Isidro, niño de la comunidad indígena de San Andrés Azumiatla, era el mejor promedio de sexto año de primaria, entregaría la bandera a los de quinto grado. Era un niño participativo, aplicado en su escuela y con claras cualidades de liderazgo.
Isidro tenía doce años, pero parecía de diez. Estatura muy baja, delgado a llegar a lo flaco, flaco a llegar a lo esquelético. Su piel color moreno intenso tenía manchas, su cabello extremadamente lacio estaba extremadamente opaco. Sus pequeños ojos negros oxidiana se le sumían en el enclenque rostro. Y con todas esas carencias físicas, tenía una mente brillante. Fue el mejor promedio académico de su generación.
Al cabo de unos meses, fui a dar una plática a la secundaria en donde pensé que había entrado. Pregunté por él sabiendo que de inmediato lo ubicarían. La respuesta me dejó helado: “ese niño no estudia aquí”.
Después de mi charla, me dirigí a su casa, salió su mamá y después de los saludos protocolarios le pregunté por el pequeño Isidro. La respuesta me dejó helado (más que la vez anterior): “El chamaco anda en la obra trabajando con su papá”.
Asombrado, pregunté por qué no había entrado en la secundaria, y en mi mente ansiaba la respuesta pues era un niño con cualidades sobresalientes para el estudio. La respuesta me dejó helado (aún más que las dos anteriores veces): “Es que no había para sus útiles ni para su mochila, y pues ya que mejor no entrara”.
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Quisiera decir que es un caso ficticio; no lo es. Quisiera decir que es un caso aislado; tristemente tampoco lo es. Así como Isidro, muchos niños y niñas no continúan sus estudios porque en sus familias no tienen dinero para una mochila y útiles escolares.
Isidro era un niño talento en la primaria, que a pesar de la desnutrición, anemia, marginación, pobreza extrema y demás problemáticas, tuvo excelentes calificaciones. Quizá, solo quizá, hoy Isidro pudo haber sido un joven destacado con aspiraciones a una carrera universitaria que le daría más oportunidades y opciones de una vida mejor; quizá, si tan solo hubiera tenido una mochila y útiles escolares.
Hoy en Fundación Madai emprendemos una campaña para poder dar mochilas y útiles escolares a niños en extrema pobreza que terminan la primaria, para así poder evitar la deserción escolar y que continúen sus estudios.
Muchos hemos tenido momentos de oscuridad que nos impiden avanzar. En mi caso, una gran luz me iluminó y salvó mi vida. Hoy podemos ser esa luz para niños y niñas que están en situación vulnerable. Súmate a nuestra campaña y ayudemos a que esos niños y niñas sigan estudiando.
Rescoldos.
Muchos nos critican porque “damos el pez en lugar de enseñar a pescar”. Hoy queremos que aprendan a pescar, y para ello necesitan herramientas: mochila y útiles escolares. Si puedes sumarte, contáctame al teléfono 2226142944 y haz la diferencia.
Rafael Reyes Ruiz
@RafaActivista
rafaactivista@gmail.com