Estoy apenas pensando en el título y mientras escribo se me empiezan a llenar los ojos de lágrimas, y es por todas aquellas mamás que se han sentido “Malas madres” por no poder ser “Buena” cuando al mismo tiempo de que se educa a un hijo, se trabaja ocho horas al día, se atiende al marido y llega a hacer tarea tratando de no explotar por lo cansada que está.
Este es un homenaje a todas aquellas que se han sentido “Malas Madres” por sentirse juzgadas cada vez que se va a una fiesta familiar escuchando a todas las “Buenas Madres” decirte “cómo” es la forma adecuada de educar a tus hijos.
Esta columna es para todas aquellas que tenían mucho miedo de ser madres pero no les quedó de otra más que tenerlos y que están haciendo todo lo mejor que pueden con ellos, en especial, para ustedes, lo están o lo hicieron MUY BIEN. Esta columna es para todas aquellas mamás primerizas que los primeros meses de vida de su hijo o hija, estaban cansadas, les dolían los pezones o inclusive les sangraban; para aquellas que no les podían dar pecho y se sentían las peores madres; para todas aquellas mamás primerizas que tuvieron que lidiar solas con su bebé, mi respeto para cada una de ustedes.
Yo sin ser madre se me da empatizar perfectamente con ellas, y no opinar en lo más mínimo sobre la crianza de un hijo; me molesta de sobremanera escuchar cómo otras mamás dan consejos desde el juicio de que es lo que tendrían que hacer para educar “correctamente”. Para todas ustedes, bienvenidas al club de las “Malas madres”, porque creanme, todas hacen lo mejor que pueden con lo que tienen.