El día que Pepe Chedraui presentó a su equipo, anunció la llegada de un hombre que podría marcar una diferencia significativa en materia de seguridad en Puebla. Se trató de Fernando Rosales, a quién llamaremos Bruce Rosales, el Batman poblano.
Ese día él no acudió al evento.
Ojalá lo hubiera hecho, porque dicen los que dicen que saben que en el elevador, al bajar del salón del Hotel NH, Franco Rodríguez, actual secretario de Gobernación, platicó con un acompañante. Éste le preguntó qué había declarado a la prensa ante la pregunta sobre los niveles de inseguridad que les dejaba la administración saliente:
“Nada, que se ocupen esos pendejos —refiriéndose a Adán Domínguez y Consuelo Cruz—, no es nuestra culpa cómo están dejando la ciudad”, contestó Rodríguez.
Y en el sentido estricto tenía razón.
Me refiero que tenía razón respecto de quién tenía la culpa, el calificativo es cosa suya.
Es claro que no hay varita mágica que arrelge lo que no hicieron en tres años los dos presidentes municipales yunquistas. Es el resultado de la mala decisión de mantener en el cargo a una funcionaria a la que nunca aceptaron los integrantes de la Policía Municipal y que carecía de la experiencia operativa necesaria.
Quince días después entró en acción Bruce Rosales, el nuevo héroe de la película, el Batman poblano que combate al crimen de nuestra ciudad.
Sobra decir que él sí es una persona a la que respetan en la corporación.
¿Por qué?
Por una simple y sencilla razón: sin ser operativo de carrera no teme entrar en acción.
Pasemos al punto imporante, luego de 7 semanas de ocupar el cargo, nuestro Bruce Rosales anunció este miércoles que se registró un descenso en la cantidad de delitos relativos al robo de vehículos, comercio, transporte público y a casa habitación.
Gracias a su estrategia, las cosas comenzaron a cambiar.
Los delitos que tanto nos dolieron a Puebla y a las y los poblanos comenzaron a descender.
El problema es que la manera de operar de la delincuencia también se adaptó a las nuevas circunstancias.
Imaginen que el Guasón, dejó de robar casitas y coches. Ahora el villano lo hace con armas largas acompañado de un grupo de bufones. Sus víctimas son ciudadanos que toman la mala decisión de acudir a taquerías, restaurantes, supermercados, bancos y más.
Además prepárense porque este es el ensayo.
La lógica indica que siguen presas más grandes y que la violencia incrementará.
La culpa no es de nuestro Batman poblano.
Es que por tres años la delincuencia no encontró quién la frenara. Luego de este tiempo de gracia, pudieron prepararse para contrarrestar la llegada de alguien que sí sabe de estrategias de prevención y de combate.
La percepción de inseguridad en Puebla no va a mejorar el próximo año a pesar del esfuerzo de nuestro Bruce Rosales. Lamentablemente las características de los delitos mutaron y ya no los comenten simples mortales, sino delincuentes con preparación incluso paramilitar y acceso a armamento de alto calibre.
Sería importante que nuestras autoridades hicieran un ejercicio de honestidad, se replantearan las líneas de acción y la colaboración entre corporaciónes, pues, como dijo Batman en el Caballero Oscuro:
“A veces la verdad no es lo suficientemente buena, a veces la gente merece más. A veces la gente merece que su fe sea recompensada.”
No por eso debemos menospreciar la ventaja de tener al frente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana a alguien que sí sabe lo que hace, a nuestro Bruce Rosales.