La futbolista mexicoamericana Lucía Yáñez, quien fue fichada por el Puebla en enero de 2024, ha decidido regresar a Estados Unidos tras sufrir acoso en redes sociales, en el Estadio Cuauhtémoc y en su domicilio.

A pesar de haber denunciado la situación ante la directiva del club y las autoridades, Yáñez no recibió el apoyo necesario y se vio obligada a dejar el país.

El acoso comenzó a intensificarse después del partido contra Rayadas durante la Jornada 1 del Apertura 2024.

Desde los palcos del estadio, se lanzaron volantes con fotografías de Yáñez, acusándola de mantener relaciones con directivos, ser racista por su nacionalidad estadounidense, y otros insultos.

Algunos de los volantes contenían afirmaciones hirientes y totalmente infundadas, como la acusación de que la futbolista vendía fotos desnudas y despreciaba a los poblanos.

De acuerdo con un informe del diario local Grada, el acoso continuó y escaló hasta llegar a amenazas en su domicilio.

Un departamento proporcionado por el club en una zona privada.

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Lucía fue objeto de ataques, incluyendo el lanzamiento de piedras a su departamento y la rotura de ventanas. La situación afectó su rendimiento deportivo, llevándola a ser excluida de la alineación del equipo.

El entrenador Guillermo Cosío y el director deportivo Daniel Cessa, ambos ya cesados de sus funciones, sugirieron a Yáñez que no hiciera público su caso, argumentando que podría perjudicar al club y su carrera.

Se le pidió incluso que desactivara sus redes sociales para mitigar la atención mediática sobre la situación.

Ante la falta de respuesta por parte del Puebla y el nulo apoyo de las autoridades, que ignoraron sus pruebas y denuncias, Lucía decidió regresar a su país natal, sintiéndose insegura y desprotegida en Puebla.

Hasta el momento, tanto el Puebla Femenil como la Liga MX no han emitido comentarios sobre la situación.

Por otro lado, el reportero Carlos Salas, quien ha seguido de cerca la historia de Yáñez, también ha recibido amenazas en redes sociales tras publicar su reportaje.

Este lamentable incidente resalta no solo la vulnerabilidad que enfrentan las mujeres en el deporte, sino también la falta de mecanismos de apoyo en las instituciones que deberían protegerlas.

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