La película dirigida por Greta Gerwig nos tiene a todos hablando de ella, y a muchas personas haciendo debates y círculos entre que tan feministas o no fue. Y pues en este Cuarto Propio les decimos que Barbie no es feminista, ¡y la queso!
Quiero que sepan que aquí a nadie se le está sacando el feministómetro como coloquialmente se hace con las mujeres feministas, en que tan feministas o no son porque no creo en eso, pero sí reconozco que la película es un producto de consumo y como tal, aunque tiene una narrativa feminista, es disruptiva y usa la ironía de una forma inteligente, no es un ícono feminista.
No es que exista un verdadero feminismo, pero al menos las voces feministas deben ser atravesadas por discursos otros discursos. Antirracistas, anticapitalistas, decoloniales y anticapacitistas, que permitan profundizar mucho más en las desigualdades.
Es cierto que utiliza el humor y éste puede llegar a constituirse como instrumento de una forma de reflexividad comunitaria de las mujeres. Una episteme de género y feminista, en que las mujeres se reconocen en la marginalidad y a la vez interpelan las relaciones de poder desigual
Sin embargo, seamos honestos, la industria cinematográfica (no solo en esta película sino en muchas) ha utilizado el discurso feminista, en un “Purple Washing”. Es un término que se usa para describir la práctica de empresas y organizaciones que realizan “gestos” intentando apoyar el movimiento feminista y a la igualdad de género sin dar ningún paso real o concreto hacia el logro de esos objetivos.
Desafortunadamente, muchas de estas empresas están más interesadas en parecer feministas que en promover realmente la igualdad de género. Esta práctica podría verse como inocua, sin embargo, hoy presenta una grave amenaza tanto para las organizaciones como para las mujeres, protagonistas de este tema.
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Además, esta práctica también es una gran amenaza para las mujeres. Al generar la sensación de que realmente se está haciendo un cambio cuando en realidad las cosas siguen iguales. Al adoptar lenguaje e imágenes que declaren apoyar a las mujeres sin dar ningún paso real hacia la igualdad de género.
Por eso creo que Barbie no es feminista, pero sí con esa narrativa necesaria para ser disruptiva, tanto que ha sido tema de conversación y sobre todo motivo de burlas por parte de algunos hombres que creen que no podemos ir de rosa y glitter a llenar las salas de cine.
Lo verdaderamente feminista es la respuesta de muchas mujeres y hombres a esas burlas, a esos señalamientos y ese discurso que nos dice que “no podemos ser lo que queramos”, claro que Barbie (ni la película, ni la muñeca son feministas), pero nos han dejado la semilla de cuestionarnos si en realidad podemos ser lo que queramos.
La película tiene momentos icónicos que seguramente estamos cuestionando, la ironía con la que Greta ha planteado una de las cosas importantes en uno de los discursos que quedará grabado de una forma magistral e iconíca porque es cierto, porque es certero.
Es tan disruptivo que resuena en la mayoría de los muros que he visto, un discurso que atraviesa la exigencia estética al deber complaciente o del no hagas ruido a procura sobresalir, por toda esa extensa lista de exigencias que es imposible cumplir con el que millones de mujeres se identifican.
Y aunque para muchas Barbie no es feminista, recuerden amigas, ustedes pueden ser lo que quieran ser… Nos leemos en la siguiente columna, no sin antes dejarles el gran monólogo que America Ferrer nos ha plasmado:
“Es literalmente imposible ser mujer. Eres muy hermosa e inteligente y me parte el alma que no creas ser suficientemente buena. Es como si siempre tuviéramos que ser extraordinarias, pero de algún modo, siempre lo estamos haciendo mal.
Tenemos que ser delgadas, pero no demasiado. No puedes decir que quieres ser delgada, sino que debes decir que quieres un peso sano, pero sí tienes que estar delgada. Tienes que tener dinero, pero no puedes pedir dinero, porque eso sería grosero. Debes ser jefa, pero no puedes ser dura. Debes liderar, pero no puedes aplastar las ideas ajenas. Tienes que amar ser madre, pero no hables de tus hijos todo el tiempo. Debes ser una profesional, pero al mismo tiempo, siempre cuidar a todos los demás. Tienes que responsable de la mala conducta de los hombres, lo que es de locos, pero si haces notar eso, se te acusa de ser una quejica. Tienes que mantenerte bonita para los hombres, pero no tan bonita para como para tentarlos y amenazar a otras mujeres porque se supone que formas parte de la hermandad.
Siempre tienes que destacar y siempre ser muy agradecida. Pero nunca olvides que el sistema está arreglado, así que encuentra la manera de reconocerlo pero también de estar siempre agradecida. No debes envejecer nunca, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca fracasar, nunca mostrar miedo, nunca pasarte de la raya. ¡Es muy difícil! Y es demasiado contradictorio, nadie te da una medalla o te dice gracias. Y resulta que, de hecho, no solo estás haciendo todo mal, sino que todo es tu culpa.
Ya me cansé de verme a mí misma y a cada una de las mujeres del mundo hacer hasta lo imposible para gustar a la gente. Y si todo eso también es cierto para una muñeca que solo representa a mujeres, entonces ni siquiera lo sé”.