En un fallo histórico, Fidel ‘N’ ha sido condenado este jueves a 40 años de prisión por feminicidio en grado de tentativa contra su expareja, Esmeralda Millán.
Un tribunal de Puebla le ha impuesto otros dos años más por lesiones contra la madre de la víctima, quien estaba presente el día del ataque.
Este caso, que conmocionó a México, marca un hito en la lucha contra la violencia de género en el país.
Fidel ‘N’ perpetró el horrendo acto de arrojar ácido a Esmeralda el 2 de diciembre de 2018, causándole graves daños en su rostro y cuerpo.
Tras más de cinco años de arduas batallas legales y más de 16 audiencias, finalmente se ha alcanzado un veredicto que refleja un paso importante hacia la justicia para las víctimas de ataques con ácido en México.
Acompañada por sus abogadas, familiares, amigos y colectivos feministas, Esmeralda Millán ha expresado su satisfacción con la sentencia
Aunque ha señalado la impunidad que aún prevalece para otros implicados en el ataque.
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Tres hombres que estaban con el agresor el día del suceso permanecen en libertad
Lo que resalta la necesidad de una mayor responsabilidad y rendición de cuentas en casos de violencia de género.
Este veredicto es solo el segundo en su tipo en México y América Latina, después del caso del agresor de Carmen Sánchez, quien fue condenado a 46 años de prisión.
Es un paso significativo hacia el reconocimiento y la penalización adecuada de los crímenes de género, especialmente los ataques con ácido.
Que han dejado cicatrices físicas y emocionales en innumerables mujeres en la región.
El impacto de este caso trasciende lo individual, ya que destaca la urgencia de abordar la violencia de género en todas sus manifestaciones.
Según la Fundación Carmen Sánchez, el 85% de los ataques con ácido en México son perpetrados por hombres.
En su mayoría parejas o exparejas de las víctimas.
Subrayando la necesidad de medidas preventivas y de protección para las mujeres en situaciones de riesgo.
La valentía y perseverancia de Esmeralda Millán en su búsqueda de justicia son un testimonio poderoso de la resistencia de las sobrevivientes de la violencia de género.
Su voz y la de otras mujeres atacadas con ácido están impulsando cambios legislativos y sociales para garantizar una mayor seguridad.
Así como protección para todas las personas en riesgo de violencia de género en México y más allá.
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