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La voluntad de elegir se electorado o no electorado

¿Cómo es posible que esta persona llegó a ese puesto?
¿Cómo es posible que esta persona llegó a ese puesto? Foto: ApartadoMex

Que tal estimados lectores, les saludo con el gusto de siempre, analizando la cotidiana polarización política a la que se ha reducido desafortunadamente el debate público, que en nada beneficia a la ciudadanía, al contrario, menoscaba la participación política; pareciera que algunos actores públicos, tienen un afán vehemente por empobrecer la política ante el ciudadano en la proximidad de un proceso electoral, en el que por cierto se renovaran dos de los poderes públicos de México, misma situación en algunas entidades federativas del país, lo cual como ciudadanos, nos debe llevar a una profunda reflexión de como conducirnos como electores en este proceso, previo, durante y después del mismo, porque lo que elijamos, lo que nos gobierne o represente, será un reflejo de lo que como sociedad fuimos, somos o seremos, no podemos permitir que en el ejercicio democrático, la victoria sea para un político o un grupo de políticos, pero que las grandes derrotas se la sigan llevando los ciudadanos con malos gobiernos y representaciones oprobiosas que solo dañan el ejercicio público.

No pocas veces escuchamos las siguientes interrogantes en la vox populi: ¿Cómo es posible que esta persona llegó a ese puesto? ¿qué clase de persona nos esta gobernando? ¿Qué acaso no hay quien detenga tal o cual situación? ¿a quién le rinde cuentas esta persona que gobierna o representa? ¿Qué no hay nadie que le diga nada? E infinidad de preguntas similares, esperando que alguien responda o lo peor, se queda esperando a que alguien efectivamente haga algo, pero nunca pasa nada, hoy me animaré en esta columna a responder parte de esas interrogantes con dos afirmaciones, sí hay alguien que puede decir algo, sí hay alguien que puede hacer algo, esa persona es usted que me lee o en caso de que me lea alguna autoridad o representante popular electo, pues sí hay alguien que puede detenerlo y ese es precisamente el electorado mediante su participación democrática.

Pero aquí es donde encontramos también el punto flaco del sistema democrático en el que vivimos o la falla de mayor impacto del mismo, que es cuando el ciudadano elige, muchas veces el elector en colectivo decide salir a elegir a su autoridad o representante convertido en lo que peyorativamente se podría nombrar como un electarado, que no sabe lo que vota o a quien vota ni para que lo vota, pero vota, aclaro; no es el animus de esta columna ofender a nadie en particular, pero sí de hacer una puntual crítica individual que nos lleve a una reflexión colectiva que nos permita enriquecer nuestro sistema democrático, que este se siga construyendo con base en el ciudadano, no en torno al deseo de un político o un grupo de políticos que se mueven por su interés personal, no por el de la sociedad, a la que por ley sirven, digamos que definirse entre comportarse como electorado consiente, exigente y responsable de la democracia o comportarse como un electarado que siga hundido en la demagogia, mesianismo, irresponsabilidad, polarización o del subsidio del “infeliciaje colectivo” que busca venganza.

Tomar esta decisión en diferenciar y catalogar de forma positiva el comportamiento electoral, derivará en una mejora social o al contrario elegir comportarse como el segundo caso, solo bajará más el nivel político, acelerará el deterioro de la vida pública de nuestro entorno, que precisamente hoy tiene a México entre la desilusión, la desesperanza o en algunos casos extremos la desesperación política de saber que el único escenario posible, es cada día estar peor y presos de la voluntad de uno o de unos pocos.

Por eso es importante decantarnos en colectivo por tener un comportamiento como electorado, aquel que no reduzca la democracia al simple hecho de elegir el día de las elecciones, sino que el hecho de asistir a las urnas,  venga de un escrupuloso examen de los políticos al volverlos elegibles, sean estos del bando oficialista u opositor o de la corriente ideológica que sea, porque malandrines hay en todas partes, de todos los géneros y colores, además de que debemos exigir pleno respeto a la ley, así como a las instituciones en todo momento del proceso electoral, ya que un político que no respeta las reglas de la contienda, ni al árbitro, difícilmente respetará la ley y el mandato ciudadano como gobernante.

