Las cosas siempre pasan por algo… por pendejo o por culero, a mí casi siempre me pasan por lo primero. Y en ese entendido doy el beneficio de la duda a muchas personas, porque quién soy soy para no pensar que la primera puede ocurrir.
Tan fácil de explicar esto que el mismo derecho tiene dos tipos de delitos culposos por ineptos y dolosos por pelotudos. Es decir, no es lo mismo atropellar un motociclista que se pasó el alto, que tú habértelo pasado y atropellarlo, aunque en las dos circunstancias eres culpable.
En este punto es importante aclarar que esta columna no busca desacreditar a nadie. Porque congruente a mi feminismo siempre creeré a una mujer cuando denuncia, ni siquiera lo piensen.
Así que disfrute su café y como yo lo hacía el lunes cuando leí la nota que dinamitó mi reflexión. Porque intentaremos desmenuzar muchos puntos que todo tienen en común pero a la vez deben verse por separado.
Primer acto, Leticia García Polo, denuncia en redes sociales a Andrés Villegas por darle una nalgada en una rueda de prensa. Hasta aquí el primer acto debe ser difundido y sobre todo apoyado en un #YoTeCreo. Porque no importa si el varón en cuestión iba rápido y lo hizo “sin querer” o fue todo un patán machito que lo hizo adrede.
Porque amigas, ninguna de nosotras podrá mentir que aunque a veces en un transporte público o en un evento masivo si sucede que alguien te roza “sin querer”, una siente un terror en el cuerpo que la paraliza, no reconocerlo es invalidar el sentir de Leticia.
Nada justifica que un varón toque tu cuerpo. Porque claro que en sus privilegios no existe este miedo que nos ha atravesado a muchas por el solo hecho de ser mujer. Sin embargo si existe la posibilidad de que “por pendejo” lo haya hecho, aún así eres culpable.
Los hombres están tan acostumbrados a tener el control de los espacios que nunca han reparado en tomar espacio o separarse de nosotras para hacernos sentir seguras. Porque nunca han sentido ese miedo de verse vulnerados, así que Andrés, tu delito es culposo.
Segundo Acto, las redes sociales se voltearon a favor o en contra, pero me sigue sorprendiendo la forma en la que la gente tiene de desacreditar a Leticia. Que en su genuino sentir, vivió los segundos más incómodos de su vida.
Desacreditar a una mujer diciendo que “nadie se la cogeria” o que “está loca”, es creer que sí existen mujeres para ser violadas o faltas al respeto. Mujeres que sí deben aguantar que se les nalguee y eso queridos lectores es la justificación más machista que existe.
Tampoco podemos asegurar algo como “quiere o busca atención”, porque si bien existe la denuncia, las víctimas no deben nada a nadie. Y si un señalamiento en Twitter es su genuina forma de sacar el miedo y la rabia que le dejó la sensación de ser acosada, adelante.
Tercer Acto, el Sub-secretario de Gobernación, sacó un tuit, disculpándose con Leticia, misma que ella no aceptó porque llegaría a las últimas consecuencias. Este punto es importante para todo gobierno, no podemos tardarnos tanto en responder, porque hasta estas horas ni Gobernación ni la Secretaria de Igualdad ha hecho algún pronunciamiento al respecto.
Último acto, de acuerdo a los videos que circulan en redes sociales, todo esto sucedió en definitiva por lo que siempre me pasan a mí las cosas. Pero eso no exime a nadie de la culpa en estas acciones.
Quizás para desmenuzar esto, es necesario entender que estamos en plena época electoral. Sí, señoras y señores, aunque ustedes no lo crean. Las cartas se empiezan a jugar y todos deben caer, porque esto me huele a guerra sucia que el patriarcado uso para ganarla.
Como ya les he dicho, sorora pero no pendeja, reconozco que en esta escena pública hay mujeres que usan el feminismo y la figura de otras mujeres para lucrar y sacar provecho. Recuerden que ser mujer no nos quita lo violentas, ni lo culeras.
Esperemos que esta obra nos deje claro que la cancelación y la funa son actos que provocan el repudio público. Que debemos de dejar de utilizar las redes sociales como espacios de linchamiento (para cualquier lado). Que los cambios y la deconstrucción deben entretejerce desde la comunicación y la atenta escucha.
Basta de hombres y mujeres que no reconozcan sus culpas, que usen los espacios por intereses personales.
La deconstrucción es un proceso lento en el que muchas veces como ineptos la regamos. Y es normal, lo importante es cómo reparamos lo que hicimos. Porque no se trata de no ser pendejo, se trata de evitar serlo la mayoría del tiempo.