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¡Así es Yordi!

Alejandro Armenta y la operación "Así es Yordi"

Alejandro Armenta y la operación "Así es Yordi"

¡Qué manera de saltar a la fama! No cualquiera logra posicionar dos temas como Trending Topic en Twitter y Alejandro Armenta lo logró. Ayer Yordi y whatsapp fueron tendencia.

Lamentablemente su nombre no, pero es que hoy, el senador Alejandro Armenta está conociendo en carne propia la fuerza de las redes sociales. De las benditas redes sociales.

En la mayoría de los casos, sostengo que Twitter pese a ser la red social que más temen los políticos, es la que menos eco tiene, porque menos población la usa.

Es la red social del círculo rojo y mucha, mucha gente no se ha enterado de lo que está pasando.

El problema viene cuando un tema se posiciona como lo hizo ayer y, si yo fuera al senador Armenta, me prepararía para semanas de bullying. Eso es lo que le viene.

Bullying del malo, porque hay mucha gente cuestionando de mala manera su cordura y su inteligencia y bullying del menos malo, pero bullying al fin, ese que genera memes y que perpetua el linchamiento digital.

Veo complicado que la gente olvide pronto la “Operación Whatsapp” también conocida como “Operación así es Yordi” que, a decir del senador poblano, emprendió la ministra Norma Piña en su contra.

Y es que, Alejandro Armenta siempre ha encontrado operaciones en su contra. Supongo que es el costo que hay que pagar por ser “el centro del mundo y el ombligo del universo”. Alguien se levanta todos los días pensando cómo destruirte.

Justamente así, un día Norma Piña, la presidenta de la Suprema Corte de Justica de la Nación, en su infinita “desocupación”, no teniendo absolutamente nada que hacer, se levantó y frente al espejo en su baño, una mañana, una mañana linda sucedió algo más o menos así:

—¡Hoy es un buen día para mandarle whatsapps al presidente del Senado! —dijo Norma Piña

—¡Tienes razón Norma! Pero ¿qué le vamos a decir? — respondió Norma del espejo

—Pues algo sobre sus hijos, para que le duela y luego le pedimos perdón, para que no piense que fue amenaza — agregó Norma Piña, tenía un gesto que nunca se le había visto, cargado de odio y de ánimo de venganza.  

—¡Wow! ¡Qué gran idea, hoy mismo tenemos que conseguir su teléfono! — Norma del espejo contestó a Norma Piña con gran sorpresa, pero decidida a participar en la operación.

—Pero recuerda que debemos decirle que si gusta, puede publicar las conversaciones y que el mundo sepa que no le tenemos miedo— Norma Piña estaba decidida.

—Obvio no las va a publicar, va a temblar de miedo desde el momento en el que vea que le decimos nuestro nombre. ¡Norma Piña… buuuuuh! — Norma del espejo estaba muy, muy decidida a ayudar a Norma Piña.  

—¡Sí, vamos a ser el nuevo “coco”! — dijo Norma Piña con gran determinación, decidida a pasar a la historia como un personaje que infunda miedo en chicos, grandes, medianos y en todos los que viven en este México mágico.

Espero que hayan cantado en sus mentes cuándo leyeron “una mañana, una mañana linda”.

Volvamos al punto.

¿En serio alguien creyó que esta gelatina iba a cuajar?

Es que la persona a la que mandaron a imprimir en gran formato las supuesta conversaciones no le pudo decir: “¡Jefe, por favor no lo hagas… no otra vez!”.

O sea, a ver, ya todas las anteriores conspiraciones, mismas que recapituló el periodista y mi amigo Carlos Torres ayer en un video, habían sido… inverosímiles, pero esta, excedió todos los límites.

Veo complicado que luego del escándalo, no sepan de lo que hablo, pero por si acaso, les dejo un tweet:

Hasta ayer, estas conspiraciones que a muchos nos producen pena ajena, habían quedado en lo doméstico, en Puebla:

Pero a partir de ayer, la fascinación del poblano por crear este tipo de “escenarios”, se hizo de conocimiento nacional.

Por supuesto que el daño a la imagen del senador es grande, pero falta que veamos la reacción de Norma Piña y el costo que esta genere, porque su respuesta podría venir por la vía judicial.

¿Por qué? Debido a una sencilla razón, todo esto podría ocasionar daño moral a la presidenta de la SCJN.

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