Para gozo de muchos y para desgracia de otros, el gabinete de Alejandro Armenta, nuestro próximo gobernador ya está armado.
La lista ya está casi completa y los que están en ella, están pasando por varias pruebas.
La confianza es lo que está en juego y es que en el afán de “meterse” algunos personajes que ni siquiera pertenecen a ella, han pedido favores a algunas plumas para filtrar sus nombres.
¡Pues muy mal hecho! Así menos los van a considerar.
Y es que, a pesar de que el próximo gobernador aseguró que empezaría a dar nombres una semana después de que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, al final prefirió reservarlos y fue la mejor decisión.
El gabinete de Alejandro Armenta está a prueba.
Y están cursando por la más complicada, la de la confianza.
Si les piden mantenerlo en secreto es por eso, porque están midiendo si realmente son de confianza o no.
Lamentablemente algunos han rayado en el exceso, no solo porque han filtrado nombres, también empezaron ya a crear empresas, ¡háganme el favor!
O sea, todos sabemos para qué, pero algunos ya se están pasando. Los testaferros excedidos de confianza gritan a diestra y siniestra que ya les encargaron una o dos, sé de alguien que va por seis.
Pero recuerden algo, de la constitución a la operación se cae la sopa… ¿O cómo va?
La vulgaridad de las plumas
Llevo varios días verdaderamente asqueada por la manera en que las viejas plumas y los viejos tuiteros pretenden expresarse de mujeres que son parte del relevo generacional en la política.
Les juzgan sin haber dado oportunidad para que prueben sus habilidades y capacidades. Y usan sus dedos inquisidores para apuntar pasados y presentes.
¿Y si empezamos a hablar de lo importante?
El relevo generacional obliga a dar un voto de confianza y la juventud no está peleada con la capacidad.
Hay una larga lista de gente con mucha experiencia que nos ha dejado un muy mal sabor de boca.
¿Es necesario buscar la manera más dolorosa de herir y exhibir?
¿Eso que dicen ahora es real? ¿Hay pruebas?
¿Esos errores del pasado modificarían en algo la inteligencia y la capacidad de estas mujeres para ser parte de la clase gobernante?
¿Esas personas que pretenden pasar por críticos impolutos han examinado su manera de actuar?
Porque en su mayoría son hombres, ¿son acosadores? ¿Son violentadores? ¿Son adictos?
¿Empezamos a hablar de eso?
¿Qué les parecería que se hable de cómo acosan mujeres o de su incontrolable necesidad de beber alcohol y no de la calidad de su análisis político y del entorno?
¿Estaría bien que su incapacidad para frenar sus “ansias”, destruyera sus carreras así como ellos pretenden destruir a actoras políticas con sus plumas? Tal vez sí.
Deberían verse al espejo y escribir de sí mismos, como escribirían de terceros, a ver qué resulta.
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