Sería bueno que dejáramos de romantizar a nuestro país y entendiéramos en qué nos convertimos y la realidad en la que vivimos. No hay persona que pueda transformarse en una mejor sin antes pasar por la reflexión frente al espejo, muy dura, por cierto, pero se puede. Y somos un país que decidió convertirse, inconscientemente, en un país de víctimas a victimarios.
Morena presentó ayer un recurso en contra de la Suprema Corte por aceptar la queja del PAN ante la sobrerrepresentación. Habrá que recordar que antes era el partido que presentaba recursos para evitar que esto sucediera en las Cámaras. Morena es un partido que decidió convertirse de víctima del sistema, en sistema victimario.
Esto tiene consecuencias y graves, muy graves, no solo por el actuar del partido mayoritario frente a la exigencia de contrapesos de la oposición. Sino lo que está sucediendo a partir de que ganaran avasalladoramente y retornara con toda su fuerza un partido hegemónico y con él, la dictadura perfecta mexicana.
Vemos a un López Obrador, venido de víctima a victimario, dispuesto a destrozar lo que sea. Esto, con tal de hacer ver que tiene razón y sin medir las consecuencias que esto producen. Y será el presidente con la mayor aprobación histórica, eso no está a discusión, porque “le devolvió la dignidad a los mexicanos”, sí, eso ya se los expliqué y den click aquí si no lo leyeron. Pero al exterior, para los capitales extranjeros de los que dependemos en gran medida, lo que está sucediendo aquí, no es bueno.
Si bien la imagen a continuación es producto de factores externos, los internos también son importantes. No es casualidad que la curva del valor del dólar frente al peso tenga un punto de inflexión a partir de junio y se haya convertido en cóncava hacia arriba de manera sostenida.
Esta no es una conducta que afecte solo a políticos.
Convertirse de víctimas a victimarios es un tema de la sociedad en general. La que decide no abrazarse al perdón y la resiliencia, sino al rencor y los traumas.
Tenemos carreteras llenas de personas dispuestas a bloquear o robar, con la finalidad arrebatar o dañar. Y hacer lo que sea necesario a costa de lo que sea necesario para obtener lo que quieren. Porque una vivimos en una sociedad sumida en la pobreza que ve en arrebatar o delinquir el medio para poder “progresar”.
“Eso de la cultura del esfuerzo es para los débiles, mejor tomar las armas y lo que queremos”. Eso deben pensar sin llegar a este nivel de reflexión consciente.
Aprovecho para mandar un abrazo solidario a Blanca Alcalá y su familia, después de la espantosa experiencia que vivió, nadie lo merece, querida Blanca.
Pasando a temas más banales y porque México sabe más de La Casa de los Famosos que de la Reforma Judicial, el país está embobado con un reality. En el vemos a un “bully”, misógino, promotor de la pederastia (sobre esto basta revisar su TL de X por allá de 2013 donde glorifica el abuso sexual a mujeres menores de edad) disfrazado de “influencer”. Este personaje está violentando a sus compañeros en un ejercicio que debería estar considerado como tortura sicológica. Porque el encierro y la privación de la libertad son castigos y torturas.
Pues el tal Adrián Marcelo ha llegado al extremo de asegurar que va a hacer que Gala Montes, una de sus compañeras, “hable con razón”, pues lo ha nombrado por lo que es, un misógino y violentador. El fulano asegura que no teme ir a la cárcel para demostrarle que sí es lo que ella dice.
Eso se llama apología de feminicidio, la gente lo está viendo 24/7, el señor es un violentado convertido en violentador. Al que la gente de este país está justificando y cuyo comportamiento está normalizando.
Por cierto, el programa tiene alcance nacional y no veo a los Insititutos de las Mujeres o a las Secretarías de Igualdad Sustantiva ni a los Congresos Locales haciendo llamados a Televisa para que esto pare.
Y eso se traslada al día a día en nuestro país, somos un pueblo que prefiere transformarse de victimas a victimarios.
Digo somos, porque aquí vivo.
Porque a pesar de todo amo a mi país y creo que podemos ser mejores. Pero antes, deberemos reconocer lo que somos para convertirnos en algo mejor.