Quiero iniciar mi columna honrando a las mujeres de mi vida y de mi familia que tuvieron cáncer y hoy están vivas; como recordar con amor a las que tuvieron cáncer y hoy no están conmigo. A México le falta más que pintarse de rosa en octubre para garantizar que las mujeres tengan acceso a una salud digna.
Buscando datos en internet me topé con un estudio publicado en The Lancet Regional Health – Americas en donde mencionaba que, en México, alrededor de 70% de las mujeres con cáncer de mama que no cuentan con seguridad social inician su tratamiento en estadios avanzados (IIB-IV). Eso quiere decir según IMCO son 3 de cada 5 mujeres las que nos encontramos en esta situación.
Las estadísticas sobre el cáncer de mama en México son alarmantes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), México ocupa el primer lugar en América Latina en mortalidad por cáncer de mama. Además, el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) estima que cada año se diagnostican alrededor de 27,000 nuevos casos de cáncer de mama en el país. Estas cifras son más que simples números; representan a madres, hijas, hermanas y amigas que enfrentan una enfermedad devastadora.
El “Mes Rosa” es una oportunidad para crear conciencia sobre la importancia de la detección temprana y el acceso a tratamientos de calidad. Sin embargo, no podemos permitir que esta atención se limite a un periodo de 31 días. La lucha contra el cáncer de mama debe ser constante y sostenida durante todo el año.
Una de las principales barreras que enfrentan las mujeres en México es el acceso a tratamientos médicos adecuados. La falta de recursos, la burocracia en los sistemas de salud y la falta de infraestructura adecuada son obstáculos que muchas pacientes deben superar. Además, no todas las mujeres en México tienen acceso a mamografías o exámenes de detección temprana, lo que significa que muchas veces el cáncer se detecta en etapas avanzadas, cuando es más difícil de tratar.
Es fundamental que el gobierno y las instituciones de salud trabajen juntos para mejorar el acceso a tratamientos médicos de calidad. Esto incluye la ampliación de programas de detección temprana, la reducción de tiempos de espera para cirugías y tratamientos, y la garantía de que los medicamentos necesarios estén disponibles y sean asequibles.
Podría decirles que entiendo perfectamente qué es el cáncer y cómo lo hemos vivido, pero la cosa es muy básica y a la vez tan compleja; el cáncer es una enfermedad por la que algunas células del cuerpo se multiplican sin control y se diseminan a otras partes del organismo formando tumores malignos o cancerosos.
Así de jodido es el cáncer que come todo, no sólo a la persona y su salud, sino su estabilidad emocional, física y económica; pero que a la vez va tejiendo redes de personas que acompañamos en el día a día, personas que también nos va comiendo la enfermedad.
Nada de romántico tiene el mes, ni su tintura rosa, porque el cáncer es crudo, cruel y roba, porque ha dejado sin nombre a las mujeres que se enfrentan a él y no están ahora con nosotros y aplaude a las que siguen con vida, en una frase tan absurda como “son guerreras”; tan absurda porque esta guerra no se le desea a nadie, pero bueno tal vez es que en el camino quienes viven y acompañan en un punto pierden esa luz de ver que la vida, pase lo pase, es rosa.
Mientras bebo una copa de vino y escribo esta columna recuerdo las risas, los llantos, los abrazos de quienes vivimos y acompañamos los procesos, la sonrisa de mi tía Carmen que aún extraño y los abrazos de mi tía Cris que sigue conmigo, la preocupación de mi madre por ambas hermanas y la angustia de mi abuela por sus hijas.
Jamás bastó un mes rosa en esta lucha; no nos fue suficiente un solo mes para hablar de cáncer de mama y para el ir y venir de los tratamientos. Un mes no fue suficiente para curar el alma y sanar las heridas, a unas nos faltó tiempo y a otras aún seguimos caminando; no todo ha sido dolor, claro, porque en este camino esos abrazos de otras mujeres han llenando el alma y acompañado los procesos y esa historia es curita en mi vida.
Sin embargo no podemos quedarnos con ese curita al alma, el cáncer de mama no es una lucha que se limite a un mes, sino que es un camino continuo que requiere atención constante y acción concertada. Garantizar el acceso a tratamientos médicos de calidad es un paso esencial para mejorar la vida de las mujeres en México y reducir la mortalidad por cáncer de mama. Es hora de que el “Mes Rosa” se convierta en un año de compromiso y acción para el bienestar de todas las mujeres en nuestro país.
Beso al cielo, abrazo a Carmen y luz para todas las mujeres y acompañantes que van este camino, nos leemos en la próxima columna.