Para bien o para mal, Donald Trump asumió ya la presidencia de Estados Unidos. Lo hizo anunciando la llegada de una marea de cambio y el inicio de la edad de oro del país vecino. Con medidas enérgicas y muy controverciales, el presidente tiene planes también para nuestro país, ¿se trata de la bukelización de México?
Vamos por partes, ¿a qué me refiero con la bukelización de México?
Como de todos es sabido, el presidente de El Salvador es Nayib Bukele logró disminuir los índices de violencia de su país. Esto con políticas eminentemente antiderechos como las que enarbola la ultraderecha.
Aunque Bukele llegó a la presidencia como un político que pregonaba un mensaje de izquierda, en el ejercicio se ultraderechizó. Ahora privilegia la violación de los derechos humanos de la población bajo la justificación de la necesidad de imponer medidas ejemplares a los integrantes del crimen organizado.
Esto llevó a que se crearan las prisiones —como la CECOT— dónde se recluye a los delincuentes sin que medie una investigación ni se protejan sus derechos. Basta con una denuncia anónima para que se dé por sentado que los presuntos criminales son criminales.
Por si fuera poco, son prácticamente inexistentes las posibilidades de que las autoridades judiciales les escuchen a fin de defenderse de los señalamientos que los lleven a habitar una de estas prisiones.
¿Donald Trump pretende la bukelización de México?
La clave de si lo pretende o no, radica en el nombramiento de su embajador para México, de nombre Ronald Johnson. El diplomático es mejor conocido como Rambo y no porque se parezca a Sivester Stallone, sino por su perfil.
Contrario a Ken Salazar con quien sí hubo diferencias y hasta señaló a López Obrador de cerrar la puerta a la cooperación por su política —inexistente— de seguridad y la complacencia que demostró en favor del narcotráfico, el diplomático terminó despidiéndose con una rifa de sus tejanas —sombreros— entre periodistas.
Pues ahora viene Rambo.
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Johnson es un agente de la CIA. Además es asesor del Comando Sur —dedicado a entrenar a las fuerzas armadas de países aliados para combatir el narcoterrorismo—. También asesoró en la creación de la temible prisión CECOT, destinada a recluir, nada más y nada menos, que a los miembros de las pandillas salvadoreñas.
¿Siguen pensando que no se acerca la bukelización de México?
Con un perfil como el suyo, es difícil dudarlo.
Su misión será presionar y tratar con mano dura a la presidenta Claudia Sheinbaum. El objetivo será lograr que se retome la persecusión a los grupos criminales en nuestro país.
La política de abrazos no balazos del desaparecido Andrés Manuel López Obrador nos dejó graves costos. El incremento en la criminalidad, la violencia y, el peor, el estigma de la autoría de las desgracias de Estados Unidos del que difícilmente saldremos bien librados.
¿Se imaginan qué va a pasar ahora que además nos quedamos sin un Poder Judicial fuerte e independient? ¿Ahora quién podrá defendernos del señalamiento malintencionado de una persona sin escrúpulos que decida destruirnos asegurando que somos miembros del crimen organizado?
A esto debemos añadir los estragos generados por la cancelación de las citas CBP One para otorgar permisos temporales de trabajo. Y por supuesto no olviden las deportaciones masivas que ya iniciaron.
La política intervencionista de Estados Unidos en la vida de México atenta contra nuestra autodetermianción y nuestra soberanía.
Nos guste o no la cuarta transformación, todas y todos los que nacimos y vivimos en este país deberíamos tomar en consideración el llamado de la presidenta.
Si bien es cierto que el crimen organizado le ganó la carrera al gobierno, esto no justifica que Donald Trump se sienta con derecho y obligación de intentar forzar “la cooperación” de México. Puesto que evidentemente su objetivo no es solo lograr una intervención militar y así combatir a los cárteles de la droga.
El norteamericano pretende incidir políticamente en México.
Basta ver quiénes fueron los presidentes y primeros ministros invitados a su toma de posesión para saber cuál es el perfil de nación con la que él que colabora. Javier Milei de Argentina, Daniel Noboa de Ecuador, Georgia Meloni de Italia, Mateusz Morawiecki de Polonia y Nayib Bukele de El Salvador.
¿Qué tienen en común?
Todos ellos son presidentes de ultraderecha.
¿Donald Trump aspira a la llegada de la ultraderecha a México?
Seguramente sí.
Con ultraderecha no me refiero a la derecha del PAN, no. Me refiero a la ultraderecha del Yunque, a la de Eduardo Verástegui, de Gilberto Lozano, de FRENA, del Frente Nacionalista de México, de la Red Familia, de la Unión Nación y Revolución —agrupación negacionista del holocausto y promotora de conciertos neonazis— y demás organización identificados con cofradías como la española VOX.
La ultraderecha representa posturas racistas, xenófobas, anti LGBTQ+, antiaborto y antifemenistas.
Es de esta manera que se aniquilaría la lucha de todas y cada una de las minorías en México. Se daría al traste con la conquista de derechos gracias a la colaboración entre ciudadanía y la sensibilización de políticas y políticos a lo largo de la historia moderna de este país.
¡Qué caro nos está saliendo haber elegido en 2018 a Andrés Manuel López Obrador!
Sin duda el crimen organizado nos está ganando la batalla, pero ¿qué estamos dispuestos a sacrificar para acabar con ellos? ¿Nuestros derechos?
Claudia Sheinbaum por su parte tiene dos opciones, negarse a atender a las exigencias de Johnson y entrar en un conflicto imposible de ganar contra Estados Unidos o aceptarlas y reconocer tácitamente el fracaso de la 4T en México.
¿Por lo pronto nosotros qué preferimos, la bukelización de México o atender el llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum?
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