El día de hoy sobran las odas y el reconocimiento de plumas que describen a detalle los avances que ha registrado Puebla desde que Alejandro Armenta asumió la gubernatura de Puebla, pero, con todo respeto, quiero hablar de lo que considero su mayor error.
Porque para nutrir el aplausómetro ya hubo muchos, pero aquí, hoy, no vamos a dedicarnos a eso. Me escudaré en la impulsividad que genera el pensar más rápido de lo que hablamos o escribimos, los que tenemos TDAH.
Vamos al punto: ¿saben cuál creo que es el mayor error de Alejandro Armenta?
Su alto sentido de lealtad, exacerbado por su agradecimiento y su compromiso con la gente que quiere.
Que, aunque en conjunto son grandes virtudes, se han convertido en un motivo por el que muchos, que se sienten o se saben cercanos a él, abusan de su confianza.
¿Por qué lo digo?
Hay síntomas claros, nombres específicos y muchas voces demasiado indiscretas —o incluso ya muy enojadas— que lo señalan.
Cuando el río suena por varios casos de personas que están abusando de sus cargos; cuando hay concusión, uso abusivo de las funciones, intimidación, acoso laboral, solicitud de coimas, pero sobre todo el: “A mí no me tocan porque soy amiga(o) del gobernador” —den clic en las letras rosas para enterarse del caso—, o peor aún, el “A mí ni el gobernador me corre” —clic aquí atrás para conocer el chisme—, como les conté al inicio de la semana, es porque agua lleva.
Y eso sucede porque hay personas que sienten un exceso de confianza.
¿De dónde viene ese exceso de confianza?
Claramente de abusar de las virtudes del gobernador que, para terceros que no han sabido corresponder a su confianza, constituyen un punto que pueden aprovechar.
Mientras Alejandro Armenta trabaja día y noche, y mientras no para a descansar ni porque se somete a procedimientos quirúrgicos, lamentablemente varios de sus colaboradores no le corresponden.
Es imposible que el gobernador se entere de todo, pero desde este monólogo le avisamos cuando nos comprueban lo que está pasando… ¡Faltaba más!
Este quid pro quo no implica solo acumular horas en una silla, desgastar suelas o sumar kilómetros en los odómetros. Se trata de corresponder con lealtad, con agradecimiento, compromiso y cariño a la persona que palomeó todos y cada uno de los perfiles que componen su gobierno.
Porque a varios les habló personalmente, ¿a poco no? Bien que lo presumen, pero de honrar su amistad, ni hablamos.
La gente constantemente nos decepciona, gobernador, y lamentablemente, cuando queremos poner límites y corregir, nos convertimos en los villanos. Porque en esas historias, “el malo” siempre es el que pone un alto y “la víctima”, el abusivo que no tolera que le limiten. Pero le digo, con mucho respeto, que tal vez y solo tal vez ya llegó la hora de ponerle un alto a muchos.
La lealtad, el agradecimiento, el compromiso y el cariño no configuran un error de parte de Usted, don Alejandro Armenta; el error está en mantener dentro de las filas de su gobierno a las personas que se aprovechan de sus virtudes.
Hasta aquí llegamos hoy. Tengo claro que a muchos no les va a gustar loq que escribí, pero alguien tenía que decirlo.
No escribo para ganarme el amor del mundo.
Deberías leer: