Mientras escribo esto agradezco el maravilloso privilegio que después de muchos años aproveché “tomarme el tiempo”, y es que desde hace muchos años en mi afán por producir, por estar, por sostener, no me había dado la oportunidad de permitirme “hacer nada” con mi tiempo, más que desconectarme, reencontrarme, descansar.
Ni con la muerte me detuve, no me tomé ni dos días para sentirla, seguí caminado, en un mundo donde valoramos tanto el tiempo; pero con la idea errónea de que debemos jugarlo a nuestro favor para producir, se nos olvida esos tiempos en los que nos desconectamos, no producimos y ni si quiera escribimos.
Luego de dos semanas de no escribir en el Cuarto Propio, hoy quiero hablarles de lo maravilloso que es el tiempo en el que uno se permite disfrutar de el, en esa quietud y pausa de quien sabe que es lo más valioso que puede hacer, tener su tiempo.
Estos días disfruté de mi ritmo, de mi llanto, de mi soledad, pero al mismo tiempo de mi alegría, de las risas, de la música, de terminar los libros pendientes que tenía; de seguir escribiendo para mí y no para nadie más, de dejar que el sol tocara mi piel y la noche abrazará mis sueños.
El tiempo, ese efímero enemigo que nos dice “vas tarde”, pero uno nunca comprende verdaderamente a dónde llego tarde, al amor, al viaje, a la vida? No se puede llegar tarde a dónde se sabe que se tiene que llegar, a donde se ilusiona estar, quizás solo es pensar que se llega tarde porque se acumulan ciclos, porque como diría una muy buena amiga, el tiempo y los ciclos son también un constructo social.
El tiempo es tan necesario para tener en cuenta que nada es para siempre, que no todo es interminable, ni el sufrimiento, ni la alegría, por eso es que amamos el tiempo, y los ciclos; porque el orden nos da paz, esperanza, rumbo de que las cosas irán en mejor camino cuando ese ciclo concluya, por eso amamos tanto el tiempo y darle la bienvenida en año nuevo.
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Me gusta ser amante del tiempo, porque me permite saber que soy una fugaz pasajera de esta vida; me da permiso de creer que hoy puede ser el primer día de muchos mejores o el último de la tormenta en la que se baila, el tiempo es el valioso regalo pero si se sabe que hacer con él, porque juega trampas que te hacen creer que se irá, que volverás a llegar tarde a algo o que simplemente no llegarás, pero siempre se llega a tiempo, porque como diría mi abuelo “siempre hay más tiempo que vida”.
Hoy escribo del tiempo y con el tiempo porque lo he disfrutado durante dos semanas, le he sacado provecho sin tener que sentir esa culpa de producir, de querer estar en todo y con todos, porque eso es imposible para tiempo y para mí si queremos tenernos como amantes a partir de ahora.
Sé que los días no volverán a ser igual, que tendré que volver a caminar entre tiempo, trabajo y las prisas, pero también sé que cuando el tiempo venga lo disfrutaré sin culpas, sin treguas, dejándolo hacer conmigo lo que quiera.
Llevamos 3 días de año y seguramente en la vorágine de tener los mejores propósitos y deseos del año, hemos olvidado lo más importante, valorar el maravilloso tiempo de no hacer nada, simplemente hacer lo que se nos plazca con nuestro tiempo.
Para ustedes solo deseo que este 2024 sea un año con mucho tiempo que les abrace y nos permita leernos en las pausas que nos regala, buen año nuevo.