Los políticos que irán en busca de la voluntad del electorado, deben saber que están en continuo proceso de revisión pública, no solo durante la campaña, sino que durante el ejercicio del cargo no tendrán la oportunidad de servirse, que estarán en la obligación de servir a los que votaron y a los que no votaron por él, sí efectivamente es una labor cansada, pero que debe cansar a los políticos, jamás a los ciudadanos; ya que así habrá no solo un político que les obedezca sino que también habrán elegido ser verdaderos electores, para ya no ser un electarado víctima de la demagogia, el fraude a la ley o del comportamiento ominoso, ilegal e impune que hasta el día de hoy vemos en muchos de los actores públicos o políticos que tenemos en el gobierno e incluso también en la oposición.

Renunciar a ser electarado, para erigirnos como un electorado implacable, sin duda combatirá ese sentimiento de desesperación que hoy existe en nuestro país, en específico, es combatir de forma inteligente la desesperación política desde el verdadero origen del poder político, que es estar al servicio del ciudadano, recordemos aquella frase del gran Miguel de Unamuno que dice: “Jamás desesperes, aun estando en las más profundas aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante”.

El poder público en cualquiera de sus expresiones, debe ser siempre controlado por la ciudadanía, ya que este debe emerger de un comportamiento responsable como electorado, asumirse así, es vital para la inmediatez de la sociedad mexicana,  no debemos permitir que las instituciones que dan viabilidad democrática se vean debilitadas, para dar así rienda suelta al desequilibrio político o evitar que se consolide el necesario contrapeso de la verdadera fuente de la democracia, que es la sociedad viviendo en garantía de pluralidad, la vida pública se sanea desde la participación ciudadana, solo se consolidada en instituciones y procesos certeros, no por designio, decreto o creencia en algún político o corriente ideológica, creer que México o nuestro entorno cambiará por el designio o voluntad de un actor público, es reducir nuestra democracia representativa a una anacrónica monarquía absoluta con disfraz de república o como apuntó Vargas Llosa en la época del priato absolutista, en una dictadura perfecta, a la cual no podemos ni debemos volver en ninguna circunstancia.

                Exigir como sociedad que los procesos políticos sigan en manos de los ciudadanos, no es pedir que estos no sean necesariamente reformados, ya que la sociedad como el ser humano es evolutiva, por lo que si estos son reformados, debe ser para acotar y fiscalizar más a los políticos, hacerlos rendir cuentas antes, durante y después de los procesos electorales, de forma eficiente y que los procedimientos sean más accesibles para los mexicanos, ir en contra de la lógica elemental que fortalezca la democracia, nos impediría ser un electorado a la altura, aceptar reformas que menoscaben a los electores, por mandato de ley entonces nos convertiríamos en electarado por voluntad de los políticos que debiesen obedecer a los ciudadanos y dar herramientas que empoderen a la sociedad, no quitarlas, validar reformas regresivas, es ceder a unos pocos, la voluntad de todos, situación que no se debe permitir, porque involucionar es algo que está en contra de nuestra propia naturaleza humana y social.

Invito a la reflexión y responsabilidad de comportarnos como electorado, no permitir en ningún momento comportarnos como el electarado que solo vota para validar la voluntad de unos pocos o se deja llevar por la inercia del momento, en este caso; como dirían en mi pueblo, “Puedes darle un consejo a alguien, pero no puedes obligarle a que lo siga.”

En nosotros como ciudadanos, está el saber que haremos en nuestro futuro inmediato, pero la primera elección que debemos hacer antes de ir a las urnas a votar es elegir entre ser electorado o elegir ser electarado, en esta decisión se nos va el futuro del país y además parte de nuestra vida.

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Humberto Aguilar Sarao

Humberto Aguilar Sarao

Abogado, tepeaquense, analista político por elección y emprendedor, comprometido con Puebla.