“Es algo apasionante hacer lo imposible”, decía Walt Disney (1901-1966), cuya filosofía de vida no sólo impactó la manera de hacer cine y televisión, sino que forjó al siglo XX al explorar e innovar el futuro con sus historias.

Hace exactamente 100 años, el mundo fue testigo del nacimiento de un fenómeno cultural que cambiaría la forma en que percibimos la animación y el entretenimiento.

El 16 de octubre de 1923, Walt Disney fundó los Estudios de Animación Disney, sentando las bases para una revolución en la industria del cine y la televisión.

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Disney comenzó solo con un ratón

“Nunca debemos olvidar que todo comenzó con un ratón,” declararía Disney más tarde.

El carismático Mickey Mouse y su encantadora compañera Minnie dieron un salto histórico desde el dibujo al mundo real en 1928 con el cortometraje sonoro “Steamboat Willie”.

Este icónico ratón se convertiría en un símbolo de la cultura estadounidense y un pionero de la cultura pop en el siglo XX.

La visión de Disney no se limitaba a la creación de personajes entrañables. Su enfoque principal era tocar los corazones de la audiencia a través de historias conmovedoras, muchas de las cuales estaban basadas en cuentos clásicos.

Blanca Nieves, la primera princesa

Esto lo llevó a desarrollar lo que él llamó “la ilusión de la vida”, buscando que el público sintiera que los personajes y las situaciones eran reales.

Además de emocionar al público, Disney también impulsó la innovación tecnológica en la industria. “Blanca Nieves y los Siete Enanitos” (1937) marcó el debut de la primera película animada de larga duración.

Películas como “Pinocho” (1940) y “Bambi” (1942) hicieron uso de la cámara de multiplanos, creando una sensación tridimensional en los escenarios.

“Fantasía” (1940) fusionó la animación con música clásica, y se presentó en sistemas de sonido pioneros en los teatros.

Sin embargo, tras la muerte de Walt Disney en 1966, los estudios enfrentaron dificultades durante casi una década y media.

Hubo indicios de que la división de animación podría cerrarse.

Clásicos como “El Rey León”

Fue la llegada de líderes como Michael Eisner y Jeffrey Katzenberg, con el apoyo de Roy Disney (sobrino de Walt), lo que resucitó la magia.

“La Sirenita” (1989), “La Bella y la Bestia” (1991) y “El Rey León” (1994) demostraron que el “toque Disney” seguía vivo en las nuevas generaciones.

A medida que avanzamos en el siglo XXI, Jennifer Lee, directora de la división de animación, enfrenta desafíos al adaptar las historias de Disney a los conceptos cambiantes de familia y convivencia en una sociedad dividida.

Lee, la primera mujer en ganar un Oscar en la categoría de animación por “Frozen” (2013), representa una nueva generación de narradores de historias que abrazan tanto la animación tradicional como la digital.

Su próxima producción, “Wish” (2023), personifica el ideal de Walt Disney de aventurarse siempre hacia nuevos horizontes.

El legado de Walt Disney perdura, no solo en sus personajes entrañables y emocionantes historias, sino también en su espíritu de innovación y su capacidad para adaptarse a los tiempos cambiantes.

Los Estudios de Animación Disney continúan inspirando a nuevas generaciones a hacer posible lo imposible, tal como lo soñó su fundador hace un siglo.

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