“Tú no eres mexicana”, naciste en Kenia, le han dicho a Risper Biyaki Gesabwa a su regreso de los Juegos Panamericanos de Lima tras ganar la medalla de plata en 10 mil metros que le dio al país que le abrió las puertas.
La discriminación, afirma la fondista, duele mucho y le afecta porque ella quiero a México y lo representa, por ser el país que le abrió las puertas.
En Zacatecas no hubo reconocimientos ni celebración para la atleta de 30 años.
“Salgo a la calle, me gritan, corro y es igual. ¡Cómo vives tú aquí!”
Son cosas que le reprochan a una mujer que decidió hace un año naturalizarse por México, porque en Kenia, como tampoco en Estados Unidos, donde es más conocida por sus victorias, tendría la oportunidad de llegar a unos Juegos Olímpicos, que es su mayor anhelo.
Como muchos atletas de Kenia, Biyaki y su familia se mudaron para encontrar mejores oportunidades para entrenar y competir.
Originalmente vinieron a los EE. UU. y se hicieron más famosos por sus victorias, pero decidieron establecerse en Zacatecas como una pequeña comunidad de más de 20 atletas kenianos que viven, entrenan, construyen (o intentan construir) en Zacatecas.
Su naturalización
Hace ocho años fue convencida por su esposo, quien también era corredor, de dejar Estados Unidos y vivir en México.
Cabe destacar que una persona que ha completado el proceso de naturalización es un ciudadano es, para todos los efectos legales y jurídicos, una ciudadana con derechos, obligaciones y garantías como cualquier otro mexicano.
“Yo venía cada tres semanas o meses, sacaba la tarjeta de permiso cada cuatro años, quería regresarme a mi país. Me dijo que en Zacatecas teníamos todo, el lugar para entrenar, la comida que es parecida allá y muchos amigos”.
México no tiene la mejor historia de recibir a los extranjeros. Hablamos mil veces de cómo “dar la bienvenida y recibir a todos con los brazos abiertos” a los nuevos inmigrantes, pero en la práctica, salvo excepciones (por ejemplo, exiliados de Sudamérica y España), México es xenófobo.
Para Risper, la xenofobia mexicana se cruza con el colorismo que rige las relaciones sociales y el acceso a la oportunidad. Su condición de atleta de alto rendimiento puede abrirle espacios que a cualquier otro migrante africano se le han cerrado.