El 25 de septiembre, en el contexto del Día Naranja, Puebla se enfrenta a una realidad desgarradora: un incremento significativo en los feminicidios.
De enero a agosto de 2024, se han documentado 32 casos en el estado, superando los 24 feminicidios reportados en el mismo periodo del año anterior.
Este aumento del 33% evidencia no solo la persistencia de la violencia de género, sino también la ineficacia de las políticas implementadas para combatirla.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), más del 90% de los feminicidios de 2023 ya han sido contabilizados en los primeros ocho meses de este año, lo que pone de relieve una tendencia alarmante.
Las cifras son aún más impactantes si se considera que la media nacional de feminicidios ha sido de 0.69 por cada 100 mil mujeres, mientras que Puebla presenta una tasa de 0.86, superando así la media nacional y señalando una grave crisis en la atención a la violencia contra las mujeres.
El reciente caso de Alison Amayrani, una joven de 14 años, ha conmovido a la sociedad poblana.
Su cuerpo fue encontrado el 20 de septiembre en Huejotzingo, cerca de su escuela.
Presentaba signos de violencia física y sexual, y aunque fue atendida, falleció antes de recibir ayuda adecuada.
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Alison había sido vista por última vez el 19 de septiembre, cuando salió del Centro Escolar Enrique Martínez.
Su desaparición y posterior hallazgo resuenan como un grito de auxilio ante una problemática que parece no tener fin.
La situación es crítica: el incremento de feminicidios no solo afecta a las víctimas y sus familias, sino que también genera un clima de miedo e inseguridad en la comunidad.
Alza de feminicifios e intentos en Puebla
La historia de Alison se suma a la de otras mujeres como Hilaria en Cuetzalan, Vianney en San Juan Acateno, Alondra Jaqueline en San Andrés Azumiatla, y muchas más, cuyas vidas fueron truncadas de manera violenta.
Cada nombre representa una pérdida irreparable y una llamada de atención a la sociedad.
Las autoridades han sido criticadas por su incapacidad para frenar esta ola de violencia. A pesar de la implementación de diversas estrategias, los resultados son decepcionantes.
La falta de protocolos claros, la inadecuada respuesta de las fuerzas de seguridad y la escasa sensibilización en la comunidad son factores que contribuyen a esta crisis.
Las familias de las víctimas han expresado su frustración y tristeza, exigiendo justicia y un cambio en la forma en que se aborda la violencia de género.
Este Día Naranja se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre la necesidad urgente de acciones concretas.
La sociedad civil, organizaciones y activistas reclaman un compromiso real de las autoridades para erradicar la violencia contra las mujeres. Es fundamental que se fortalezcan las leyes, se implementen programas de prevención y se garantice un acompañamiento adecuado para las víctimas y sus familias.
¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!
La historia de Puebla en relación a la violencia de género es un espejo de una realidad que afecta a todo el país.
Es imperativo que en este Día Naranja se escuchen las voces de quienes han sufrido, que se reconozcan los problemas y se actúe en consecuencia. Solo así se podrá construir un futuro en el que todas las mujeres puedan vivir sin miedo, con la certeza de que su seguridad es una prioridad.
La lucha contra la violencia de género es un reto colectivo que requiere la participación de todos. Puebla debe despertar ante esta crisis y trabajar unida para erradicar el feminicidio y asegurar un entorno seguro para las mujeres.