Cada 3 de noviembre, la Iglesia Católica celebra a San Martín de Porres, fraile dominico del siglo XVI, “el santo de la escoba”, llamado así por su oficio de portero y barrendero del convento en el que vivió.

Martín dio testimonio de humildad y sencillez en una época en la que el origen o el color de piel definían cómo se trataba a una persona. Son precisamente las virtudes mencionadas las que dejaron en evidencia en qué reside la libertad y la grandeza de un ser humano.

¿Quién fue Martín de Porres?

Martín de Porres nació en Lima el 9 de diciembre de 1579. Fue hijo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava, y Ana Velázquez, negra libre panameña. A los doce años empezó a aprender los oficios de peluquero, asistente de dentista y medicina natural.

“Yo te curo y Dios te sana”, solía decir fray Martín, cada vez que atendía a algún enfermo. Martín fue un “mulato” -antigua denominación para los nacidos de padre blanco y madre negra, o viceversa-, admitido en calidad de “donado” por la Orden de Predicadores (dominicos), a causa de su condición de hijo ilegítimo.

Se santificó, entre otras cosas, realizando los servicios más humildes, y también cuidando a enfermos y menesterosos.

San Martín de Porres -o de Porras- fue nombrado pertinentemente por el Papa San Juan XXIII como “Santo Patrono de la Justicia Social” y “Patrón Universal de la Paz” tras los peores momentos del siglo XX, en tiempos marcados por las consecuencias de las guerras y la violencia.

¿Qué caracterizó a San Martín de Porres?

Martín vivió en el apogeo de la reforma de la Provincia de San Juan Bautista y, más aún, fue un referente muy importante en dicha reforma, llegando a convertirse para sus hermanos en referente del buen religioso. Y aún lo sigue siendo para nosotros.

A diferencia de la gran mayoría de santos dominicos, alcanzó la santidad sin destacar como predicador, teólogo, misionero, mártir o artista. Destaco como religioso afrontando la desventaja de ser pobre, mulato y bastardo. Algo solo externo porque en su interior era una persona inteligente, trabajadora y muy caritativa.

San Martín es querido por todos, invocado por ricos y pobres, enfermos y menesterosos, por hombres de ciencia y por ignorantes. Su imagen o su estampa va en los viajes, está en las casas y en los hospitales, en los libros de rezo y en los de estudio. Todo porque fue humilde, obediente, y, como dijera Juan XXIII, “Es Martín de la Caridad”. La fiesta de San Martín de Porres se celebra el 3 de noviembre.

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