La imagen de las mujeres como víctimas es paralizante y no hace justicia a la diversidad, riqueza y empuje de mujeres que se apoyan para ofrecer visiones alternativas de la realidad. La voz de las mujeres que han sufrido violencia y la forma en la que vuelven a darle fuerza y vitalidad a sus vidas, debe ser normal y no un acto que nos arranque la poca justicia que tenemos en este país.
Ya lo decía Carolina Hernández, en una de sus columnas; parece que a las mujeres se nos quiere ver siempre víctimas, siendo infelices y no tomando las riendas de nuestras vida, porque cuando una sale de alguna violencia debe no volver a ser feliz, haberlo perdido todo, como si la violencia sufrida no hubiera sido suficiente, ahora debemos dejar que la sociedad y la justicia nos arrebate lo poco que hemos recuperado para continuar con nuestras vidas.
Esta semana la justicia nos ha escupido a la cara que nuestra resiliencia y sobreviviencia no es válida en un mundo que nos quiere destruidas, el juez Teódulo Pacheco, del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, determinó conceder la prisión domiciliaria a Juan Antonio Vera Carrizal, investigado por ordenar el ataque en contra de Maria Elena Rios, la joven saxofonista que fue atacada con ácido en septiembre de 2019.
Recordemos que la familia de Juan Antonio Veraen el 2022, ofrecieron una conferencia de prensa para solicitar la reapertura del caso del exlegislador, así como la intervención tanto del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
“Goza de una plena salud, ya que circulan en las redes sociales videos y fotografías recientes donde convive con amigos y familiares con la cara descubierta, lo cual deja ver que no presenta ninguna lesión o secuela que le limite llevar a cabo su vida y actividades plenamente”, puntualizó Elvia Vera.
Como si volver a retomar esas riendas fuera motivo para decir que no sufrimos dicha violencia, las mujeres como Elena tienen todo el derecho de pasar de víctima a SOBREVIVIENTE y lo hacen gracias a los vínculos que las unen con las personas queridas, que constituyen el incentivo más frecuente para sobrevivir, las amigas, la familia, la manada, es muchas veces el antídoto contra los efectos nocivos de alguna violencia, es este amor y esta ternura radical el principal motor de la resiliencia.
Elena ha hecho un atento llamado a las mujeres y a la sociedad, y sirva este cuarto propio para ser un eco a su grito, porque como lo diria Lorena Cabnal, debemos recuperar nuestra alegría sin perder la indignación, y como hoy la justicia ha hecho un trago amargo a Elena y a muchas mujeres desde este espacio nos abrazamos con ternura y le recordamos a las autoridades que si tocan a una, nos tocan a todas, que Elena no está sola y que si es necesario antes de que algo pase quemarlo todo, vamos a quemarlo.
Y que no se nos olvide nunca que la sanación es un acto personal y político…