La tragedia se vio agravada por una ola de saqueos que sorprendió a la comunidad local y desafió los esfuerzos de recuperación.

El poderoso huracán Otis, que alcanzó la máxima categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson, dejó un rastro de destrucción en Acapulco, cobrando la vida de más de 25 personas y dejando a los sobrevivientes luchando contra la escasez de agua, alimentos y combustible.

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A pesar de los esfuerzos, los saqueos continúan

El huracán Otis, que pasó de ser una tormenta tropical a un monstruoso huracán en cuestión de horas, tocó tierra en Acapulco en la madrugada del miércoles, convirtiéndose en el ciclón más poderoso registrado en la costa Pacífica de México.

A medida que las autoridades comenzaron a responder a la crisis, los habitantes de la ciudad luchaban por sobrevivir en medio de la devastación.

Los saqueos se convirtieron en un problema crítico, ya que la gente desesperada buscaba alimentos y otros suministros esenciales en medio de la escasez.

En los supermercados de Acapulco, imágenes de Reuters mostraron a personas llevando artículos desde pañales y leche hasta electrodomésticos, como refrigeradores y pantallas, e incluso motocicletas.

Los saqueadores actuaron a menudo sin temor a la presencia de la policía.

“La gente se robaba todo de los Oxxo, Coppel, Elektra”, señaló Erik Lozoya, un testigo de 26 años que experimentó el huracán desde un hotel en Acapulco.

Crisis en Guerrero

Las autoridades federales y militares se movilizaron para abordar la crisis en Guerrero, uno de los estados más pobres de México.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) informó que había restablecido el 50% del suministro eléctrico en la región, pero las comunicaciones seguían siendo intermitentes.

Además, muchas personas aún buscaban a sus seres queridos y desconocían su estado debido a la falta de señal de teléfono.

El presidente Andrés Manuel López Obrador emitió una orden para poner fin a los robos y saqueos en Acapulco y anunció que la Guardia Nacional tomaría el control de todas las gasolineras del puerto para prevenir la extracción ilegal de combustible, que representaba un riesgo adicional.

El mandatario hizo un llamado a la unidad y la solidaridad del pueblo de Acapulco y aseguró que se proporcionaría apoyo para cubrir todas sus necesidades.

Hasta el momento, se ha informado de 27 personas fallecidas, cuatro desaparecidas y daños económicos estimados en hasta 15,000 millones de dólares.

“La gente estaba llevando a cabo en algunos lugares actos de saqueo”, reconoció el presidente López Obrador, subrayando la urgencia de restaurar la normalidad en Acapulco en medio de esta tragedia sin precedentes.

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