto es real— que, en el año de 2018, Julio Scherer, logró que Enrique Cárdenas acariciara la candidatura a la gubernatura de Puebla.
¿Cómo?
Engañando a Miguel Barbosa, que en paz descanse… O no.
Le hizo saber al entonces aspirante a la gubernatura por Morena que el candidato a la Presidencia de México, ya se había decidido por alguien. Ese alguien era Enrique Cárdenas.
Miguel Barbosa en ese momento entendió que el mensajero era el mensaje.

Si eso era lo que transmitía la mano derecha del casi presidente de la República, entonces, era real.
No había opción, debía declinar.
Horas más tardes recibió una llamada, la que verdaderamente importaba, de quién verdaderamente importaba, preguntándole por qué había dado ese paso. Le ordenaron reincorporarse al proceso de inmediato.
La historia de los intentos de engaños de Julio Scherer a lo largo y ancho del país han sido muchas y todas han terminado en lo mismo. Ha intentado tirar a gente del cielo, pero ni uno ha llegado a tocar el suelo.
Es ahí dónde se entrelazan la historia de la inyección de miel y la de veneno, el del veneno está aconsejando al de la miel y ya involucraron a un tercero en la narrativa.
Scherer lleva días intentando crear una percepción distinta a la realidad en Puebla. Por eso los festejos, por eso hay algunos actores proclamándose ganadores de la encuesta y tratando de enturbiar el proceso. Pretenden reventarlo como en la CDMX.
Si en esta ocasión, el exconsejero Jurídico del presidente lograra que se impusiera la mentira, sería la primera vez que lo consigue. Pero si la lógica histórica no miente, como él, eso no va a suceder.
Mientras tanto hay que observar con detenimiento: ¿quién de Morena sigue hablando del proceso interno? ¿Quién está ya dirigiendo su mirada a la siguiente etapa? Ahí es dónde se logra diferenciar la verdad del arte del engaño.

P.D. Ofrezco una sentida disculpa por la intermitencia de mis columnas en las últimas semanas, he tenido que atender algunos asuntos, pero a partir de hoy, vuelvo con consistencia y disciplina. Excelente inicio de semana.

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