Que ilusa era cuando alguna vez creí que cuando alguien se refería a “con mis hijos no” era porque no quería que abusaran de sus hijos e hijas. Que no les maltrataran y sobre todo que tuvieran herramientas para poder entender cualquier forma de violencia…
Muy lejos de lo que mi mamá me decía están los padres y madres de ultra derecha que piensan que las infancias no tienen voz ni voto ni mucho menos pueden tener opiniones propias y ya no hablemos de los sentimientos, esta postura de ultra derecha es un obstáculo para el crecimiento y el desarrollo saludable de nuestras infancias.
A veces pienso que hablar de la importancia de que a las infancias se les eduque sobre educación sexual es algo que se hace todos los días porque en casa a Josesa se le habla de esos temas de una manera sincera y con educación, pero no es así para todos y todas.
Primero es importante reconocer que la educación sexual es un derecho de niños, niñas y adolescentes junto a otros derechos sexuales. Como libertad sexual, privacidad, equidad, convivencia en igualdad y sin discriminaciones.
El enfoque de género en la educación no tiene como objetivo imponer ideologías, sino educar sobre la igualdad de género y los roles estereotipados. Al hablar abiertamente sobre género y sexualidad, se brindan a las infancias las herramientas necesarias para identificar comportamientos abusivos y potencialmente dañinos en sus entornos. Al empoderarlos con conocimientos, se puede ayudar a prevenir situaciones de violencia de género y fomentar relaciones más sanas y respetuosas.
Negar la educación de género solo perpetúa la ignorancia y la vulnerabilidad de las infancias frente a posibles abusos. Es nuestra responsabilidad proporcionarles una educación que les permita crecer en un entorno seguro y comprender la importancia del respeto mutuo y la equidad.
El enfoque de género en la educación también juega un papel vital en la promoción del orgullo y la aceptación del cuerpo. Al hablar de diversidad de género y corporalidad, se desafían los estándares de belleza y los roles de género rígidos impuestos por la sociedad. Las infancias deben aprender que sus cuerpos son valiosos y dignos de respeto, independientemente de su identidad de género o apariencia física.
Al negar la discusión sobre género y sexualidad, el movimiento “Con mis hijos no” perpetúa la vergüenza y la inseguridad en torno a la imagen corporal, lo que puede tener graves consecuencias para la salud mental y emocional de las infancias.
Uno de los problemas más preocupantes relacionados con el movimiento “Con mis hijos no” es el adultocentrismo que lo impulsa. Este enfoque desestima las voces y opiniones de las infancias y subestima su capacidad de comprender y participar en discusiones significativas sobre su educación y bienestar.
Las infancias no son seres pasivos que simplemente deben recibir información sin poder cuestionar o contribuir activamente a su propio proceso educativo. Es esencial que se les dé la oportunidad de expresar sus pensamientos, deseos y necesidades para que se sientan valorados y empoderados.
Pero en lugar de estar hablando sobre negarles un derecho a nuestras infancias y adolescencias, deberíamos estarnos cuestionando temas importantes como la calidad en la educación que recibirán nuestros hijos e hijas el ciclo escolar que viene.
Los libros de texto gratuito que vienen ya no incluyen matemáticas y español. Tienen errores y omisiones importantes, su contenido es desordenado y parcial. Además de que, la SEP reservó por cinco años toda la información tanto del contenido de los textos, como del proceso para su elaboración.
El problema también es que se profundizará la desigualdad, pues las escuelas privadas seguirán con los programas y textos que tienen. Mientras que las públicas recibiran una educación deficiente.
Así que el conflicto no es hablar de género ya que hablar de sobre el tema proporciona a las infancias las herramientas necesarias para evitar abusos, violaciones y desarrollar un sentido de orgullo en sus cuerpos.
Es hora de abrazar una educación que valora y empodera a nuestras infancias, permitiéndoles crecer en un mundo más igualitario, respetuoso y compasivo. Promovamos el diálogo, la inclusión y la aceptación en nuestras escuelas y comunidades para asegurar un futuro más brillante para todos y todas.
Porque la educación incluye hablar sobre el ámbito afectivo-sexual, y al mismo tiempo exigir materiales con la suficiente calidad para escuelas públicas. No podemos quedarnos de brazos cruzados, debemos empezar a levantar voces en donde el verdadero significado de “con mis hijos no”, sea garantizarles una educación de calidad en todos los aspectos.
Nos leemos en la próxima columna.
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