Han transcurrido cinco años desde que la pandemia de COVID-19 irrumpió en el mundo, dejando tras de sí un saldo devastador que aún resuena en la memoria global y nacional. En este quinto aniversario, el planeta recuerda a los más de 7 millones de personas que perdieron la vida a causa del virus, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque los expertos sugieren que la cifra real podría superar los 20 millones debido a subregistros como en el caso mexicano.
En México, el conteo oficial reporta más de 334 mil fallecimientos, pero estudios independientes, como los basados en exceso de mortalidad, apuntan a que el número podría acercarse a los 700 mil, una tragedia que posiciona al país entre los más golpeados por la crisis sanitaria.
El impacto global a cinco años de la pandemia
El impacto global del COVID-19 marcó un antes y un después en la historia reciente. Países como Estados Unidos, India y Brasil encabezaron las listas de decesos, con millones de familias destrozadas y sistemas de salud llevados al límite.
En Europa, naciones como Italia y España enfrentaron escenas desgarradoras en los primeros meses de 2020, con hospitales desbordados y crematorios incapaces de manejar la magnitud de la pérdida. Sin embargo, en México, la narrativa oficial contrastó con la gravedad de la situación, y las decisiones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador dejaron una huella de indolencia que aún genera debate y dolor.
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El manejo en México mantiene una herida abierta y punzante
Desde el inicio, López Obrador minimizó la pandemia, resistiéndose a implementar medidas drásticas como confinamientos estrictos o apoyos económicos masivos. En un gesto que quedó grabado en la memoria colectiva, el entonces presidente mostró en una conferencia matutina un “detente”, una estampita religiosa, afirmando que “esto nos va a proteger” del virus.
Mientras el mundo recurría a la ciencia y a campañas masivas de vacunación, López Obrador optó por el simbolismo, negándose a usar cubrebocas en público incluso cuando los contagios alcanzaban niveles récord.
A nivel local, figuras como Miguel Barbosa, entonces gobernador de Puebla, añadieron una capa de incredulidad a la respuesta gubernamental. En marzo de 2020, Barbosa afirmó que “los pobres somos inmunes al COVID-19, es una enfermedad de ricos”, sugiriendo que un caldo de guajolote bastaba para curar el mal. Estas declaraciones, que hoy parecen un mal chiste, reflejaron la desconexión de algunos líderes con la realidad que enfrentaban los ciudadanos, quienes veían cómo el virus no discriminaba entre clases sociales, llevándose vidas en colonias humildes y zonas acomodadas por igual.
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Las denuncias contra Hugo López-Gatell no han prosperado
Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud y encargado de liderar la estrategia contra la pandemia, no escapó a la controversia. Su gestión fue blanco de críticas y denuncias por presunta negligencia, manipulación de cifras y una comunicación que muchos consideraron confusa e insuficiente. “La curva está aplanada”, insistía López-Gatell en 2020, mientras los hospitales reportaban saturación y los cementerios ampliaban sus fosas. Las demandas de justicia por parte de familiares de víctimas y organizaciones civiles no han encontrado eco, y la falta de rendición de cuentas sigue siendo un reclamo pendiente.
Hugo López-Gatell, exsubsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de México, ha enfrentado múltiples denuncias por su manejo de la pandemia de COVID-19. Entre 2020 y 2023, se reportaron al menos diez acusaciones formales en su contra, principalmente por presunta negligencia, homicidio culposo y sabotaje, interpuestas ante la Fiscalía General de la República (FGR) por legisladores, familias de víctimas y organizaciones civiles.
Estas denuncias señalan su responsabilidad en las más de 334 mil muertes oficiales —potencialmente hasta 700 mil según estimaciones de exceso de mortalidad— debido a decisiones como minimizar el uso de cubrebocas y una estrategia que críticos consideran insuficiente. A pesar de órdenes judiciales para investigar, como la emitida en mayo de 2023 tras una denuncia del abogado Javier Coello, las indagatorias no han prosperado, y López-Gatell ha mantenido que las acusaciones tienen motivaciones políticas, mientras sigue protegido por figuras clave del gobierno.
La pérdida de empleos en México a cinco años del inicio de la pandemia
El costo humano en México fue acompañado por un colapso económico que aún no se supera. Según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), entre 2020 y 2021 se perdieron 1.4 millones de empleos formales, una cifra que no incluye a los millones de trabajadores informales que quedaron a la deriva. Pequeñas y medianas empresas, que representaban el 52% del PIB nacional, cerraron en masa ante la ausencia de un plan de rescate significativo. Mientras otros países implementaban subsidios y estímulos, el gobierno mexicano optó por la austeridad, dejando a miles de familias sin sustento. Aunque algunos sectores han mostrado una lenta recuperación, la precariedad laboral y la informalidad han crecido, y el sueño de estabilidad económica sigue lejano para muchos.
A nivel mundial, la pandemia también dejó pérdidas intangibles: años de educación interrumpidos, sistemas de salud expuestos en su fragilidad y una desconfianza generalizada hacia las instituciones. En México, estas heridas son aún más profundas.
Las y los mexicanos no solo lloran a sus muertos —cuya cifra real podría nunca conocerse con exactitud—, sino también lo que se perdió y no volvió: la seguridad de un empleo digno, la fortaleza de un sistema sanitario confiable y la fe en un liderazgo que priorice la vida sobre la política.
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