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Marzo: Más que una M, una Marcha

Marzo: Más que una M, una Marcha
Marzo: Más que una M, una Marcha

Cada marzo, se aviva la llama del cuestionamiento en mí. ¿Debería unirme a la marcha o quedarme en casa? A mis 40 años, reflexiono sobre mi andar en el feminismo y cómo ha construido mi relación con los espacios públicos. Mi participación en el movimiento feminista ha evolucionado, al igual que mi energía, vitalidad y perspectiva.

El tiempo me ha vuelto más cautelosa, pero no menos rebelde. Ahora, escucho y reflexiono sobre las diversas voces que conforman el feminismo. Reconozco la complejidad del movimiento y me nutro de las opiniones de mis compañeras, que siempre me recuerdan la polifonía constante que caracteriza al feminismo.

Quizás mi enfoque feminista se dirige hacia la emancipación del ruido para permitirme escuchar. En un mundo ensordecedor, la verdadera revolución comienza con la disposición para escuchar y comprender. Es un acto de resistencia en sí mismo.

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En ese silencio, recuerdo los días en que la sororidad era un pacto para apoyarnos y visibilizar nuestras luchas. No era una herramienta para imponer obediencia, sino un lazo de solidaridad genuina entre nosotras. Mis principios son claros: “Sorora pero no pendeja”.

Por eso muchas veces me he cuestionado si el tomar espacios públicos es importante para mí, porque muchos de esos espacios son tomados por mujeres o personas que aún tienen actitudes machistas, clasistas, racistas, y no digo que yo no las tenga, pero me obligo a un cuestionamiento constante y no al reflector que me ponga una estrella en la frente.

Las mismas voces, los mismos espacios, las mismas violencias, pero al mismo tiempo nuevas mujeres, nuevas opiniones, nuevas formas de construir diálogos son los que observo y eso siempre me llena de luz, de emoción, de latir feminista.

Así que en está columna quiero recordar cuando escribía mi tesis un fragmento de ella donde decía: “Mi feminismo es rizomático y en este poder de reconocimiento me gusta saber que lo que hoy me hace feminista quizás dentro de un año no lo haga.”

Y aquí ando exorcizando las ideas que ya no me caben, que ya no me cuadran, las que la violencia las ha llenado, las que no se han cuestionado, las que ya me son obsoletas, las que les atraviesa racismo y clasismo.

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Esta vez se que toca tomar espacios, así lo he decidido, porque en esos espacios se despierta la revolución, con esa fuerza inquietante que sólo puede provenir de las entrañas, del caminar, del conocer, del luchar.

Este viernes se marcha y quiero recordarles que antes de salir a una marcha piensen que nunca se trató de cuál es la mejor marcha o contingente, sino de salir a gritar desde la digna rabia y ahí ACUERPARSE con más mujeres, de tomar espacios y de que se note que no les vamos a volver a ceder ni un cachito de calle!

Nos leemos en la siguiente columna con más fuerza feminista que seguro me llenará después de esta marcha.

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